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La economista que previó la crisis desvela los graves peligros que corre nuestro dinero
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La economista que previó la crisis desvela los graves peligros que corre nuestro dinero

La economista Ann Pettifor explica cómo anticipó la recesión y por qué los políticos, tanto de izquierdas como de derechas, no saben cómo lidiar con las entidades financieras

Foto: La economista que pide acabar con el poder de los bancos.
La economista que pide acabar con el poder de los bancos.

Ann Pettifor, economista e investigadora honorífica de la City University de Londres y directora de investigación de la red sobre políticas macroeconómicas (PRIME), es una mujer menuda engullida por un sofá. Hasta que comienza a hablar. Entonces se incorpora, se inclina hacia delante, y comienza un largo monólogo trufado de risas, gesticulación manual y toques de atención en las rodillas de su interlocutor. Autora en 2006 del libro que anticipó la crisis (‘The coming world debt crisis’), ahora regresa a la primera línea editorial con ‘La producción del dinero’ (Lince, 2017) y un propósito en el subtítulo del libro: “Cómo acabar con el poder de los bancos”. Compañera de púlpitos de Yanis Varoufakis, antiguo ministro griego, y antagonista del ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble, para esta especialista en política monetaria la clave es "restaurar una autoridad democrática y regulatoria que controle a los bancos y levante el secretismo con que manejan sus asuntos".

PREGUNTA. ¿Cómo se produce el dinero?

RESPUESTA. El dinero es una creencia. Un sistema de confianzas mutuas. Los particulares hacen un trato y un tercero, la ley, garantiza que eso realmente va a ser así.

P. Aunque habrá distintos grados de confianza, ¿no?

R. Sí, claro. Yo no te conozco y no me fío de ti. Si tienes una tarjeta, ya me dice que puedes ser de fiar. Si la tarjeta es una 'black', me dice que, probablemente, serás un príncipe saudí y aún me fío más de ti.

P. De ese modo el dinero y el crédito van siempre ligados.

R. Claro. No hay flujo de dinero si no hay gente pidiendo dinero. El sistema monetario es muy democrático si lo dejan solo y también depende de nosotros: si nosotros no pedimos, la economía se comprime.

Tenemos que controlar a los bancos. El dinero es una construcción social y tiene que haber un marco legal y democrático que lo regule

P. Por eso dice usted que hay muchos modos de generar dinero, al margen de la acción de los bancos centrales.

R. Por supuesto, somos participantes y actores principales. Si no tenemos dinero ni trabajo y estamos deprimidos y no tenemos confianza, la economía se comprime con nosotros. Necesitamos comprender que tenemos ese poder.

P. Pero eso parece que da la razón a quienes consideRan que los mercados se autorregulan...

R. No, en absoluto, porque el dinero es una construcción social y necesita un sistema judicial que funcione.

P. Lo que no parece que haya sido el caso de estos años.

R. En efecto, el sistema financiero estalló porque especularon y se volvieron unos jugadores enloquecidos. Los bancos han estado por encima de las leyes de los países y las de los propios mercados. Antes, entre 1944 y 1961, bajo la influencia de Keynes (que, por cierto, no estaba especialmente interesado en la política fiscal), las leyes en ese periodo controlan el mercado, pero hay un punto en el que por la globalización ese consenso se destruye y comienza el principio del desastre.

El dinero se genera con préstamo. Los países se tendrían que haber endeudado y no generar una doble contracción económica

P. Que culmina en su máxima expresión financiera en 2008...

R. La gente dejó de pedir prestado y, por culpa de los economistas, los gobiernos dejaron de pedir prestado. Con lo cual se creó una doble contracción. Los países se tendrían que haber endeudado. La deuda de Estados Unidos es de las más altas del mundo y nadie tiene ninguna duda de que la pagará. ¿Por qué? Pues porque se sabe que están los impuestos de los ciudadanos detrás.

P. Usted anticipó el estallido.

R. No era muy difícil de deducir si una bailarina de striptease en Florida tenía cinco hipotecas concedidas, cuando era obvio que no iba a poder pagarlas y el sistema iba a reventar, pero mientras tanto ese dinero se usaba para inflar productos financieros.

