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Cómo conseguir por fin que las plantas de tu casa no se te mueran
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Cómo conseguir por fin que las plantas de tu casa no se te mueran

Si eres mayor, habrás aprendido a soportar a familiares hipercríticos, amigos envidiosos o amantes que roncan. Las plantas son más sencillas que todo eso

Foto: Cambian radicalmente el ambiente. (iStock)
Cambian radicalmente el ambiente. (iStock)

En las series norteamericanas de los ochenta y noventa había varios episodios prototípicos. Uno era el de la mascota prestada que se escapaba, y había que comprar otra similar y hacerla pasar por la auténtica... ¡la vida es insustituible! Otra trama-tipo que nos enseñó algo sobre la cultura de Estados Unidos era la de los adolescentes aprendiendo los rudimentos de la crianza. Les daban a los protagonistas en clase un huevo, un saco de harina o algún otro objeto delicado, y tenían que cuidarlo las venticuatro horas.

Invariablemente el objeto acababa estrellado o aplastado y la moraleja se subrayaba sin pudor: el huevo es un símbolo de la responsabilidad. Para madurar, los chicos tienen que poder encargarse de la supervivencia de algo, como hicieron sus padres con ellos. Entonces, ¿qué clase de engendro infantiloide puede llegar a adulto viendo morir a todas sus plantas? ¿Hay esperanza para esos que se criaron con aquellas historias y ahora no pueden conservar ni un geranio en un balcón andaluz?

Sí, amigos, y este puede ser el primer día del resto de vuestras vidas... y de la de vuestras flores, helechos y troncos del Brasil. Aquí van unos cuantos consejos para los negados en el arte de la maceta y el parterre. En caso de duda, recomendamos acudir de urgencia al vivero más cercano.

Comprar según el hábitat

No hay plantas 'fáciles' y 'difíciles', sino mejores o peores según las condiciones en las que vayan a vivir. Si vives en un piso, fíjate bien en sus características antes de decidirte por la que te parezca más bonita en el escaparate de la floristería.

Es importante saber el nivel de humedad, la ventilación, la temperatura... y sobre todo, según explica el experto Christopher Satch en 'Digg', cómo el sol recorre los distintos rincones de la casa durante el día. Lo primero: ¿tienes mucha o poca iluminación natural? En la tienda te lo preguntarán. Para poder decidirlo bien, una opción sencilla es fijarte en el tipo de sombras que sueles tener. ¿La sombra recorta el sol claramente, con una silueta muy marcada? Eso significa que tienes mucha luz.

Buenas opciones para interiores de ciudad son la cinta, el ficus elastica, la planta de serpiente, el filodendro o los socorridos cactus

En las casas, prosigue Satch, suele haber lugares con temperatura más constante: sin corrientes de aire (cuidado con las ventanas) y sin cambios bruscos de luz. Evita ese rincón donde a veces pega fuerte el sol y otras hay sombra total y ese punto pegado al radiador que de noche se enfría. Si encuentras esa zona templada y tranquila, la preferida de las plantas, tendrás ganada la mitad de la batalla.

Si vives en una ciudad y buscas algo para interior, algunos ejemplos de planta fácil de mantener son la cinta (cuidado con el sol, las hojas se queman fácilmente), el ficus elastica (que no crece demasiado a pesar de lo frondoso que es: mejor con luz directa), la planta de serpiente (o 'lengua de suegra', nombre anticuado que habría que cambiar por 'lengua de cuñado': está a prueba de ambos familiares y aguanta incluso en un lugar oscuro), el filodendro o los socorridos cactus.

Si has tenido muchos cactus y se te mueren, quizá es el momento de pasar a las plantas de plástico. O a las fotos de plantas de plástico.

En persona o con Google

Lo mejor es dejarte aconsejar directamente por un ser de carne y hueso, pero si pides las plantas por Internet asegúrate de buscar toda la información antes de hacer clic en 'confirmar compra'.

