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¿Problemas con el ibuprofeno? Antes de tomarlo, prueba esto
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¿Problemas con el ibuprofeno? Antes de tomarlo, prueba esto

Cada vez son más las investigaciones médicas que vinculan el consumo de estos antiinflamatorios con efectos secundarios. Puedes evitarlos con estas alternativas

Foto: El ibuprofeno es uno de los medicamentos más consumidos, y tiene alternativas. (iStock)
El ibuprofeno es uno de los medicamentos más consumidos, y tiene alternativas. (iStock)

La innegable utilidad del ibuprofeno para reducir el dolor, ya sea el de carácter momentáneo o a largo plazo, lo han convertido en uno de los medicamentos básicos de nuestros botiquines en casa. Se trata de la sexta medicina más consumida en España y, según los datos que maneja el Sistema Nacional de Salud, se venden en torno a 18 millones de envases cada año. Sin embargo, cada vez son más las investigaciones médicas que vinculan el consumo de estos antiinflamatorios no esteroideos con efectos secundarios como problemas renales, óseos, auditivos y, más recientemente, un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón.

El ibuprofeno solo es dañino en el caso de que el paciente tenga trastornos crónicos o cuando su consumo sea demasiado frecuente

La pregunta no es si estas pastillas implican algún tipo de riesgo, sino, más bien, a partir de qué dosis cabe preocuparse. Pues bien, si uno está sano y tiene un dolor de cabeza de vez en cuando, puede recurrir a estos medicamentos sin problema. Es en el consumo frecuente y en el caso de que el paciente tenga trastornos crónicos cuando el ibrupofeno puede ser dañino. “Una cosa es que por un dolor puntual lo puedas tomar una vez y otra cosa es que todo el mundo tenga en su casa algún antiinflamatorio y que lo tome cada vez que tenga un mínimo dolor. La gente tiene que ser consciente de que esto puede ser perjudicial a medio y largo plazo", resume el doctor Carlos Escobar, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, para El Confidencial.

Si existen antecedentes familares en lo relativo a patologías cardiovasculares o si el paciente presenta otros factores de riesgo, como la presión arterial alta o el colesterol elevado, quizá sea interesante acudir a tratamientos alternativos. La doctora Jyotsna Nagda, una especialista clínica de dolor, enumera en la revista 'Time' otras opciones (habrá algunas más últiles que otras, según la dolencia) que hay que tener en cuenta, aunque, a buen seguro, no convencerán a todo el mundo.

Paracetamol

Se utiliza para mitigar la fiebre y reducir el dolor (no es antiinflamatorio). A diferencia del ibuprofeno, el paracetamol no se ha relacionado con una mayor probabilidad de desarrollar problemas cardíacos. Al respecto, Nagda asegura que es una alternativa especialmente recomendable para las personas de edad avanzada, pues suelen tolerar peor los antiinflamatorios. Sin embargo, también hay que tener presente que no está exento de riesgos. Puede causar daños hepáticos si se consume en dosis superiores a las recomendadas. “Lo aconsejamos solo cuando sea necesario, en vez de crear una rutina entorno al mismo. La gente debe tener cuidado con las dosis y si lo requieren con regularidad deben acudir a su médico de atención primaria”, afirma.

Aspirina

El ácido acetilsalicílico es otra opción a tener en cuenta. Además de reducir el dolor y la inflamación, combate la fiebre. Asimismo, su efecto antiplaquetario puede ayudar a evitar infartos y a mejorar la circulación de la sangre a través de las arterias, sobre todo en pacientes con afecciones cardíacas. No es indicada para personas con problemas de estómago o con enfermedades que causen un sangrado excesivo, como la hemofilia o la gota.

Dieta rica en ácidos grasos omega-3

El consenso científico está de acuerdo en que para la artritis y condiciones relacionadas los ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado (sobre todo en el salmón o la sardina), el aceite de oliva o en las nueces, pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación. Al respecto, la Sociedad Española de Reumatología asegura que los efectos beneficiosos aparecen a los dos o tres meses de iniciar el cambio de dieta o la toma del suplemento. Además, también ayuda evitar alimentos con propiedades inflamatorias, como el alcohol, los azúcares o la carne roja.

