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Cómo esconder 370 millones de euros de tu mujer, de hacienda y de la justicia
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Cómo esconder 370 millones de euros de tu mujer, de hacienda y de la justicia

Un caso de divorcio que reveló el funcionamiento interno de un oscuro sistema financiero accesible solo a los más ricos

Foto: El auténtico Oesterlund es aún peor. (iStock)
El auténtico Oesterlund es aún peor. (iStock)

¿Cómo llega alguien a ser súper rico? Seguramente una de las claves es que el dinero se convierta en tu obsesión. Que nunca estés satisfecho.

Nicholas Confessore ha contado en 'New York Times' cómo conoció a Sarah Pursglove, esposa de uno de esos hombres inmensamente ricos que nunca tenía suficiente, el empresario finlandés Robert Oesterlund, afincado en Estados Unidos con su mujer. Jets privados, barcos... Uno de ellos se llamaba Integridad. "Me gustaba el nombre", le dijo Sarah al periodista. "Por entonces, creía que Robert la tenía".

Semanas después de darse cuenta de que su marido la abandonaba definitivamente, y tras hablar con su abogado, Sarah Pursglove voló a las Bahamas para saber exactamente cuánto dinero tenían. Él había jurado a un tribunal canadiense que la cantidad era de unos pocos millones de dólares, pero las cuentas no cuadraban. Y si no sabía nada de aquellas compras para lo que parecía una escapada de esquí romántica de su marido, ¿qué más no sabría? Enseguida encontró documentos que demostraban que su marido no decía la verdad. Metió un portátil con datos en la maleta, la dejó preparada y se fue a dar un último paseo por la playa. Cuando volvió, un empleado doméstico debía haber dado la voz de alarma a su marido y el portátil desapareció para siempre.

Rusia y Dubai

El fiscal general de Florida había cerrado uno de sus negocios de tarjetas de crédito, por engañar a los clientes (creían que les iban a dar una tarjeta preaprobada y solo obtenían un listado de bancos posibles a los que acudir). Pactó un acuerdo con el fiscal, prometiendo que no volvería a ese tipo de prácticas, pero también había fiscales en otros estados y se acumulaban las demandas por engaños similares. Estados Unidos terminó por negarle la tarjeta de residencia.

La relación con su mujer hacía tiempo que se había deteriorado. Él viajaba constantemente y no le era fiel. Empezaron a hablar de divorcio. Una noche ella le escribió: "Quieres tirarme como si fuera una mierda y llevártelo todo". La contestación: "En Rusia las mujeres se llevan el 10% por ley. En Dubai consiguen el 0%". Un abogado de divorcios le aconsejó que hiciera las paces con él, pero ella acabó contactando con Jeffrey Fisher. Fisher no era un abogado normal de familia, era un antiguo perseguidor de traficantes de droga y blanqueadores de capitales y se había especializado en mujeres abandonadas por hombres ricos.

Se identificó a Oesterlund como uno de los "donantes" de un trust en las Islas Cook, un paraíso fiscal inexpugnable en el sur del Pacífico

Pursglove comprobó pronto que no era tarea fácil destapar el pastel. Conoció leyes que están diseñadas específicamente para que los acreedores y recaudadores de impuestos no puedan hacer su trabajo. En 2010 se creó una división de la hacienda pública estadounidense especialmente para perseguir este tipo de evasiones internacionales, pero solo tiene personal para llevar aproximadamente 200 casos por año. Hicieron falta millones de dólares para para violar las defensas de aquel laberinto offshore, pero gracias a la investigación quedó un rastro que revela el funcionamiento interno del sistema financiero solo accesible a los súper ricos.

Aunque Oesterlund y sus mercenarios actuaron rápidamente sacando dinero de sus cuentas, a través de fotos (que su mujer había tomado con el móvil) se lo podía identificar como uno de los "donantes" de un trust en las Islas Cook, un paraíso fiscal inexpugnable en el sur del Pacífico, relacionado con Nueva Zelanda pero con gobierno propio. Como había sucedido antes con Suiza, lo que se escondía en las Cook era casi imposible de rescatar. Oesterlund había construido una red fuera de Estados Unidos, en países algunos de los cuales ni siquiera reconocían su matrimonio con Pursglove. Todo lo que gastara esta para demandarle desde EEUU sería probablemente dinero tirado a la basura.