P. ¿Por qué se equivocaron los bancos?

R. Los bancos se equivocaron por codiciosos. En lugar de prestar el dinero a empresas con buenas ideas dedicadas a la economía productiva, pero en las que el retorno del dinero iba a ser menor y menos inmediato, apostaron por jugarse el dinero en productos financieros especulativos para ganar mucho más en mucho menos tiempo.

P. Pero en eso no parece que haya habido mucho cambio, ¿no?

R. Ninguno porque les funciona. Siguen jugando a eso, como el que juega en una casa de apuestas, y la verdad es que les va bien.

Las entidades no usaron el dinero que se les dio para reactivar el préstamo porque consideraron más lucrativo apostar

P. Pero previamente hubo que inyectarles dinero público...

R. Sí, pero ese dinero no provenía de los impuestos de los ciudadanos. De todos modos yo no soy partidaria de la nacionalización de los bancos. Soy partidaria de que los gobiernos ejerzan su función de control y no de que se alíen de manera secreta y oculta con los propios bancos en asuntos muy turbios de corrupción. Una situación que, por cierto, favorece la irrupción de los populismos y fuerzas antidemocráticas. Los ciudadanos más afectados tienen la esperanza de que estos hombres y mujeres fuertes les protejan de las políticas neoliberales que favorecen los mercados financieros, comerciales y laborales mundiales sin ningún tipo de restricción.

P. En teoría, esas inyecciones de liquidez fueron para reactivar el crédito.

R. No usaron el dinero que les dieron los estados para prestarlo por dos motivos: uno, porque no consideraron buena idea dejar dinero a economías hundidas y dos, porque usarlo para otros asuntos de tipo especulativo era y es más lucrativo.

P. ¿Cree que las recetas aplicadas por los políticos, incluidos las de aquellos que se califican de izquierdas, son acertadas?

R. Los políticos de izquierdas están tan perdidos o más que cualquier otro. Ponen el acento en asuntos que no se acercan al corazón de los problemas, probablemente porque no saben. Como la mayoría de los economistas, la izquierda parecía no entender ni jota del sector financiero. En cambio, la atención se centraba en la economía del mundo real: la fiscalidad, los mercados, el comercio internacional, el FMI y el Banco Mundial, las políticas de empleo, el medio ambiente, el sector público. Muy pocos habían prestado atención a las vastas, crecientes e intangibles actividades del sector financiero privado desregulado. Como resultado, muy pocos de la izquierda (en general, aunque con claras excepciones) y, en este sentido también de la derecha, fueron capaces de realizar un análisis sólido de las causas de la crisis y, por tanto, de las políticas necesarias para recuperar el control de ese importante bien público que es el sistema monetario.

Los políticos de izquierdas no tienen la menor idea del sector financiero y sus recetas para la crisis fueron desastrosas

P. Usted denuncia que los economistas, y eso parece grave, tampoco saben gran cosa de política monetaria.

R. Escuchándoles parece que tuvieran una enorme ignorancia sobre el asunto. Eso se puede deber a dos cosas: que en las facultades de Economía se considera un asunto menor y no se enseña bien o que sí lo sepan pero prefieran pasarlo por encima por motivos oscuros.

P. Usted sostiene que es lo más importante...

R. Mire, es tan importante que da un poco igual que Escocia quiera ser independiente mientras se integre en otra moneda, o Cataluña. Es lo mismo de Grecia, que se vio tratada como un país menor porque a diferencia de Italia y España, cuyo tamaño les permite tener peso, no contaban para nada dentro del euro.

Ann Pettifor, economista e investigadora honorífica de la City University de Londres y directora de investigación de la red sobre políticas macroeconómicas (PRIME), es una mujer menuda engullida por un sofá. Hasta que comienza a hablar. Entonces se incorpora, se inclina hacia delante, y comienza un largo monólogo trufado de risas, gesticulación manual y toques de atención en las rodillas de su interlocutor. Autora en 2006 del libro que anticipó la crisis (‘The coming world debt crisis’), ahora regresa a la primera línea editorial con ‘La producción del dinero’ (Lince, 2017) y un propósito en el subtítulo del libro: “Cómo acabar con el poder de los bancos”. Compañera de púlpitos de Yanis Varoufakis, antiguo ministro griego, y antagonista del ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble, para esta especialista en política monetaria la clave es "restaurar una autoridad democrática y regulatoria que controle a los bancos y levante el secretismo con que manejan sus asuntos".

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