La cúrcuma

Se ha puesto de moda. Le llaman el azafrán de Oriente y hoy en día se puede encontrar tanto en herbolarios especializados como en grandes superficies. Se trata de una planta herbácea, hermana del jenjibre, a la que muchos profesionales apodan como el 'ibuprofeno natural'. Según un artículo publicado en 'Advanced Experimental Medical Biology', además de para condimentar la comida y darle su característico color amarillo, la cúrcuma sirve como antiinflamatorio y es especialmente recomendable para personas con artritis, colon irritable, afección de muelas o dolor menstrual, entre otras dolencias.

Acupuntura

Esta técnica de la medicina tradicional china puede ayudar a reducir el dolor de espalda, de cuello, de cabeza o el causado por la artritis, al menos eso asegura Nagda, la experta del dolor consultada por 'Time'. Según ella, no todos los pacientes tratados con la acupuntura mejoran, pero “cuando se analizan los riesgos y beneficios en comparación con las alternativas, esta sale ganando”. En España ya hay centros de la Seguridad Social que la ofrecen en las Unidades de Dolor (no sin polémicas) y cada vez hay más universidades que ofrecen grados o másters de la especialidad. El masaje es otra de las técnicas defendidas por algunos expertos.

Ejercicio físico

El ejercicio es otra buena manera de prevenir el dolor crónico o de reducir sus síntomas si ya se ha desarrollado. Asimismo, está comprobado que la actividad regular mejora la salud mental y la sensación de bienestar. Por ejemplo, nadar perfecto para mantenerse activo y flexible. Sin embargo, en este caso específico se ha demostrado que el tai chi es una práctica que podría ayudar a quienes padecen fibromialgia, artritis, dolor de cuello o de espalda. Consiste en movimientos lentos y sutiles que hacen mover todos los músculos sin provocar daño y sin apenas esfuerzo. Incluso si estas técnicas no llegasen a disminuir el dolor, pueden ayudar a las personas a lidiar con ello.

Meditación

La relajación, la meditación o la hipnosis son terapias complementarias aplicadas por un profesional que parecen reforzar los impulsos mitigadores del dolor que se envían desde el cerebro. Su eficacia no está científicamente demostrada del todo, aunque existen algunos estudios que apuntan a ello. Por ejemplo, una investigación del año pasado publicada en el 'Journal of Neuroscience' concluyó que las personas que practicaban meditación durante al menos 20 minutos tenían menos reacción a un estímulo doloroso que los que se sentaban y leían un libro. Sus autores aseguran que la práctica regular podría tener potencial como alternativa a los analgésicos.

Dormir mejor

Distintas investigaciones, tanto en ratones como en humanos, han concluido que el insomnio aumenta la sensibilidad al dolor. “Nuestra investigación sugiere que si usted tiene dolor crónico y no duerme lo sufieciente, su dolor se debe a eso”, señala Alban Latremoliere, autora del estudio publicado en 'Nature Medicine'. Curiosamente, el mismo estudio asegura que una dosis de café por la mañana podría ayudar a reducir el dolor y hacer que pases el día aliviado, pero si lo consumes demasiado tarde, podría hacer que el sueño y el dolor empeoren.

La innegable utilidad del ibuprofeno para reducir el dolor, ya sea el de carácter momentáneo o a largo plazo, lo han convertido en uno de los medicamentos básicos de nuestros botiquines en casa. Se trata de la sexta medicina más consumida en España y, según los datos que maneja el Sistema Nacional de Salud, se venden en torno a 18 millones de envases cada año. Sin embargo, cada vez son más las investigaciones médicas que vinculan el consumo de estos antiinflamatorios no esteroideos con efectos secundarios como problemas renales, óseos, auditivos y, más recientemente, un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón.

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