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La liberación sexual de la mujer madura: un testimonio en primera persona
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La liberación sexual de la mujer madura: un testimonio en primera persona

La sociedad acepta bien la sexualidad juvenil, pero no le gusta que ellas experimenten cuando pasan de los 40 años. Claire Dederer cuenta su reveladora experiencia

Foto: Claire Dederer, autora de 'Love and Trouble'.
Claire Dederer, autora de 'Love and Trouble'.

2011 fue un gran año para la escritora estadounidense Claire Dederer, al menos en apariencia. Había conseguido aupar su primer libro, 'Poser: My Life in Twenty-Three Yoga Poses' (Farrar Straus & Giroux), un peculiar y divertido libro autobiográfico, a los primeros puestos de la lista de 'best sellers' de 'The New York Times'. Durante esa época, no obstante, también comenzó a aflorar en su fuero interno una fuente de desasosiego e infelicidad: un nuevo e inesperado despertar sexual.

Lo explica en su nuevo trabajo, 'Love and Trouble: a Midlife Reckoning' (Alfred A. Knopf). A los 44 años, Dederer había conseguido todo lo que se proponía. Un buen esposo, hijos a los que amaba y éxito profesional. No obstante, parecía echar algo en falta, algo que parecía estar relacionado con sus deseos más íntimos. “Incluso el sexo con tu marido, que siempre había sido un punto de conexión, un alivio, una liberación, se convierte en una compuerta donde se agolpan todos los extraños que empiezan a llenar tu imaginación”, escribe en el primer capítulo.

Aceptamos que las jóvenes quieran hacer el amor, y que ese deseo no las convierte en putas, pero eso no se aplica cuando se casan

El volumen, que se ha publicado este mes en EEUU, es un relato en primera persona del despertar sexual de la autora. Pero no, este no concluye con un divorcio o un cambio de orientación sexual. Se trata más bien de un recuento de los anhelos de Dederer, que pasa más tiempo con sus amigas o escribiéndose con hombres a los que desea que antes de su despertar. En algún caso, llega a besarse con un escritor de novelas cortas, pero el libro no da muchos más detalles.

Foto: Es mucho más fácil de lo que te piensas. (iStock)

“El sexo cambia y vuelve a ser sucio, justo ahora cuando te haces vieja y las partes de tu cuerpo que deberían ser suaves están engordando”, prosigue. Pero el problema no es únicamente sexual sino que pone en peligro tanto su estabilidad mental como su energía y su capacidad de lidiar con el día a día, especialmente el laboral. Como explica la reseña publicada en 'The New York Times', “Dederer se enfrenta con una peculiar mezcla de bloqueo del escritor, crisis de mediana edad y redescubrimiento sexual”.

El sexo solo para las jóvenes

Más allá de los avatares románticos de la autora, el libro da pie a una interesante discusión, ha planteado la también escritora Kim Brooks ('The Houseguest') en 'The New York Magazine'. “Es curioso cómo hemos empezando a aceptar que las jóvenes pueden querer hacer el amor, y que ese deseo no las convierte en putas o zorras”, confiesa a la autora. “Pero esta nueva aceptación se esfuma cuando una mujer se casa y tiene un hijo; es en ese momento en el que todo su deseo sexual debe centrarse en su marido, contenido en insufribles citas nocturnas y masturbación a la hora de la siesta”.

En el raro caso de que una mujer casada sienta deseo, siempre se atribuye o a que ella es inestable o a que su marido es infame

Es una de las reivindicaciones del volumen: la sexualidad femenina está cada vez más aceptada, sí, pero solo entre las jóvenes. Y siempre y cuando no hayan formado una familia. Es un doble rasero respecto a lo que ocurre con los hombres que, como recuerda Dederer, parecen tener derecho a sus crisis de los cuarenta, a buscar una chica más joven que ellos y a dejar a su familia (con dispares resultados). De ahí que Brooks recuerde que al dejar de preocuparse tanto por los demás y de anteponer los deseos de su marido y sus hijos a los suyos propios no es que se haya emancipado, es que, más bien, ha hecho lo que los hombres suelen hacer al llegar a los cuarenta.

