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"Cuando haya ganado un millón, dejo de ser prostituta""
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Confesiones desde el burdel

"Cuando haya ganado un millón, dejo de ser prostituta""

Las prostitutas de uno de los pocos lugares en que los que su actividad está completamente reglada cuentan los problemas a los que se enfrentan

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"Cuando haya ganado un millón de dólares, lo dejo. Creo que en menos de un año lo habré conseguido", asegura Sierra, que ejerce la prostitución en un pequeño pueblo del estado de Nevada, el único en el que es legal esta actividad en Estados Unidos y el primero del mundo en el que se reguló completamente (en 2010). En su extenso territorio hay 24 burdeles. Pero son muy distintos de lo que a priori pudiera pensarse. A diferencia de los caserones diseminados por todas las carreteras secundarias de España que bajo el cartel de hostal alojan a las meretrices, las viviendas de estas trabajadoras en EEUU son, según comparación de ellas mismas, "resorts de vacaciones".

Las prostitutas ganan más de 20.000 dólares al mes, según aseguran, y casi todas piensan que es un trabajo "temporal" para después "tener una vida mejor". “Pensé en dejar la rutina, cambiar de vida, ganar más dinero, ya sabes, es como unas mini vacaciones. A veces uno necesita hacer un paréntesis de su vida habitual”, redunda en la idea Crystal. Muchas de estas mujeres trabajan algunos meses del año y el resto regresan a sus casas. Otras trabajan dos semanas sí y otras dos no con una agenda flexible que depende del dinero que tengan previsto ganar. Pero algunas están directamente obligadas a quedarse en el burdel durante todo el tiempo que dure su contrato.

Las normas de los condados o los pueblos donde ejercen les prohíben salir a la calle entre las siete de la tarde y las siete de la mañana

Todas esas reflexiones se extraen de los testimonios recogidos por Sarah Jane Blithe, de la Universidad de Nevada, en Reno, y Anna Wiederhold, de la de Texas, para elaborar un estudio sobre cómo se manejan las prostitutas en su trabajo y cómo padecen, si es que los padecen, los estigmas asociados a su profesión. Pero de sus palabras se deduce que no les preocupan ni lo más mínimo ni lo uno ni lo otro. Ni siquiera el hecho de que las normas de los condados o los pueblos donde ejercen les prohíban salir a la calle entre las siete de la tarde y las siete de la mañana. Legalmente deben quedarse en el burdel durante ese tiempo. Jada se saltó las normas una noche para ir al Burger King a tomarse una hamburguesa. Si la hubiesen pillado la hubieran arrestado e impuesto una fuerte multa.

Porque sí, la prostitución es legal en Nevada, pero bajo ciertas condiciones: "Las chicas pueden salir a cenar a un restaurante e ir de tiendas, pero deben ir vestidas de forma apropiada y jamás acercarse en la calle a un potencial cliente". Lo que no queda explicado en las leyes del condado es quién y cómo juzga lo que es vestir de forma apropiada. Estas "normas para prostitutas" las deben asumir todas las trabajadoras del sector cuando firman sus contratos y piden sus permisos de trabajo en los pueblos en los que se ubican los burdeles.

"No se debe dormir donde se trabaja"

Uno de los gerentes de un club, Rick, asegura a una de las mujeres: "Si el macho que anda por la calle te identifica como una chica del oficio, se va a acercar a ti de un modo mucho más peligroso. Es mejor para la seguridad que no salgáis afuera". Y, ella, Gisele, se muestra conforme: "Totalmente de acuerdo". Todas las trabajadoras se toman absolutamente en serio las normas que las impiden circular libremente por los pueblos en los que trabajan.

El estudio de las dos profesoras no esconde la polémica que suscita cuánto de voluntario o no hay en el trabajo de la prostitución. Precisamente es por eso por lo que escoge este pequeño microcosmos (seis burdeles y 18 personas son las entrevistadas) en el que existe desde 2010 una regulación muy pormenorizada y los contratos y condiciones de las mujeres son absolutamente transparentes. Lo que no quiere decir que a ninguna le agrade el trabajo. De hecho, el estudio no se detiene sobre los sentimientos que su profesión produce en las entrevistadas, solo en el estigma social que firman por contrato (la condición de no poder salir a determinadas horas y el hecho de que todo el mundo conozca a qué se dedican).

