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Los errores que casi todo el mundo comete haciendo flexiones
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más esfuerzo, menos músculo

Los errores que casi todo el mundo comete haciendo flexiones

Precisamente porque es un ejercicio de toda la vida, mucha gente lo hace mal. Es muy beneficioso pero cuando nos confiamos cometemos fallos que hacen que sirva de poco

Foto: 'Él no lo está haciendo igual...' (iStock)
'Él no lo está haciendo igual...' (iStock)

Las flexiones de brazos son una forma bastante completa de ejercitarse, sin necesidad de equipo especial, y pueden hacerse en cualquier parte. Trabajan toda la parte superior del cuerpo: pectorales, deltoides y tríceps y ayudan a tonificar los abdominales, además de mejorar el estado físico general, la resistencia y la fuerza.

Por todo esto son la clásica imagen del entrenamiento duro de policías, militares y de todo el que quiera darse caña como es debido aunque no tenga mucho tiempo al día. Por sí solas son ya bastante eficaces, y una buena opción para perder peso si no eres muy dado a las tablas interminables o complicadas. Aumentan rápidamente la energía y el calor del cuerpo y no hay problema en hacerlas a diario, subiendo poco a poco la cantidad.

No te hagas el héroe; estira bien los hombros y los brazos completos hasta la muñeca o cargarás las articulaciones con el peso

Como recuerda 'Men's Health', son muchos los estudios que han demostrado que este ejercicio de brazos es uno de los mejores para hacer músculo. El peso del propio cuerpo nos da trabajo hecho, en cierto modo. Algunos creen que es demasiado sencillo, pero en realidad es de los entrenamientos más difíciles de hacer correctamente, concentrando la tensión en los lugares debidos y flexionando solo donde y cuando toca.

Estos son los típicos errores que casi todo el mundo comete cuando no es un experto de las flexiones de brazos.

No calentar

No te hagas el héroe; estira bien los hombros y los brazos completos hasta la muñeca.

Las articulaciones de la muñeca no suelen recibir tanto peso y hay que conseguir que estén preparadas. Gira y estira como si no hubiera mañana. O como si mañana fuera día de flexiones.

No usar las manos

Las palmas no están ahí solo para sujetar el brazo. En este ejercicio tienes que ser muy consciente de su posición y usarlas a pleno rendimiento.

Separa bien los dedos, lo que te dará estabilidad y te hará trabajarlos un poco, y no pongas toda la mano completamente pegada al suelo, haz más bien como si quisieras desgarrar el suelo (las yemas pegadas, pero no tanto las falanges de los dedos).

Como norma habitual, las manos deben estar alineadas con los hombros, no abras más los brazos porque aunque cuesta menos es peor. Merece la pena que lo hagas bien aunque puedas hacer menos repeticiones.

Si las pones un poco más adelantadas que los hombros, trabajarás más la parte superior del pecho, si quieres incidir más sobre la parte inferior no tienes más que atrasarlas un poco respecto de los hombros.

Bajar las caderas

No te arrastres, hombre o mujer de Dios, que las caderas no se acerquen al suelo. Alínealas con el resto del cuerpo, que se mueva en lo posible como si fuera una tabla. Ten una actitud activa y alerta.

Si no lo haces bien en este punto, la postura será más pasiva y harás demasiada presión en la parte baja de la espalda. Para evitarlo, un buen truco es centrarse en tensar los abdominales. Así endurecerás casi sin darte cuenta el resto del cuerpo y la pelvis quedará mejor situada. Y, de paso, haces un suave ejercicio abdominal.

Hacerlo muy rápido

En este movimiento es más importante la precisión que el ritmo. Si te das cuenta, cuando alguien está en baja forma o cansado tiende a hacer las flexiones más rápido. Es un instinto lógico, porque en realidad así se trabaja menos.

Olvídate pues de dar imagen de titán a base de velocidad, lo duro es hacerlo despacio y sin dejarte caer como un muñeco. No te obsesiones con las repeticiones, es mejor hacerlo bien que hacerlo muchas veces.

El tiempo de cada flexión debe ser al menos de un par de segundos. Cuando te sientas más fuerte, después de unas semanas, podrás ir más lento.

Apoyar demasiado los pies

Pon solo la punta de los pies contra el suelo. Aquí no tienen ninguna función que desempeñar (al contrario de lo que ocurre con las manos) y no sirve de nada ejercer fuerza.

Descansa entre sesiones. Si no tienes tiempo de recuperarte, los desgarros pueden darte problemas y la masa muscular no se incrementará

No los dobles, no hagas presión con ellos y no te compliques la vida. Puedes hacerte daño. Si quieres trabajar los extensores o los gemelos, hay otros ejercicios mejores.

Meter la cabeza

¿Haces las flexiones como una tortuga? Déjalo porque, de nuevo, esa postura que en principio puede parecer más suave (ir bajando el cuello conforme desciendes) provoca una excesiva presión que no te conviene, en este caso en el cuello.

Es habitual en personas que pasan mucho tiempo sentadas y perpetúa sus problemas de espalda. Si quieres hacerlo bien, mira al frente (tampoco estires más de lo que puedas) y no toques el suelo con la cara, sino con el pecho.

No descansar entre sesiones

Las flexiones son un trabajo de fuerza y los músculos se someten a una prueba importante. Cuando haces muchas repeticiones se generan desgarros casi imperceptibles (aunque hayas hecho los movimientos perfectamente) y para que no haya más consecuencias tienes que dar un respiro a tu musculatura.

Además de provocar un desgaste innecesario, si no tienes tiempo de recuperarte la masa muscular no se incrementará. Un esfuerzo inútil.

Así que ya sabes: las flexiones hazlas sin prisa, y con pausa.

Las flexiones de brazos son una forma bastante completa de ejercitarse, sin necesidad de equipo especial, y pueden hacerse en cualquier parte. Trabajan toda la parte superior del cuerpo: pectorales, deltoides y tríceps y ayudan a tonificar los abdominales, además de mejorar el estado físico general, la resistencia y la fuerza.

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