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Mi doble vida tras graduarme: gerente de día, dominatrix de noche
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EN LA MAZMORRA SEXUAL

Mi doble vida tras graduarme: gerente de día, dominatrix de noche

La joven británica Jenny Nordbak desvela en 'Las cartas de Scarlett' las preferencias sexuales más insólitas de las estrellas de Hollywood

Foto: Uno de los fetiches más demandados es el zapato de tacón alto. (iStock)
Uno de los fetiches más demandados es el zapato de tacón alto. (iStock)

Cuando Jenny Nordbak acababa de graduarse en la universidad contestó a un anuncio de trabajo en el que no se requería experiencia previa. Y vaya experiencia resultó ser… La joven de 22 años pronto se encontró trabajando en una mazmorra sexual de Los Ángeles, poniendo una correa de cuero atada a los genitales de una estrella de Hollywood y arrastrándolo por el suelo, según revela en 'Las cartas de Scarlett', un libro biográfico que desvela las preferencias de lo más selecto del faranduleo estadounidense.

En su poco ortodoxa cruzada por comprender las fantasías más insólitas, la doble vida de Nordbak duró dos años. Durante el día era gerente de la construcción, pero por la noche se convertía en la señora Scarlett, que en cada sesión proporcionaba ese extraño sentimiento entre el placer y el dolor a aquellos que disfrutaban sometiéndose a su poderío.

El mundo corporativo es dominado por hombres, y en la mazmorra yo era quien los dominaba

Al principio empezó con actores desconocidos, pero poco a poco fue corriendo la voz sobre sus habilidades y empezaron a solicitar sus servicios los rostros más famosos de la industria cinematográfica. En particular, existe una expectación descomunal por conocer la identidad de un actor al que, según Nordbak, "la mayoría de las mujeres, y estoy segura que algunos hombres, han fantaseado besar”. Los tabloides preguntan con insistencia: “¿Quién es él?”. Y ella se niega a nombrar al caballero misterioso.

De sumisa a dominatrix

Fue en 2010 cuando la joven de origen inglés dio un giro a su carrera: optó por un 'máster' en dominación y sadomasoquismo, y seguramente recibió una educación que superó sus más retorcidas expectativas. Sus nuevos "patrones" prometieron entrenarla, y ella tenía mucho que aprender.

Lo primero fue el glosario de términos. En el negocio, todo el mundo comienza siendo una sumisa (sub, en la jerga de los calabozos sexuales de Los Ángeles). Son aquellas que aceptan al 'Amo' como su dueño, como si fuera de su propiedad, y durante la sesión están a disposición de lo que al cliente le plazca. A dominatrix, ataviadas con botas de tacón de aguja y mono negro y ceñido de cuero o látex, solo llegan las mejores. Hay que conocer con profundidad los secretos escondidos tras los fetichismos, las fustas y látigos. Para alcanzar el puesto de 'switch' -capaz de ponerse en las botas tanto de una sub como una dominatrix- tuvo que estudiar (sí, estudiar), leer libros, practicar con compañeros y atender a clases.

Lo que los hombres querían se centraba en: humillaciones, azotes, castigos, actuar como esclavos y fetichismo de pies

Su compañera de piso era la única persona que conocía de su doble vida. Más o menos, asegura Nordbak, le explicó así en qué consistía su nuevo trabajo nocturno: “Es similar a un burdel, aunque no hay sexo y se centra en los fetiches”. La joven tuvo que hacer malabarismos con los horarios para compaginar sus dos trabajos: “Por la noche exploraba el secreto y oscuro mundo subterráneo, pero cuando llegaba a casa a veces tenía la sensación de que me estaba perdiendo fuera de sus límites. Durante el día volvía al desafío de aprender y sobresalir en un entorno mucho más tradicional. A veces dejaba el trabajo sofocada o aburrida, y todo lo que tenía que hacer para solucionarlo era comenzar mi turno en la mazmorra. Fue el momento más agotador y emocionante de mi vida", asegura Nordbak.

Donde la fantasía es sagrada

En este Disneylandia del fetiche para adultos, los roles se invertían: "El mundo corporativo es dominado por hombres, y en la mazmorra yo era quien los dominaba", señala la autora. “La mazmorra es un espacio donde la fantasía es sagrada y nadie es juzgado por su curiosidad sobre algo fuera de lo común”, señala Nordbak a 'The Independent'. “No había sexo, tan solo jugábamos con fantasías y atendíamos a peticiones inusuales”. Lo que los hombres querían -en ocasiones mujeres o parejas también, pero la clientela era predominantemente masculina- se centraba en humillaciones, azotes, castigos, actuar como esclavos y fetichismo de pies. “Muchos solo querían que una mujer poderosa los controlara”.

Sin duda, lo peor de su trabajo eran los clientes irrespetuosos que trataban de estirar los límites que habían establecido antes de la sesión. “No sucedía a menudo, pero cuando pasó fue una experiencia degradante y me hizo preguntarme por qué trabajaba allí”.

Ella asegura que convertirse en la señora Scarlett le enseñó a aprovechar y abrazar su poder como mujer. Y a no tener miedo a alzar su voz. Ahora feministas como la senadora demócrata por Massachusetts Elizabeth Warren han alabado las lecciones que se extraen de sus páginas: "Olvídate de '50 sombras de Grey', Jenny Nordbak tiene una historia post-graduación mucho más intrigante. Mientras ella comparte su vida como la señora Scarlett, proporciona una visión muy interesante de la sexualidad humana”.

Cuando Jenny Nordbak acababa de graduarse en la universidad contestó a un anuncio de trabajo en el que no se requería experiencia previa. Y vaya experiencia resultó ser… La joven de 22 años pronto se encontró trabajando en una mazmorra sexual de Los Ángeles, poniendo una correa de cuero atada a los genitales de una estrella de Hollywood y arrastrándolo por el suelo, según revela en 'Las cartas de Scarlett', un libro biográfico que desvela las preferencias de lo más selecto del faranduleo estadounidense.

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