Había que actuar rápido. Sabían que había activos en Caimán y en Nieves. Pursglove dejó de pagar la hipoteca de la casa en Boca Ratón. Era copropietaria de las compañías de su marido, así que emprendieron una estrategia a dos bandas. Por un lado, denunciar que Oesterlund hacía transferencias de activos ilegales para defraudar a su esposa, y por otro plantear una demanda civil por sus correos amenazadores.

Abogados everywhere

Aunque la policía de Bahamas requisó los papeles que había estado ojeando Pursglove, por un motivo que nunca se justificó se los devolvieron a Oesterlund, y sus abogados "los perdieron". Las leyes de Florida también ayudaron al súper rico: podía exigir documentos a banqueros, abogados, contables, gestores fiscales, ejecutivos de sus empresas... Las pruebas estaban en manos de quien más interés podía tener para esconderlas. Cuando el bando de Sarah llegó al tribunal de Florida se encontraron con abogados de Oesterlund, abogados de sus bancos, abogados de sus contables... y hasta abogados de sus abogados.

Se marcó como confidencial casi toda la información que podía ser útil. Un pedazo de papel que se rescató demostraba que Oesterlund había reclamado a uno de los bancos (que no pueden citar en New York Times, por lo que aparece solo como "Tercer Banco") un capital propio de 400 millones de dólares.

Como el divorcio avanzaba a favor de ella en Florida, intentaron trasladar el juicio a Toronto, basándose en que Pursglove era de allí. Las dudas legales eran continuas: ella era una ciudadana británica con pasaporte (carta verde) de Estados Unidos; él era finlandés y tenía también documentación de Dominica, otra isla en el Caribe. Tenían casas en cuatro países y pasaron un año viviendo en su yate. Un auténtico entuerto para cualquier tribunal.

Encontraron una empresa fantasma, Omega, con Oesterlund como único propietario y sin empleados, poco más que un apartado de correos en Nassau. También otras compañías que ingresaban dinero a espuertas y prácticamente le habían hecho invisible a efectos de pagar impuestos en EEUU.

Lo que hacía Oesterlund se llama 'transfer pricing', una estrategia muy criticada recientemente que consiste en trasladar los gastos a países con altos impuestos y las ganancias a países con impuestos bajos. La cuadratura del círculo. Apple hace algo similar: la investigación y el desarrollo se hacen en California, pero los derechos de propiedad intelectual de sus productos pertenecen a filiales de Irlanda, donde han negociado una cantidad ridícula de impuestos. El país se lleva dos tercios de los ingresos de Apple haciendo una parte muy pequeña del trabajo y la investigación.

El marido lo postergó, pero al final tuvo que dejarse ver en un tribunal: "Eres más bajito de lo que parecías", le dijo al abogado de su esposa

Cómo se mide el valor de esos derechos intelectuales también es muy relativo. "Las grandes empresas pagan a consultores que les proporcionan estudios para el valor que quieren", según Gregg D. Polsky, testigo experto que ha trabajado para Fisher.

Tras la investigación del abogado, resultó que la empresa de internet de Oesterlund, Xacti, tampoco era legítima. Por ejemplo, era el único dueño de una supuesta filial de su propia empresa. Fisher tuvo una idea clave: este entramado relacionado con Xacti se podía considerar un fraude a la población de Florida, y lo demandó aprovechando que había incumplido el pacto con el fiscal general de ese estado sobre prácticas engañosas del que hablábamos al principio. Si el abogado perseguía a Oesterlund no de parte de una mujer despechada sino de parte de los ciudadanos y por el bien público, el pronóstico mejoraría sensiblemente.

