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Así se entera tu pareja de todo lo que haces (por el móvil)
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Así se entera tu pareja de todo lo que haces (por el móvil)

La empresa Flexispy, una de las que figura en los Papeles de Panamá, factura millones vendiendo programas para controlar los teléfonos y todas sus aplicaciones, como Whatsapp o Facebook

Foto: Una mujer tecleando en un móvil. (iStock)
Una mujer tecleando en un móvil. (iStock)

Cada día se reciben más denuncias por espionaje telefónico. La Unidad de Investigación de Delitos Tecnológicos del Cuerpo Nacional de Policía cada vez gestiona más demandas y preguntas de gente que cree que le están robando la información de sus teléfonos. Principalmente, se trata de hombres o mujeres celosos de sus parejas que llevan su obsesión hasta el punto de tratar de conocer cualquier clase de comunicación. Al calor de esa pulsión han surgido empresas que proporcionan un software muy sofisticado y caro (hasta 1.000 euros) que están ganando muchísimo dinero a costa de espolear ese instinto de control absoluto.

El líder de este emergente sector es Flexispy, una empresa creada en 2006 en Tailandia, que factura millones de dólares anualmente y que figura en los papeles de Panamá como uno de los clientes del despacho Mossack Fonseca y usuarios de los paraísos fiscales (su dueño es Atir Raihan, a quien algunos medios apuntan también como responsable de la venta a regímenes totalitarios de software malicioso).

Se puede controlar de modo instantáneo desde los mensajes de Whatsapp, Facebook o Tinder hasta el correo o las fotografías

Los programas que desarrolla Flexispy son capaces de controlar el teléfono hasta el punto de activar el micrófono o la cámara desde un lugar remoto y ver u oír en directo lo que esté sucediendo cerca del terminal. También recibir todos los mensajes de cualquier aplicación: Whatsapp, Facebook, Tinder, correo electrónico o Twitter. El programa también graba las llamadas que se hacen desde el teléfono y las que recibe. El espía puede luego guardar toda esa información aunque el dueño del teléfono la borre de su terminal.

Espiar un teléfono ajeno es delito. Aunque si se trata “de un mero fisgoneo o una visión fugaz”, la cosa puede ser más leve y no conllevar más que una amonestación. Según el artículo 197 del Código Penal se sanciona esa malsana curiosidad con entre uno y cuatro años de prisión. Si lo hace un familiar, peor, pues hay “agravante de parentesco”. Así que si usted está pensando en recurrir a alguno de esos muchos programas que se ofrecen por la red para monitorizar el terminal de otra persona, que sepa que es un delincuente en potencia. "De lo más sagrado en nuestro orden constitucional es la intimidad", sentencia un magistrado.

Ni un secreto a salvo

La compañía a través de la que Roihan ha construido su imperio y por la que se costea un ostentoso modo de vida vende su paquete 'premium' por 199 dólares y asegura que con su software se puede controlar absolutamente todo el contenido del celular de otra persona: mensajes de Whatsapp, Facebook o Tinder incluidos. Por supuesto, fotos y correos electrónicos. Todo. Absolutamente todo, no queda ni un solo secreto a salvo.

La función más cara del programa de Flexyspy va un paso más allá en el control a la persona propietaria del móvil y también es capaz de rastrearla a través del GPS para ubicar exactamente dónde se encuentra en cada momento, aunque el teléfono tenga desconectado su localizador. Con esta versión también se pueden escuchar las llamadas teléfonicas que recibe la otra persona al mismo tiempo en el que se producen. Todo incurriendo en flagrantes delitos.

Las empresas "se lavan las manos" con una advertencia de que “puede ser un delito instalar software en un teléfono que no le pertenece"

Pero eso sí, antes de finalizar la compra uno debe aceptar un aviso legal en el que le advierten que “puede ser un delito instalar software en un teléfono que no le pertenece sin consentimiento del propietario, así que usted declara que el programa será usado solo de manera legal”, dice el texto. La empresa, cuestionada sobre la cobertura de legalidad en España, asegura muy rotunda y por mensaje que es legal. Y, sí, lo es “si lo instalas en un teléfono tuyo o en el de alguien que te deja hacerlo”, explica el abogado Sergio Herrero, pero lo habitual no es eso.