Desde Hetaira, centrada en "los derechos de las trabajadoras del sexo", deploran unas condiciones que consideran "neoliberales y explotadoras"

A este respecto, desde la asociación Hetaira, centrada en "los derechos de las trabajadoras del sexo", su portavoz, Elisa Arenas, deplora las condiciones de legalización de Nevada (al igual que las de Holanda o Alemania, aunque estas por otros motivos) y las tilda de "neoliberales y por tanto explotadoras". Su colectivo aspira a equiparar los derechos y deberes de las prostitutas a los de cualquier otro trabajador.

Por otra parte, sobre el caso concreto de Nevada, Arenas lamenta que vivan en el burdel: "Siempre hemos dicho que no se debe dormir en el mismo sitio en el que se trabaja. No es bueno ni para las prostitutas ni para ningún otro trabajador". Para la portavoz el debate sobre la prostitución se resume en: "Libertad y derechos".

Contables y asesores

Casi todas eligen vivir allí, en los "resorts de vacaciones", aunque podrían no hacerlo. Firman un contrato temporal por el que se comprometen a ejercer diariamente durante dos meses o el plazo que se estipule y después pasan pequeñas temporadas en su casa, que en ocasiones puede estar a miles de kilómetros del burdel. Muchas de las entrevistadas, 18, tienen hijos. Todas son muy jóvenes.

Tampoco parece que la relación con los dueños de los locales, lo que en España vendrían a ser los proxenetas (aquí se quedan una comisión pactada previamente y registrada legalmente por cada cliente de las chicas), sea muy traumática. "Nos apoyan mucho en otros aspectos de nuestras vidas", recalca una de ellas, que asegura que les facilitan el contacto con contables y asesores "porque ellos saben de qué va este negocio".

Esto es una oportunidad. Piensa una cifra, 10.000, 20.000, y multiplícala por dos. Puedes trabajar cinco años en esto y luego retirarte

Los propietarios de los clubes también insisten mucho en la idea del trabajo bien remunerado y temporal, sin hacer el menor hincapié en las "especificidades" de la actividad: "Esto es una oportunidad. Piensa una cifra, 10.000, 20.000, y multiplícala por dos. Puedes trabajar cinco años en esto y luego retirarte para siempre”, asegura uno de ellos, entrevistado en el estudio.

Así, como una oportunidad, lo entendió Jada: "Tengo dos carreras y soy propietaria de un pequeño negocio, así que tengo un montón de deudas y muchos proyectos para mi empresa,de modo que lo que hago es invertir en mí misma, ganamos mucho dinero con esto". Jada considera friamente los beneficios y no duda en que compensan otros inconvenientes.

"¡Mercedes ama el burdel!"

De hecho, casi todas intentan ver con frialdad y cierto punto cínico su forma de ganarse la vida. Por ejemplo, Mandy, cuando le preguntan por los posibles estigmas en la pequeña comunidad en la que reside y trabaja: "¡Es muy gracioso cuando vas al centro de salud y marcas la casilla de que te pagan por sexo!. Inmediatamente vienen dos o tres doctores y tratan de hacerte una evaluación psiquiátrica, tratando de que les digas que están abusando de ti".

Parece que les molesta más tener de vez en cuando algunas dificultades de tipo práctico. "Tío, gano más de 20.000 pavos al año, déjame comprarme un Audi", dice Rachel rememorando cuando le denegaron la financiación de un coche al mostrar el origen de sus ingresos. Así que se compró un Mercedes. Sin explicar muy bien la razón, Rachel, exclama: "¡Mercedes ama al burdel!"

Otros estudios sobre la psicología que aplican las prostitutas de "pagar ahora el precio" ejerciendo un trabajo estigmatizado para obtener una vida mejor en el futuro con el dinero amasado concluyen que nunca se cumplen las expectativas. Y que la decisión de abandonar la "profesión" se va postponiendo eternamente. Rachel, una de las mujeres entrevistadas, reconoce que ha conocido "a muchas chicas que han vuelto al oficio después de malgastar todo lo que habían ganado anteriormente".

"Cuando haya ganado un millón de dólares, lo dejo. Creo que en menos de un año lo habré conseguido", asegura Sierra, que ejerce la prostitución en un pequeño pueblo del estado de Nevada, el único en el que es legal esta actividad en Estados Unidos y el primero del mundo en el que se reguló completamente (en 2010). En su extenso territorio hay 24 burdeles. Pero son muy distintos de lo que a priori pudiera pensarse. A diferencia de los caserones diseminados por todas las carreteras secundarias de España que bajo el cartel de hostal alojan a las meretrices, las viviendas de estas trabajadoras en EEUU son, según comparación de ellas mismas, "resorts de vacaciones".

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