No explicar nada

El problema es que eso podía convertir a su ex en implicada, aunque no tuviera idea de los tejemanejes de su marido. Su inocencia no estaba clara: al fin y al cabo a ella también le convenía no pagar impuestos en su país, y por algunos mensajes privados daba la sensación de que no sentía mucha lástima por los clientes estafados de su marido. Rastrearon movimientos en los que quedó claro que él la fue apartando del dinero, excluyéndola de consejos de administración y cuentas bancarias.

La estrategia legal de Oesterlund consistió en no explicar nada. Oscuras leyes caribeñas, problemas para decidir las jurisdicciones... Los abogados del multimillonario luchaban a uñas y dientes por cada papel, para agotar al bando de Pursglove, y ponían infinidad de trabas para retrasar los procesos. Varios jueces de Florida empezaban a agotar su paciencia y ante la amenaza de ser detenido por fin se dejó ver en un tribunal en Toronto. "Eres más bajito de lo que parecías", le dijo al abogado de su esposa. Pero enseguida se vio acosado por las evidencias de su fortuna.

Estaba claro que alguien estaba sufragando la casa que su mujer ya no pagaba, y los gastos de su emporio. Viajes, un helicóptero privado... Localizaron dinero en cuentas de Wells Fargo, que las congeló, y un juez de Florida permitió a Pursglove ver miles de correos electrónicos y documentos que se estaban reteniendo amparándose en las relaciones abogado-cliente de Oesterlund y sus letrados. Se daba una paradoja: según se ampliaban los frentes, si querían valorar la fortuna del potentado y demostrar que no era tan grande, tenían que revelar dónde estaba escondida. Si se negaban, la multa podía arruinarle.

La misma oscuridad que protege a estos empresarios alérgicos a los impuestos protege a los criminales, los dictadores y los capos de la droga

Así se encontraron a los abogados del enemigo de Sarah trabajando para ella. Si Oesterlund pagaba a sus abogados un millón de dólares para defenderle, ese dinero iba quedando al descubierto. Cámaras web públicas mostraron uno de sus yates en Sant-Tropez, encontraron otro de sus barcos en Niza, le vieron con su amante y destaparon transferencias de millones a las islas Cook.

Las conclusiones de Confessore son alarmantes. La misma oscuridad que protege a estos empresarios alérgicos a los impuestos "lavando y planchando el dinero", protege a los criminales, a los dictadores y a los capos de la droga. En palabras de Gabriel Zucman, economista de la universidad de California, "usan los mismos bancos, los mismos gestores para crear empresas tapadera y envían el dinero de las mismas formas". Al derribar el muro de secretismo, las posesiones que se revelan son inmensas. Según este periodista, fue una investigación similar lo que forzó la dimisión del primer ministro de Islandia.

Sálvese quien pueda

Los abogados del tiburón pronto se volvieron contra él y le abandonaron cuando se les obligó a volcar información que no podían negar so pena de ser expulsados de sus colegios profesionales. Comenzaron a caer correos y documentos y uno de los jueces le acusó de desacato, lo que abría el camino a penas criminales. El abogado personal de Oesterlund habló de "diferencias irreconciliables" y puso pies en polvorosa.

Si todo ese personal se enriquece, dice Confessore en el Times, también pueden hacerlo las personas que contribuyen a desmontar ese sistema, como Fisher. El periodista le preguntó al abogado si tenía dudas de la legitimidad del dinero que cobrarían la exesposa y él tras derrotar al magnate. El abogado lo negó: "Siempre me aseguro de que los dólares que gano sean legítimos".

Sin embargo, cuenta Confessore, el papel de Fisher como defensor del bien común se había acabado. El redactor sugirió que la ingente cantidad de documentos que habían enviado a tribunales no se podrían investigar. No hay tiempo ni personal suficiente. Lo hay solo cuando alguien investiga por su propio beneficio, como la exmujer de Oesterlund. Esta fue, según Confessore, la respuesta de Fisher: "Al fin y al cabo, no soy un abogado privado público, solo soy un abogado privado".

¿Cómo llega alguien a ser súper rico? Seguramente una de las claves es que el dinero se convierta en tu obsesión. Que nunca estés satisfecho.

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