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Cómo está cambiando el fitness el cuerpo de las mujeres
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¿Una nueva obsesión por la imagen?

Cómo está cambiando el fitness el cuerpo de las mujeres

Las estrellas de Instagram están generando un modelo femenino que no está ausente de riesgos, tanto para el aspecto físico como para la salud mental

Foto: Sveta Bilyalova, Alice Matos y Cally Clarice (Instagram)
Sveta Bilyalova, Alice Matos y Cally Clarice (Instagram)

Las redes sociales han sustituido definitivamente a otros escaparates tradicionales del cuerpo femenino, como las revistas de moda o la televisión. Si hacemos caso a las tendencias que despuntan en ellas, las maniquíes de clavículas marcadas no parecen el paradigma que hoy prolifera, tal y como sucedía antaño.

La nueva moda se centra ahora en cuerpos esculpidos y tonificados, resultado de la combinación de dieta y ejercicio. Las reinas de Instagram son las así llamadas ‘model fitness’, que pueblan la red con consejos que abarcan desde la elaboración de recetas saludables, planes de entrenamiento novedosos o trucos sobre yoga, pilates o bienestar.

La cronología de las fotografías de Instagram genera un relato con una moraleja cruel: si no tienes una buena figura es porque tú no quieres

El público que consulta sus cuentas es fundamentalmente femenino, y son muchas las que buscan en sus imágenes y en sus comentarios una de fuente de inspiración para seguir adelante con su propósito de lograr una figura escultural. La polémica, sin embargo, está servida: ¿representa este paradigma un progreso, por lo que respecta al prototipo que queremos construir sobre el cuerpo de la mujer, o estamos ante un nuevo fenómeno que espolea hábitos nocivos, tanto desde un punto de vista físico como psicológico?

Cuerpo y mente, ¿en forma?

Para entender la magnitud del fenómeno, hay que pensar que si antes eran las féminas comunes las que tenían en el cuerpo de las famosas su punto de referencia, parece que ahora la cosa funciona al contrario y son las celebridades las que copian las tendencias de aquellas que comenzaron de manera anónima en Instagram como Michelle Lewin, Amanda Bisk, Kayla Itsines, Emily Skye o Massy Arias. Basta consultar las cuentas de personalidades como Elsa Pataki, Malena Costa, Vanesa Lorenzo o Ariadne Artiles para verificar lo que decimos.

Sin disponer ni siquiera de un gimnasio propio o de los conocimientos necesarios para asesorar como nutricionistas o monitoras de entrenamiento, las ‘model fitness’ van ganando seguidores a través de los sorprendentes resultados, visualmente potentes, que seducen las miradas de sus ‘followers’.

La disposición cronológica de las fotografías y vídeos publicados genera una especie de relato, con una moraleja casi siempre común en todas sus historias: con esfuerzo todo se consigue. Si el mensaje se lee, sin embargo, dándole la vuelta a la frase, el aviso parece mucho más pernicioso: si no tienes una buena figura es porque tú no quieres.

Se crea así una especie de mito de ‘self-made woman’, el arquetipo del pensamiento liberal más radical, que defiende que cualquiera puede hacerse a sí mismo si lo desea. En ese constructo solo existe la voluntad, y quien no la posee es porque, de alguna manera, es un individuo inferior. Se eluden, con esa excusa, múltiples factores como el metabolismo, las enfermedades, la herencia genética o la simple fortuna que pueden condicionar el físico tanto o más que la intención que uno tenga, por muy intensa que esta sea.

En declaraciones a 'Bussiness Insider', David Barton, expropietario de una importante cadena de gimnasios de los Estados Unidos profundiza en esta idea: “Creo que alguien puede tener un ‘look’ increíble por miles de razones, una de las cuales puede ser, simplemente, que ya lo tenía antes por su propia genética”.

Desde el punto de vista de la salud, Barton alerta de que algunas tendencias defendidas por las ‘model fitness’ están causando lesiones en sujetos que asumen sus planes de entrenamiento, carentes de un asesoramiento personalizado. Este experto reconoce que es posible, incluso, que los ejercicios y programas que proliferan por Instagram sean efectivos para algunas mujeres. En otras, sin embargo, pueden ser muy dañinos ya que la condición física de cada persona es siempre distinta. En las cuentas de las ‘model fitness’ se publican a veces los resultados logrados por otras usuarias que han seguido a rajatabla sus sugerencias. Nadie advierte que en dichos muros no vemos nunca las imágenes de aquellas que no han mejorado con tales métodos.

Por motivos como los anteriormente señalados, la Royal Society for Public Health de Reino Unido ha llegado calificar a Instagram, en un estudio recientemente editado, como la red social más peligrosa para la salud mental de los jóvenes.

Con todo, siempre existen tonos de grises y no toda la información que hay en estas cuentas es tan polémica o sesgada. En el Confidencial hemos visto, por ejemplo, el caso de la instructora de fitness Anna Victoria, que quería exhibir la verdadera forma de su cuerpo a través de una foto que se hizo viral. También la de Milly Smith que quería demostrar con sus imágenes cómo la la postura, la actitud, los retoques digitales y la ropa acababan condicionando sus propias publicaciones.

Las redes sociales han sustituido definitivamente a otros escaparates tradicionales del cuerpo femenino, como las revistas de moda o la televisión. Si hacemos caso a las tendencias que despuntan en ellas, las maniquíes de clavículas marcadas no parecen el paradigma que hoy prolifera, tal y como sucedía antaño.

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