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Los secretos de la mente canina: un nuevo estudio lo desvela todo
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Los secretos de la mente canina: un nuevo estudio lo desvela todo

El neurólogo Gregory Berns indaga en el cerebro de los perros para resolver el enigma: sobre qué piensan y, más importante si cabe, qué piensan sobre nosotros

Foto: Cada vez hay más mascotas en los hogares españoles. (iStock)
Cada vez hay más mascotas en los hogares españoles. (iStock)

Ninja, un pitbull de no más de tres años, es uno de los pocos perros en el mundo que han sido entrenados para subirse a un equipo de resonancia magnética. Lo hace solo, aunque seguro que algo tienen que ver los pedacitos de carne que obtiene como recompensa. Una vez en la máquina, el neurólogo Gregory Berns, de la Universidad de Emory, en Atlanta, se dispone a indagar en su cerebro para resolver el enigma: sobre qué piensan los perros y, más importante si cabe, qué piensan sobre nosotros.

Berns, autor del libro 'Cómo nos aman los perros', se ha preguntado esta cuestión durante toda su carrera: “Nadie lo puede saber con certeza, pero creo que experimentan las cosas de manera muy parecida a como lo hacemos nosotros”, recoge la revista 'Time'. Todo apunta a que cuando les hablamos y ladean la cabeza, algo muy complejo está pasando por su mente.

"Mi perro entiende todo lo que le digo"

Nuestra relación amorosa con el primer animal domesticado lleva forjándose durante más de 15.000 años y no hay señales de que vaya a languidecer. El número de hogares con perros en España ha aumentado casi un 10% desde 2012 a 2015, según los últimos datos oficiales disponibles, alcanzando la cifra de casi cuatro millones. Asimismo, se estima que la cifra total de canes ya supera los cinco millones.

La capacidad para experimentar emociones positivas significa que los perros tienen un nivel de sensibilidad comparable al de un niño

Lo cierto es que nos gusta pensar que nos entienden. Cuando llegamos a casa tristes y cansados, nos reconfortan como si fuesen conscientes de nuestras penurias. Puede que no tengan lenguaje, pero nadie puede cuestionar que los perros logran comunicarse mediante ladridos, expresiones faciales o movimientos corporales.

“Hemos desarrollado un sistema en el que ambas especies, la nuestra y la suya, se ocupan de las señales del otro”, dice Juliane Kaminski, directora del Centro de Cognición de Perros de la Universidad de Portsmouth. Se trata de algo que, por intuición, ya nos lo podríamos imaginar, pero hasta el momento no se había logrado analizar de manera empírica. Por que, por qué negarlo, todos nos hemos preguntado en algún momento si nos quieren solo por la comida.

Más listos de lo que creíamos

Hungría, Austria, Alemania, Italia, Australia y Estados Unidos son solo algunos de los países en los que se han llevado a cabo investigaciones (cada vez más frecuentes) para decodificar el cerebro canino. Por ejemplo, recientemente se ha descubierto que pueden contar figuras geométricas o que pueden leer con claridad los rostros humanos. Además, otros estudios han revelado que pueden entender que aunque un objeto haya desaparecido de su vista, no quiere decir que este haya dejado de existir.

placeholder 'El mejor amigo del hombre'. (iStock)
'El mejor amigo del hombre'. (iStock)

Como ocurre con el resto de mamíferos, uno de los factores más determinantes de la inteligencia es el tamaño de su cerebro en comparación con el cuerpo. Bajo esta medida, el humano es enorme (un cincuentavo de la masa total), los caballos son algo cortos (1/600) y el perro se posiciona en la parta alta de la tabla (1/125).

Un cerebro parecido al humano

Más allá de la diferencia de tamaño, la estructura cerebral de canes y humanos son muy similares, lo que ha permitido a Berns y a su equipo centrar sus estudios en el cuerpo estriado, una zona que interviene en la recompensa, el placer y la expectativa, pilares esenciales del mundo canino.

Los perros nos tienen presentes incluso cuando no estamos con ellos. Por eso, nos echan de menos cuando no estamos en casa

Ya que no puedes preguntarles por qué hacen algo ni mucho menos cómo se sienten, los científicos generalmente han confiado en el análisis de sus comportamientos para suponer qué están pensando. Durante años, la investigación ha esquivado los interrogantes más sofisticados de la sensibilidad animal. Hasta ahora, cuando Berns decidió ser el primero en aplicar las técnicas de resonancia magnética en animales.

La presentación TED en la que Gregory Berns presenta su proyecto. (Youtube)

El principal obstáculo, como os podéis imaginar, es entrenar al perro para que soporte el estruendo del escáner en un espacio claustrofóbico sin moverse. Ni siquiera a las personas les gusta. Esto se hace así porque no se puede estudiar la función cerebral en un animal anestesiado, al menos no las partes interesantes como la percepción o la emoción.

Te quiero por encima de la comida

Una vez dentro del equipo, exponen al perro a dos olores. Uno lleva consigo la ansiada recompensa, un trozo de carne, y el otro, nada. Conforme una asistente va liberando uno de los dos, Berns analiza su actividad cerebral. Cuando huelen el relacionado con la comida, la actividad del cuerpo estriado aumenta.

Lo relevante es que esa misma región cerebral se activa cuando, en vez de olores o gestos asociados a una recompensa, se enseña a los propios dueños o incluso solo al olor de una persona conocida. “Eso es importante porque muestra que los perros reconocen a las personas con las que viven y que tienen sentimientos positivos por ellos. La capacidad de experimentar estas emociones, como el amor o el apego, significa que los perros tienen un nivel de sensibilidad comparable al de un niño", asegura Berns.

Al parecer, nos quieren más allá de la comida. “Los perros tienen representaciones de nuestras identidades que persisten incluso cuando no estamos con ellos. Por eso, cuando me preguntan si nos echan de menos cuando no estamos en casa, respondo con un claro 'sí'", asevera el neurólogo.

Ninja, un pitbull de no más de tres años, es uno de los pocos perros en el mundo que han sido entrenados para subirse a un equipo de resonancia magnética. Lo hace solo, aunque seguro que algo tienen que ver los pedacitos de carne que obtiene como recompensa. Una vez en la máquina, el neurólogo Gregory Berns, de la Universidad de Emory, en Atlanta, se dispone a indagar en su cerebro para resolver el enigma: sobre qué piensan los perros y, más importante si cabe, qué piensan sobre nosotros.

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