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Los riesgos del radón: cómo rebajar los niveles de este gas radiactivo en casa
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la ventilación de las habitaciones, fundamental

Los riesgos del radón: cómo rebajar los niveles de este gas radiactivo en casa

Al aire libre, este gas de origen natural no representa ningún problema. Sin embargo, en espacios cerrados, puede contribuir al desarrollo de cáncer de pulmón

Foto: El radón es un gas de origen natural que puede provocar cáncer de pulmón. (iStock)
El radón es un gas de origen natural que puede provocar cáncer de pulmón. (iStock)

La Unión Europea ha dictaminado que, a partir de 2018, el radón debe ser eliminado de las viviendas y centros de trabajo. Este gas de origen natural —que no tiene olor, sabor, ni color— resulta extremadamente perjudicial para el ser humano: al emanar del suelo y pasar al aire, se desintegra emitiendo partículas radiactivas que son inhaladas por los pulmones. Así, el radón se deposita en las células que recubren las vías respiratorias y puede dañar el ADN provocando el consecuente cáncer de pulmón.

De hecho, tal y como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), el radón es la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaco. “Se estima que la proporción de los casos de cáncer de pulmón a nivel nacional atribuibles al radón con respecto al total varía de un 3% a un 14%, en función de la concentración media nacional de ración y de la prevalencia de consumo de tabaco del país”.

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Al aire libre, el radón no representa ningún riesgo porque se encuentra en concentraciones muy bajas y se diluye de forma rápida. La concentración media de radón en estos casos es de entre 5 y 15 Bq/m³, unas siglas que sirven para medir la actividad radiactiva expresada en 'becquerelios' por metro cúbico. Estas cifras aumentan de manera alarmante en el caso de espacios cerrados, donde se registran altísimos niveles que oscilan entre los 10 y los 10.000 Bq/m³.

Las oficinas, colegios y garajes son los lugares donde es más factible que se produzcan concentraciones de radón, aunque los enclaves donde más se acusa este registro es en las viviendas. Tal y como recuerda la OMS, la concentración de radón que se mida en los hogares depende de factores como:

  • La cantidad de uranio que contienen las rocas y el terreno del subsuelo.
  • Las grietas o vías que el radón encuentra para filtrarse en las viviendas —como, por ejemplo, las zonas de unión del suelo con las paredes o los huecos alrededor de las tuberías y cables—.
  • La tasa de intercambio de aire entre el interior y el exterior, que depende del tipo de construcción, los hábitos de ventilación de sus habitantes y la estanqueidad del edificio.

Esta razón hace fundamental y necesaria la ventilación de las estancias de la casa, aunque existen otros procesos que también contribuyen a rebajar la concentración de este gas de origen natural hasta en un 50%:

  • Mejorar la ventilación del forjado.
  • Instalar un sistema de extracción mecánica del radón en el sótano, el forjado o la solera.
  • Evitar que el radón se filtre desde el sótano hasta las habitaciones sellando el suelo y las paredes.

La Unión Europea ha dictaminado que, a partir de 2018, el radón debe ser eliminado de las viviendas y centros de trabajo. Este gas de origen natural —que no tiene olor, sabor, ni color— resulta extremadamente perjudicial para el ser humano: al emanar del suelo y pasar al aire, se desintegra emitiendo partículas radiactivas que son inhaladas por los pulmones. Así, el radón se deposita en las células que recubren las vías respiratorias y puede dañar el ADN provocando el consecuente cáncer de pulmón.

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