Con una diferencia: la culpa. Como recuerda Dederer, “en el raro caso de que una mujer casada sienta deseo, siempre se atribuye o a que ella es inestable o a que su marido es infame”. En otras palabras, la infidelidad masculina sigue considerándose como un mero episodio pasajero, cosas de la edad, mientras que la femenina, en su rol de pilar central de la relación de pareja, se transforma en “un referéndum sobre su matrimonio o una indicación de que no está consiguiendo algo de su hombre”. Si un hombre desea a otra, es una manera de satisfacer sus impulsos antes de volver al hogar (y se les aplaude si son capaces de resistir la tentación); si una mujer desea a otro hombre, está destruyendo su matrimonio.

placeholder Kim Brooks, autora de 'The New York Magazine'.
Kim Brooks, autora de 'The New York Magazine'.

“La esposa da un ultimátum, se harta y sufre”, explica. “¿Por qué es ese el único rol que puede jugar una mujer de mediana edad?” La MILF es, ante todo, un (gran) tefiche masculino. Sin embargo, Brooks propone a partir de diversos testimonios una revisión de ese concepto de la “madre que me follaría”. ¿Y si pudiese ser “no solo un objeto, sino una persona, un sujeto que también quiere hacer sus cosas”?

La trampa del matrimonio

La periodista del medio neoyorquino lo explica a partir de su propia experiencia, muy semejante a la de Dederer. Ella también experimentó una súbita necesidad de ser tomada en cuenta sexualmente. Como confiesa, de repente no le importaba “liarse con una chica con un pelo bonito y tatuajes molones, o con el camarero barbudo que nos acaba de poner una sidra, o con mucha gente diferente, hombres y mujeres, amigos y extraños, gente mucho menos guapa, lista e inteligente que mi marido”. Como ocurrió con Dederer, el asunto no fue muy lejos. Se escribió con algunos hombres, fantaseó con otros tantos y terminó descubriendo que este juego no era un síntoma de la decadencia de su matrimonio, sino “un ir y venir del deseo”.

Me di cuenta de que mi libido era simplemente demasiado grande para el matrimonio

Para entender un poco mejor qué ocurre, la autora recurre a la también escritora Arielle Greenberg, autora de, entre otros, el poemario 'Home/Birth'. A diferencia de los otros dos casos, ella sí decidió tomar cartas en el asunto, proponiendo a su marido una relación abierta: “Me di cuenta de que mi libido era simplemente demasiado grande para el matrimonio”. Una decisión pragmática, reconoce, y que tenía como objetivo evitar caer en la trampa de pensar que nuestra pareja debe cubrir todas nuestras expectativas y deseos.

¿Cómo de habitual es este repentino redescubrimiento del deseo? Dederer cifra en la introducción que “por cada persona como tú, con ese brillo loco en sus ojos, hay tres otras mujeres que dicen que son felices haciéndolo solo una vez al mes”. Como añade la terapeuta Elena Vassallo Crossman, el deseo es habitual. Sin embargo, este tortura mucho más a las mujeres, porque han interiorizado que deben rechazarlo. “Es una cultura que se siente cómoda con las mujeres como madres.

Foto: El aprendizaje sobre el amor y el sexo dura toda la vida. (iStock)

Más allá de los pequeños episodios picantes del libro –por ejemplo, el deseo de Dederer por ser dominada en la cama o el recuento de sus conquistas durante la adolescencia–, este está llamado a convertirse en una obra-faro de la reivindicación de la sexualidad femenina después de los 40 por la facilidad con la que muchas coetáneas ya se han sentido identificadas con ella. “Hemos dado a las jóvenes mucha más libertad que antes, pero al mismo tiempo, la mayoría de las que eligen casarse y ser madres se decantan por ello de una forma tremendamente tradicional y que consume todo su tiempo”. La próxima frontera por conquistar, la segunda ola del deseo.

2011 fue un gran año para la escritora estadounidense Claire Dederer, al menos en apariencia. Había conseguido aupar su primer libro, 'Poser: My Life in Twenty-Three Yoga Poses' (Farrar Straus & Giroux), un peculiar y divertido libro autobiográfico, a los primeros puestos de la lista de 'best sellers' de 'The New York Times'. Durante esa época, no obstante, también comenzó a aflorar en su fuero interno una fuente de desasosiego e infelicidad: un nuevo e inesperado despertar sexual.

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