Hay muchísimas y si no sabes del tema puede que te sientas como un pulpo en un garaje. No te dejes amilanar: todas están en los buscadores y la clave es, recuerda, que puedas darles la cantidad de luz que necesitan y la temperatura. Sigue los puntos: decide primero el punto exacto y luego la planta.

Hay aplicaciones capaces de reconocer las plantas si les haces una foto, de forma que puedas buscar la información tranquilamente y ver si esa especie puede 'ser feliz' en tu casa aunque no tenga etiqueta y no haya nadie a mano para preguntarle el nombre. Pero lo dicho: mejor un vendedor de verdad.

Al ver la planta, no te preocupes demasiado si tiene alguna hoja fea, sobre todo por abajo. Lo importante es que los últimos brotes estén bien y, fundamental, que no tenga bichos. No son síntoma de salud y de vida. Si ya está infectada de algo, mal empezamos.

No la mates

Ahora es cuando entra en juego el segundo factor más importante después de la luz: el agua. Sabemos que no es fácil decidir cuánto es 'regar mucho' o saber a simple vista si la planta está lo suficientemente húmeda.

Lo básico para principiantes, causa de muchos disgustos, es no fiarte de la capa superior de la tierra. Es, según Satch, "muy mentirosa". A veces parece seca pero por debajo tiene mucha humedad, y no hay que regar una planta si no 'tiene sed'. Mete el dedo unos centímetros o escava un poco y si notas humedad no la ahogues.

Si las hojas se pliegan, se secan, amarillean, pierden color, se arrugan o se caen, probablemente necesita más agua

Tampoco te relajes demasiado. Incluso los cactus o las suculentas (de las mejores para despreocuparse con el riego) necesitan agua de vez en cuando.

Los demás consejos sobre el agua no son generales, dependen de la especie. Los helechos, por ejemplo, son habituales en interiores y muy bonitos, pero necesitan mucha agua (sin que se estanque), pulverizar las hojas en verano, luz indirecta y bastante calidez, así que son más bien de segundo curso de jardinería casera.

Señales de auxilio

Las plantas no hablan pero están vivas, y tienen formas de decirte que las cosas van mal. Veamos algunos signos a vigilar.

Si necesitan agua o 'pasan calor' (como nos ocurre a nosotros, los dos factores están relacionados):

  • Las hojas se pliegan, se secan, amarillean, pierden color, se arrugan (aparecen curvas que no tenían) o se caen.
  • Los tallos se arrugan, se curvan o amarillean.
  • Florecen menos.

Si notas esto, cámbialas a un lugar con menos luz directa y más fresco.

Es más difícil de solucionar lo contrario, el 'ahogo'. Alármate si notas lo siguiente:

  • La raíz se está pudriendo.
  • Los cactus se ponen blandos.
  • Hojas jóvenes se oscurecen y llegan al marrón.
  • Aparece verdor en la tierra (algas).
  • La planta parece marchita (cuidado, porque es similar a algunos casos de falta de agua).

Puedes sacarla de la maceta y dejar la parte inferior unas horas envuelta en algo absorbente, como por ejemplo papel de cocina, y después devolverla a su sitio y pasar unos días sin regarla.

No es tan importante

No te preocupes demasiado por trasplantar (en 'Digg' recomiendan hacerlo una vez al año o incluso menos) ni fertilizar (pueden pasar meses sin ello y a veces, como ocurre con el agua, puedes matarlas por usar demasiado abono).

Si has acertado con el sitio y la planta arraiga bien, ya tienes lo más importante. Paso a paso.

Suerte, y al ficus.

En las series norteamericanas de los ochenta y noventa había varios episodios prototípicos. Uno era el de la mascota prestada que se escapaba, y había que comprar otra similar y hacerla pasar por la auténtica... ¡la vida es insustituible! Otra trama-tipo que nos enseñó algo sobre la cultura de Estados Unidos era la de los adolescentes aprendiendo los rudimentos de la crianza. Les daban a los protagonistas en clase un huevo, un saco de harina o algún otro objeto delicado, y tenían que cuidarlo las venticuatro horas.

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