Quien comete el delito es quien instala el troyano en el teléfono de otra persona, pero aquel que paga a un ciberdelincuente para que lo haga “también tiene una responsabilidad que conlleva exactamente la misma pena de cárcel ”, concreta Herrero. El inductor sería condenado por “cooperador necesario” e incluso como autor directo.

Pasiones humanas

El conocido hacker y actual jefe de seguridad de sistemas de Telefónica Chema Muñoz lleva años recopilando las peticiones que la gente le hace para que espie Facebook o Whatsapp ajenos: “Me piden cosas que tienen que ver con las debilidades y pasiones humanas”, escribe el célebre experto en su blog ‘Un informático en el lado del mal’. “Hola Chema, quiero hackear el celular de mi novia, cómo puedo hacer, te pago lo que pidas”, es uno de los mensajes que recibe casi a diario Muñoz y que en muchos casos incluyen promesas de pagos astronómicos. En este caso lo firma Mariano. “Es un delito y quien ayude a cometerlo también se convierte en un delincuente”, zanja el informático, que dejó de poner estos mensajes en su web y cerró su Facebook porque le machacaban a mensajes privados pidiéndole cometer estos actos.

Si uno tiene sospechas porque su batería se calienta mucho u otros motivos se puede recurrir a un perito informático para que haga un informe

La Unidad de Investigación de Delitos Tecnológicos del Cuerpo Nacional de Policía ha detectado un notable aumento en las denuncias de este tipo de hechos. “Gente que ve cosas raras en su teléfono”, explican los agentes. Una de esas cosas raras es que la batería se caliente más de lo normal o se acabe muy deprisa. Se puede recurrir a un perito informático para que haga un informe del teléfono. Ese fue el caso del de la diputada de Madrid Noelia Martínez, que denunció a su expareja, el también diputado y ahora senador del PSOE José Cepeda, de haberle metido un programa espía en un teléfono que le regaló. El peritaje no halló rastro del programa y al político se le retiraron los cargos en 2016.

Las empresas que venden este software espia -hay muchas más a parte de Flexispy, aunque esta es la más reconocida y la más cara- aseguran que es indetectable. Lo cierto es que uno necesita coger el teléfono en el que lo quiere instalar y cambiar su configuración a "ruteándolo" para que la aplicación funcione en el caso de Android o "haciendo jailbreak" en el caso de Apple. Son necesarios varios minutos para completar el proceso.

Facturas de 1.000 dólares

El hacker Daniel García, más conocido en la red como cr0hn dice que la gente "es muy despreocupada con la seguridad de sus aparatos e incluso, a veces, no los tocan para no romper nada" y ejemplifica esa ligereza del usuario normal: "Hace no mucho salió una aplicación que en teoría era una linterna y te pedía que le dieras permiso para acceder a tu ubicación y tus contactos y la gente accedía. Era una trampa, pero pasaron meses hasta que la retiraron".

"Antes lo más habitual es que se metiesen los virus de manera remota por el teléfono", explica Daniel, que señala a las "mafias, especialmente rusas", que tenían interés en monitorizar los correos y otra información para ver si obtenían datos "interesantes" desde el punto de vista económico. "También algunos malos lo hacían por encargo para temas de celos", asegura Daniel, que cree que de esos espionajes iniciales surgió la idea de estas grandes empresas de explotar ese mercado basado fundamentalmente en la desconfianza de la pareja. Los programas que se venden para controlar un teléfono de manera remota son mucho menos completos que los que se instalan directamente en el terminal y muchos de ellos son, directamente, una estafa: no funcionan.

Mientras, hay empresas, como Flexispy, que mandan minutas de hasta 1.000 dólares por trabajos específicos para parejas celosas.

Cada día se reciben más denuncias por espionaje telefónico. La Unidad de Investigación de Delitos Tecnológicos del Cuerpo Nacional de Policía cada vez gestiona más demandas y preguntas de gente que cree que le están robando la información de sus teléfonos. Principalmente, se trata de hombres o mujeres celosos de sus parejas que llevan su obsesión hasta el punto de tratar de conocer cualquier clase de comunicación. Al calor de esa pulsión han surgido empresas que proporcionan un software muy sofisticado y caro (hasta 1.000 euros) que están ganando muchísimo dinero a costa de espolear ese instinto de control absoluto.

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