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El día después de 'Peseto loco': de taxista anónimo a enemigo público número 1
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el poder de las redes sociales

El día después de 'Peseto loco': de taxista anónimo a enemigo público número 1

El hombre que se convirtió en todo un fenómeno en las redes sociales por su participación en la huelga de taxistas lamenta su repentina fama por su hija pequeña

Foto: Nacho Castillo, el taxista 'celebridad' en una de las últimas protestas. (Foto: EFE)
Nacho Castillo, el taxista 'celebridad' en una de las últimas protestas. (Foto: EFE)

Nacho Castillo, ‘Peseto loco’, no puede comer. No le entra bocado desde hace 24 horas “por la angustia que tengo aquí”, dice mientras se toca un costado. Ha pasado en dos días de ser un anónimo taxista revoltoso a toda una celebridad: el enemigo público número 1. Las redes sociales le han elevado a ‘trending topic’ y su cara, con la nariz chata y rota, ha servido de fondo de miles de chistes que han circulado de “muro en muro” en las redes sociales. Ahora, camiseta de rayas de manga corta, pero no tan corta como para no tapar el tatuaje de un dragón que adorna uno de sus brazos, vaqueros y el pelo domesticado sobre el cráneo, trata de digerir la súbita fama (y, de paso, un pincho de tortilla y un refresco).

[Actualizacón: Los taxistas mantienen la huelga indefinida tras no llegar a un acuerdo con Fomento]

“Yo soy boxeador, tengo que apretar los dientes y mi perfil es de líder, de tío con carisma”, dice con ese acento madrileño de los chicos que se llevan buscando la vida desde la adolescencia. Pero la fama le preocupa por su hija. Tiene la custodia de una niña de siete años “y todo este ruido me da pánico por si se me vuelve en contra”. Así que ahora su empeño es rebajar la imagen de “chico malo”. Sus padres, con los que convive en Algete, también están preocupados.

Muestra mensajes con amigos gais que le “tiran los trastos”, con amigos negros que le mandan ánimos y su "colega del alma" es colombiano

“No soy nazi, eso es lo que más me jode de todo lo que han dicho”, subraya una y otra vez y la mano con el reloj amarillo de considerables dimensiones cae sobre la mesa. Muestra mensajes con amigos gais que le “tiran los trastos”, con amigos negros que le mandan ánimos e insiste en que su colega del alma, “su brother”, es colombiano. “Me hice la foto con la chica del Hogar Social porque nos apoyaba en la lucha sindical, si viene quien sea y nos apoya, pues también me hago la foto”, repite. Lloró con la muerte de Mohamed Ali, antes Cassius Clay, y le rindió un homenaje “no solo como boxeador, sino como luchador por los derechos raciales”.

placeholder Nacho Castillo, el taxista 'celebridad'. (D.B.)
Nacho Castillo, el taxista 'celebridad'. (D.B.)

“Me asustó ver la cantidad de chistes que hay por ahí circulando de mí, ¡y lo peor es que muchos son muy buenos!”, exclama dejando ver su dentadura en una sonrisa. Nacho Castillo, antiguo peso medio del gimnasio de Vallecas, tiene sentido del humor y capacidad de ponerse en la piel de los otros. “Las comparaciones con el de 'Taxi Driver' las empecé a hacer yo mismo”, confiesa, aunque niega que su corte de pelo, semejante al de Robert de Niro en la película, sea un homenaje: “Me gusta así y ya está, es casualidad”. “Yo no estoy loco, al contrario, soy un padre soltero currante con una niña a su cuidado que tiene una hipoteca y debe sacarla adelante”, resume, aunque reconoce que le va la marcha y tiene “imán para las situaciones raras”.

Selfies con los clientes

Ahora tiene turno de día. Desde las cinco de la mañana hasta las seis de la tarde. Pero cuando empezó con el taxi, hace siete años, hacía la noche. “Una vez llevaba a una chica borracha y de repente, a la altura de Atocha, me pidió que parara porque quería vomitar. La chavala abrió la puerta de golpe y un coche que pasaba me la dejó como un sacacorchos. Mientras hacía los papeles del seguro vi a una mujer que huía de un tipo que la estaba amenazando. Le dije que la dejara en paz. El tipo se cabreó y vino a por mí para darme, pero cruzó como un energúmeno la calle sin mirar y lo mató una furgoneta”.

Pero lo habitual es “rutina normal”, aunque estos días, después de la manifestación de su gremio contra Uber y Cabify en la que su fotografía con una bengala y una camiseta negra se volviera un icono, dice que le han reconocido los clientes. Le piden que se haga ‘selfies’ con ellos. Eso no parece molestarle. Tampoco que le hayan llamado del programa ‘First Dates’, aunque no piensa aceptar por su hija. “Entiendo que mi perfil es atractivo para los medios de comunicación: boxeador, con cresta y todo eso”, concede con ecuanimidad. Sobre los antecedentes penales por un confuso incidente con un conductor de una de las plataformas de coches con conductor prefiere no hablar, simplemente dice que "fue leve y yo no hice nada".

Aporta otro dato para desmentir su filiación nazi: es heavy. Su grupo favorito es AC/DC y asiste con regularidad a conciertos con su “chupa de cuero”

Nacho Castillo aporta otro dato para desmentir su filiación nazi: es heavy. Su grupo favorito es AC/DC y asiste con regularidad a conciertos con su “chupa de cuero”. De hecho, toca la guitarra eléctrica y tiene “un par de temas propios que canto con un colega”. Cuando era adolescente le dieron una paliza unos neonazis de su pueblo por llevar melenas, insiste.

Su vida, dice, gira en torno a su niña. Cuando regresa del trabajo, sobre las seis de la tarde, se entrena en un pequeño gimnasio que se ha montado en casa, pero como ha puesto allí también la televisión, mientras él golpea el saco, la pequeña ve ‘Bob Esponja’. También le ayuda a hacer los deberes y las tareas escolares.

'Iron Nacho'

'Peseto loco', un apodo que él mismo usa como “nombre de guerra en los foros de taxistas” y que es un guiño del “chaval con el que hacía guantes en el gimnasio, que se le ocurrió porque yo a él lo llamaba ‘Zurdo loco”, cree que es muy fácil “sacar de contexto lo que uno ha dicho cuando era anónimo” y que ninguna persona resiste un rastreo en su pasado tan minucioso como el que sufre él ahora mismo. Le gusta más como sobrenombre 'Iron Nacho', otro apodo de la época del gimnasio.

Dice que le han propuesto muchas cosas, montar una nueva asociación, aprovechar la súbita fama. Pero cree que es una trampa. Que lo mejor que puede hacer es “luchar por mi pan y seguir currando”.

Nacho Castillo, ‘Peseto loco’, no puede comer. No le entra bocado desde hace 24 horas “por la angustia que tengo aquí”, dice mientras se toca un costado. Ha pasado en dos días de ser un anónimo taxista revoltoso a toda una celebridad: el enemigo público número 1. Las redes sociales le han elevado a ‘trending topic’ y su cara, con la nariz chata y rota, ha servido de fondo de miles de chistes que han circulado de “muro en muro” en las redes sociales. Ahora, camiseta de rayas de manga corta, pero no tan corta como para no tapar el tatuaje de un dragón que adorna uno de sus brazos, vaqueros y el pelo domesticado sobre el cráneo, trata de digerir la súbita fama (y, de paso, un pincho de tortilla y un refresco).

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