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Los consejos para la vida de los grandes hombres griegos
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'FILOSOFÍA PARA LA VIDA COTIDIANA' DE WALTER RISO

Los consejos para la vida de los grandes hombres griegos

En su último trabajo, el italiano afincado en Barcelona se adentra en los textos de los filósofos clásicos para que nos ayuden a guiarnos en el incierto mundo moderno

Foto: No te metas con Diógenes.
No te metas con Diógenes.

Walter Riso es uno de los divulgadores filosóficos y psicológicos más célebres de todos los años. Nacido en Italia pero residente en Barcelona, su último trabajo es 'Filosofía para la vida cotidiana' (Planeta/Zenith), en el que recoge las ideas de los grandes filósofos de la Antigüedad para entender nuestro presente. A continuación recogemos algunas de las historias que reproduce en el capítulo “La autosuficiencia del sabio”, sobre la capacidad de autogobierno que tenían estos pensadores.

Los griegos llamaron 'autarquía' a la capacidad de gobernarse a sí mismos. Epícteto decía: “¿Puede obligarte alguien a desear lo que no quieres o a no pensar lo que se te antoje?” . La voluntad de ser autosuficiente nada tiene que ver con actitudes arrogantes y narcisistas, se trata de algo más básico y esencial: vivir sin “amos”. Cualquiera puede convertirse en tu amo si posee algo que tú no tienes y que quieres obtener a toda costa: “Necesito que me apruebes”, “Necesito que me ames”, “Necesito tu dinero”; “Necesito tu prestigio” o “Necesito tu protección”. La clave del autogobierno psicológico se puede resumir en esta expresión: “Si solo deseo lo que depende de mí, ¿quién podrá esclavizarme?”

Duros de doblegar

Cuentan que Diógenes tenía por costumbre entrar en el teatro chocando con la gente que salía de ver el espectáculo. Al preguntarle por qué lo hacía, se limitaba a responder: “Esto es lo que intento hacer en toda mi vida”.

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Arístipo, uno de los discípulos de Sócrates, había asistido a un banquete y, siendo requerido de mala manera por el anfitrión para que hablara de filosofía, le respondió: “Sería ridículo que siendo tú el que aprendes de mí, me digas cuándo debo hablar”. Ante esta respuesta, el hombre se enojó y lo envió a ocupar el último extremo de la mesa. Entonces, Arístipo replicó: “Comprendo, has querido dar más realce al último puesto”.

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En cierta ocasión, Diógenes asistió con la cabeza a medio afeitar a un banquete y allí unos jóvenes lo agredieron y lo apalearon. Entonces, en protesta, comenzó a pasearse con una tablilla blanca colgada al cuello, en la que había escrito los nombres de los que le habían pegado. De esta manera reivindicó la injuria exponiéndolos a la censura y el desprecio de todos.

Si mis riquezas se pierden, no me quitarán nada de mí mismo; tú, en cambio, te quedarás pasmado

Crates, posiblemente siguiendo el ejemplo de su maestro, hizo algo similar: “Habiendo irritado al músico Nicódromo, recibió un bofetón que le dejó la cara marcada. Entonces se pegó en la frente una tablilla que decía: “Obra de Nicódromo”.

La libertad de los peces

Epícteto contaba los intentos que Diógenes hizo para que el rey de los persas no invadiera la ciudad de Atenas:

DIÓGENES: No puedes esclavizar a la ciudad de Atenas; no más que a los peces.

REY: ¿Pretendes que no los capture?

DIÓGENES: Si los capturas, te abandonarán y se irán, como los peces. Y es que si atrapas un pez, se te muere. Piensa entonces: si los atenienses se mueren al ser capturados, ¿qué beneficios sacas de tu expedición?

Y luego Epícteto agregó: “Esa es la voz de un hombre libre…”

El mayor desapego posible de las riquezas

Una anécdota sobre la vida sexual de Arístipo reafirma lo anterior: cierta vez fue a una casa de citas y, como uno de los muchachos que lo acompañaba se ruborizó al ver el lugar, Arístipo le dijo: “El problema no es entrar, sino el no poder salir”.

Si somos ricos, mejor”

Séneca fue criticado por ser poseedor de una gran fortuna y llevar una vida demasiado refinada, lo que hizo que él mismo se defendiera en varios de sus escritos. Así, discute con uno de sus críticos: “¿Quieres saber hasta qué punto tú y yo no le damos el mismo valor a las riquezas? Si mis riquezas se pierden, no me quitarán nada de mí mismo; tú, en cambio, te quedarás pasmado y te parecerá que estás perdiendo algo fundamental si se alejan de ti. En mí, las riquezas ocupan algún lugar; en ti, el más alto. En suma, las riquezas son mías, tú eres de las riquezas”.

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Crates, el cínico, fue un hombre muy rico que cuando se sintió atraído por el cinismo vendió sus propiedades y repartió su fortuna entre sus conciudadanos. Sin embargo, confió parte de su dinero a un banquero con instrucciones de que si sus hijos resultaban personas corrientes, se lo entregara; pero si se hacían filósofos, debía repartirlo entre el pueblo, pues aquéllos, al dedicarse a la filosofía, no necesitarían nada más.

Tú mismo reconoces que hay uno que es tu dueño. Que no te sirva de consuelo que sea el César

Esclavo de casa grande

A un sujeto que se ufanaba de haber sido cónsul, senador, amigo del César y de tener muchos esclavos, Epícteto intentaba hacerle ver que tan solo era víctima de otra forma de esclavitud. Le explicaba que no importaba que su madre, padre y antepasados hubieran sido “libres”, nobles o innobles, valientes o cobardes, ya que la verdadera esclavitud consistía en obrar contra la voluntad personal. Y en cuanto el hombre le respondió que él solo obedecía al César, que sí era dueño de todos, Epícteto le replicó: “Por consiguiente, tú mismo reconoces que hay uno que es tu dueño. Que no te sirva de consuelo que sea el César como dices…, date cuenta de que eres esclavo de casa grande”.

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Epícteto explicaba que no había mayor incoherencia que decir: “Soy más rico que tú, luego soy mejor” o “Soy más elocuente que tú, luego soy mejor”. Por el contrario, era mucho más coherente decir: “Soy más rico que tú, luego mi hacienda es mayor que la tuya” o “Soy más elocuente que tú, luego mi manera de hablar es mejor que la tuya”. Y luego concluía: “Porque tú no eres ni haciendo ni modo de hablar”.

Walter Riso es uno de los divulgadores filosóficos y psicológicos más célebres de todos los años. Nacido en Italia pero residente en Barcelona, su último trabajo es 'Filosofía para la vida cotidiana' (Planeta/Zenith), en el que recoge las ideas de los grandes filósofos de la Antigüedad para entender nuestro presente. A continuación recogemos algunas de las historias que reproduce en el capítulo “La autosuficiencia del sabio”, sobre la capacidad de autogobierno que tenían estos pensadores.

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