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Lo mejor que puedes hacer nada más levantarte de la cama
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Los efectos son espectaculares

Lo mejor que puedes hacer nada más levantarte de la cama

Solemos utilizar la primera hora para calentar motores y poco más. Esperamos que después de leer este artículo cambies de opinión y tomes conciencia de su relevancia

Foto: Sé productivo nada más salir de la cama. (iStock)
Sé productivo nada más salir de la cama. (iStock)

El trabajo y las tareas del día a día nos dejan muy poco tiempo para poder desarrollar algo que vaya más allá de una existencia común y rutinaria. Para madurar nuestro yo es indispensable tener un momento que nos permita satisfacer nuestra curiosidad, nuestra necesidad de crear algo o, simplemente, llevar a cabo una actividad cuya mera ejecución llene nuestra realidad más íntima. Sin poder realizarnos a nosotros mismos, el tiempo pasa de manera ajena a nuestra vida interior.

Nunca faltan los propósitos para satisfacer esa inquietud que ronda por nuestra cabeza, pero vivimos muchas veces en esa ilusión y no vamos más allá, ya sea porque de verdad no existen los minutos que nos faciliten consumarla, ya sea porque carecemos de la disciplina necesaria para que su cumplimiento se convierta en una ocupación frecuente.

Basta dedicar un instante a nuestra mayor pasión. La novedad consiste en trasladar dicho momento a la primera hora de la mañana

En una situación igual a la descrita se encontraba el profesor de la Universidad de Saskatchewan, Jeffrey J. McDonnell. En un artículo publicado por la revista 'Scienze' este investigador cuenta la frustración que llegó a sentir al no disponer de tiempo suficiente para desarrollar su pasión por la escritura. Demasiado centrado en su trabajo, la falta de un momento de realización personal se convirtió, paradójicamente, en un obstáculo para progresar en su vida profesional. Cuenta McDonnell cómo incluso cuando obtenía algo de tiempo para redactar unas líneas, el periodo de calentamiento para volver de nuevo al trabajo le resultaba demasiado largo. Con todo, se sorprendió al comprobar que otros compañeros sí conseguían saciar esa curiosidad, por lo que alguna solución tendría que haber. Fue así como McDonnell decidió emprender lo que él ha dado en llamar el “1-hour workday”.

Un café y arrancamos

La propuesta del profesor es tan simple como dedicar una hora de la jornada a hacer aquello que es ajeno a la actividad laboral. La novedad consiste en trasladar dicho momento a la primera hora de la mañana, nada más levantarnos. Solemos esperar que nuestro mejor instante personal aparezca tras llegar a casa o a última hora de la noche, y olvidamos el primer momento de la mañana, como si se tratara exclusivamente de un periodo dedicado a calentar motores a través del aseo personal o de cargar las pilas con un buen desayuno. La gente que hace lo que le gusta a primera hora, repitiendo la actividad todos los días, convierte sus buenas intenciones en acción. Desplazando nuestra afición a primera hora la protegemos de alguna manera, impidiendo que otras tareas u otras demandas puedan interferir, pues nuestros jefes, nuestros amigos o nuestros familiares suelen ser respetuosos con esta fase de la jornada, quizás por el miedo de que todavía estemos durmiendo.

Comenzar la jornada cargado con la energía que aporta haber hecho lo que a uno le gusta tiene unas consecuencias para el trabajo espectaculares

Para interiorizar su quehacer, McDonell propone desplegar toda una ceremonia: “me levanto temprano, preparo un café expreso y me pongo a escribir hasta que no puedo más o hasta que los emails, las entregas o las reuniones empiezan a aparecer como intrusos”, escribe, “esto me lleva alrededor de una hora, algunos días algo menos, algunos días algo más”. El ritual puede empezar ya desde la noche anterior, planeando aquello sobre lo que se quiere escribir antes de irse a la cama.

Hacer lo que nos gusta puede implicar a veces un esfuerzo nada despreciable, y nuestra diversión puede transformarse, a veces, más en una obligación que un goce. Es fácil acabar desistiendo. La clave para no tirar la toalla: “La concentración y la regularidad son los elementos que más cuentan”.

Si lo tuyo es el deporte, hacer ejercicio por la mañana facilita que se lleve a cabo con regularidad y resulte eficiente

Comenzar la jornada cargado con la energía que aporta haber hecho lo que a uno le gusta tiene unas consecuencias para el trabajo espectaculares: “Este ritual puede a ayudar a mejorar la productividad y, algo todavía más importante, puede aumentar la satisfacción”. Los beneficios de esta práctica son muchos: “Esta costumbre ha transformado mi vida laboral", añade MacDonnell, "en vez de sentir esa frustración que me oprimía, ahora vuelvo a casa con la alegría de haber logrado algo”.

La experiencia de McDonnell no es la única en lo que se refiere a la defensa de la primera hora como momento de productividad y realización personal. Muchos artistas o autores, como el cómico Mike Birbiglia cuentan cómo, aún poseído por esa neblina que nos mantiene conectados con el sueño, el cerebro se encuentra más desinhibido y más libre para dar rienda suelta a la creatividad.

El deporte también a primera hora

¿Qué sucede, sin embargo, si nuestras aficiones son más físicas que mentales? Si lo tuyo es el deporte, la disciplina es un elemento fundamental para que el ejercicio se lleve a cabo con regularidad y resulte eficiente. Señala precisamente McDonnell: “En cualquier deporte, tenemos que mantener el tono y la condición. Si dejas de practicarlo, pierdes también la forma". La mañana beneficia que seamos más constantes y favorece que el deporte se convierta en una rutina: la carencia de compromisos a primera hora nos impide que nos inventemos excusas para saltarnos nuestro compromiso.

El bienestar que nos causa el ejercicio nos va a permitir afrontar con más energía la jornada. Según el doctor Franco Banfonte “se incrementan algunas hormonas o algunos neurotransmisores como las endorfinas que hacen que uno se sienta mejor, que esté con más vitalidad y más animado".

Por otro lado, existe un motivo más allá del psicológico. Añade Banfonte: "Desde el punto de vista metabólico y fisiológico, para tener un control del peso, es recomendable hacer ejercicio físico alejado de las horas de la comidas”. Eso sí, no hay que olvidar que por la mañana hace frío y que una temperatura corporal baja favorece el riesgo de lesiones.

En definitiva: haz lo que te gusta, hazlo con pasión, pero hazlo a primera hora. A pesar del esfuerzo que implica levantarse, encontrarás que te será más fácil organizarte, tu rendimiento se verá incrementado y, lo mejor: al final de la jornada sentirás que tu día ha estado completo y cargado de sentido.

El trabajo y las tareas del día a día nos dejan muy poco tiempo para poder desarrollar algo que vaya más allá de una existencia común y rutinaria. Para madurar nuestro yo es indispensable tener un momento que nos permita satisfacer nuestra curiosidad, nuestra necesidad de crear algo o, simplemente, llevar a cabo una actividad cuya mera ejecución llene nuestra realidad más íntima. Sin poder realizarnos a nosotros mismos, el tiempo pasa de manera ajena a nuestra vida interior.

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