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La misteriosa tumba de los secretos del cementerio de Ginebra
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La misteriosa tumba de los secretos del cementerio de Ginebra

Durante los próximos 20 años, todos los visitantes podrán depositar sus pensamientos más profundos en la ranura de una misteriosa lápida. ¿Cuál es el objetivo?

Foto: Pasillo central del Cementerio de los Reyes. (CC/Yann Forget)
Pasillo central del Cementerio de los Reyes. (CC/Yann Forget)

Los turistas que visiten la localidad suiza de Ginebra y acudan al Cimetière des Rois (Cementerio de los Reyes) se encontrarán con una de las tumbas más peculiares del mundo, de 50 por 50 centímetros. No solo porque en ella no figure ningún nombre propio sino porque, contradiciendo las reglas funerarias, encontrará en su superficie una ranura semejante a la de un buzón de Correos. No es una casualidad: sirve, efectivamente, para introducir cartas o notas escritas.

“Aquí reposan los secretos de los paseantes del Cementerio de los Reyes” se puede leer en la lápida. Por ahora –fue instalada el pasado mes de octubre–, es probable que tan solo unas pocas decenas de secretos esperen su momento a ser exhumados. Sin embargo, la tumba seguirá instalada en su ubicación actual hasta el año 2036. En ese instante, habrá pasado de ser una obra de arte a una cápsula del tiempo que habrá acumulado los pensamientos más íntimos de miles de suizos, pero también de esos peculiares visitantes amantes del turismo funerario.

Me imaginaba a los visitantes que se pasean encontrarse por azar esta tumba, pensar en su vida, y deslizar un secreto por la ranura

Los enamorados se habrán casado y divorciado, los niños se habrán convertido en adultos y muchos de los paseantes anónimos habrán muerto, llevándose sus secretos a la tumba… A la suya y a la de este cementerio. Eso sí, pueden descansar tranquilos: los ideólogos de la propuesta se han comprometido a no desvelar nunca el contenido de las notas que sean depositadas. Lástima, porque probablemente configuren una visión fascinante, digna de libro, exposición o ensayo histórico.

Se trata de una de las obras que forman parte de la exposición de la artista francesa Sophie Calle llamada 'Open End', y que se desarrolló hasta el pasado 30 de noviembre en el cementerio suizo, encargada por el consultor Vincent Du Bois junto a otros quince artistas más. Como explicó la autora a 'Le Temps', “quería crear un ritual, añadir un elemento a la poesía de este jardín. Me imaginaba a los paseantes encontrarse por azar esta tumba, pensar en su vida, y deslizar un secreto por la ranura”.

Durmiendo entre gigantes

El Cementerio de los Reyes Suizo (o de Plainpalais) es uno de los más señeros de toda Europa. En él se encuentra enterrado Jorge Luis Borges, muy apropiado en un cementerio que olvida los secretos inconfesables de las personas. También el reformista protestante Juan Calvino, el psicólogo infantil Jean Piaget y el músico Émile Jaques-Balcroze. Como tantos otros cementerios de Europa central, fue levantado a mediados del siglo XV para albergar los cuerpos de las víctimas de la peste negra. Actualmente, parece ser, es un lugar habitual de compraventa de droga.

La sociedad actual está dominada por la moral de la transparencia, por la generación Wikileaks y las escuchas de la NSA

No es el único cementerio del mundo en albergar una tumba de estas características. La artista ya hizo lo propio, pero de forma temporal, en el cementerio de Burthulet en Saint-Servais, una localidad bretona de las costas de Armor. Su 'performance' se desarrollaba de la siguiente forma: Calle se sentaba en un barco del parque, escuchaba lo que tenían que decir los lugareños, y se comprometía, callada como una tumba, a guardar sus secretos para siempre. Como explica a 'Ouest France', las confesiones iban desde lo más duro e inconfesable hasta lo ligero, los pequeños secretos con los que la gente convive alegremente. Al final del día, puso por escrito los secretos y los depositó en la tumba diseñada a tal efecto.

Como explica Agnès Giard en un artículo publicado en su blog de 'Libération', se trata de una respuesta a la inquisición moderna que se pregunta acerca de la posibilidad de que aún puedan existir los secretos. Como recuerda Elodie Hainard, de la asociación DART que ha comisariado la exposición, “el Cementerio de los Reyes era al principio una fosa común”.

“Nos devuelve a un tiempo en el que todos los seres humanos se mezclaban juntos”, añade. La comisaria iba a un paso más allá y recordaba que, de alguna manera, las personas que conservan secretos hoy en día son los nuevos apestados: “La sociedad actual está dominada por la moral de la transparencia, por la generación Wikileaks, (que quiere poner al día los complots de los Estados y de las grandes empresas), al igual que la NSA (escuchas telefónicas, vigilancia global)”.

Si todo marcha según lo previsto, pronto muchos otros cementerios tendrán su propia tumba de los secretos. Elodie explica que ha sido contactada por ciudades como Bruselas o Zúrich para llevar a cabo exposiciones semejantes, precisamente en un momento en el que el concepto de los cementerios está cambiando. Nunca antes tanta gente se había decantado por la cremación antes que el enterramiento, lo que ha aliviado la superpoblación de los cementerios, que se había disparado durante las últimas décadas. Entre todos ellos reposa un pequeño espacio de secreto y misterio. Uno de los pocos que quedan hoy en día.

Los turistas que visiten la localidad suiza de Ginebra y acudan al Cimetière des Rois (Cementerio de los Reyes) se encontrarán con una de las tumbas más peculiares del mundo, de 50 por 50 centímetros. No solo porque en ella no figure ningún nombre propio sino porque, contradiciendo las reglas funerarias, encontrará en su superficie una ranura semejante a la de un buzón de Correos. No es una casualidad: sirve, efectivamente, para introducir cartas o notas escritas.

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