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30 años de misterio: por qué Suecia reabre la investigación del asesinato de Olof Palme
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30 años de misterio: por qué Suecia reabre la investigación del asesinato de Olof Palme

Ni arma ni autor ni móvil definido. El magnicidio del político escandinavo es un enigma que se ha intentado dilucidar desde las teorías conspirativas

Foto: El exprimer ministro sueco fue asesinado en 1986. (EFE)
El exprimer ministro sueco fue asesinado en 1986. (EFE)

Han transcurrido más de 30 años y ocho meses desde que el líder de la socialdemocracia escandinava fuera asesinado por arma de fuego en las cercanías de una parada de metro de Estocolmo. En todo este tiempo, Suecia ha sido incapaz de superar el 'shock' del homicidio.

El crimen habría prescrito el 28 de febrero de 2011, al haber transcurrido 25 años desde que fuera perpetrado, si no hubiera sido porque en 2010 el parlamento decidió suprimir esta posibilidad para los delitos considerados como muy graves, entre ellos el asesinato. El Estado nórdico ha decidido ahora volver a abrir la investigación y con ella las heridas. Para tamaña tarea se ha elegido al experimentado fiscal Krister Petersson (curiosa la similitud de su nombre con la de uno de los principales acusados). Entre falsas pistas y extrañas confesiones, el trabajo de Petersson se prevé arduo: 10.000 interrogatorios efectuados, un culpable que fue después exculpado, 250 metros de documentos que llenan una habitación entera del tribunal de Estocolmo y múltiples conspiraciones fundamentadas en diferentes móviles políticos.

Palme llevó hasta el límite su principio de llevar una vida lo más ordinaria posible, prescindiendo, con frecuencia, de sus guardaespaldas

La noche era fría, pero Olof Palme prefirió no coger un taxi. Mientras volvía a su casa, caminando con su mujer Lisbet, el político recibió dos disparos a bocajarro. Desde lo ocurrido el 28 de febrero de 1986, las críticas sobre la investigación han recaído sobre unas fuerzas del orden suecas muy poco preparadas que la noche del atentado no habrían ni siquiera acordonado la escena del crimen. Dos ministros, el jefe de la policía y el principal responsable de los servicios de inteligencia se vieron obligados a dimitir. Petersson ha pasado los últimos días reunido con el Grupo Olof Palme (el órgano de las fuerzas del orden encargado de esclarecer el caso) en el castillo de Lejondals, al norte de Estocolmo. "Me siento premiado por el encargo", ha declarado, "utilizaré toda mi experiencia y todas las energías posibles".

Fiel a sus ideas, y a pesar de provenir de una familia de clase media-alta, el que fuera primer ministro llevó hasta el límite su principio de llevar una vida lo más ordinaria posible, prescindiendo, con frecuencia, de sus guardaespaldas. Su rechazo a la protección por parte de los servicios de seguridad le acabó costando demasiado caro. Según Petersson: "Todo el grupo encargado de la investigación se siente empujado por las mismas aspiraciones y sostenido por una fuerte determinación". El fiscal es optimista: "Quién sabe si esta vez conseguiremos resolver el caso".

Las especulaciones sobre el asesinato

Ante la oscuridad de los hechos, las hipótesis sobre el magnicidio de Palme son interminables y ninguna de ellas es, a día de hoy, definitiva.

Una semana antes del suceso, Palme realizó unas declaraciones claramente partidarias de la completa abolición del régimen del apartheid. Diez años más tarde, el oficial de policía sudafricano Eugene de Kock presentó evidencias a la corte suprema de Pretoria, alegando que Palme fue asesinado por su abierta posición política en este asunto, así como por la contribución económica de Suecia al Congreso Nacional Africano. Varias personas de los servicios secretos de este país y algún mercenario fueron señalados como posibles homicidas. A pesar de los desplazamientos de la policía sueca para investigar las pruebas, nada se llegó a aclarar.

Un hombre descrito por las fuerzas de seguridad como un varón de 35 a 40 años le descerrajó dos disparos: uno en el pecho y otro en el abdomen

Otra teoría que ha cobrado relevancia es la señalada por Jan Bonderson, autor del libro 'Blood on the Snow: The Killing of Olof Palme'. El historiador apunta al enlace que existía entre la compañía de armamento sueca Bofors y el Ejército indio. Parece ser que Palme acabó descubriendo que Bofors habría sobornado a oficiales de las fuerzas armadas de dicha nación para concluir un acuerdo de venta de obuses, lo que acabó desatando su ira. Suecia era un país neutral, con un compromiso pacifista en pro del desarme. Bonderson apunta a que el asesinato podría haber sido ordenado por los traficantes de armas e intermediarios de Bofors para salvar el suculento negocio.

Una tercera posibilidad, es la así llamada "pista kurda". Se acusó al PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) de los hechos después de una serie de escuchas grabadas a militantes, residentes en Estocolmo y Hamburgo, que hablaban en clave de los preparativos de una "boda" que tendría que rematarse. Según el diario 'Sabah', con sede en Estambul, el líder del PKK Abdullah Ocalan habría ordenado el asesinato con motivo de la extradición, por parte de Suecia, de ocho rebeldes pertenecientes al partido. El propio PKK, así como otras organizaciones kurdas, acusan al Gobierno turco de promover esta teoría como campaña de descrédito.

Otras conjeturas pasan por acusar al fascista chileno Roberto Thieme, miembro del grupo ultraderechista Patria y Libertad, que habría asesinado a Palme por haber dado asilo a múltiples seguidores de Salvador Allende. El periodista de 'Die Zeit' Klaus-Dieter Knapp defiende, por el contrario, una conspiración por parte del ala de extrema derecha de los oficiales de la policía sueca. Otros argumentos pasan por acusar a la CIA y a la logia masónica italiana Propaganda Due, o al incomodo papel que estaba jugando Palme como mediador en la guerra entre Irán e Iraq.

Crónica de un magnicidio

Palme acababa de salir del cine acompañado por su esposa Lisbet. De camino a la estación de metro de Hötorget, cerca de las once y media de la noche, un hombre descrito por las fuerzas de seguridad como un varón de 35 a 40 años, de densa cabellera y vestido con una chaqueta de esquí azul, le descerrajó dos disparos: uno en el pecho y otro en el abdomen.

El asesino salió corriendo dejando al carismático líder desangrándose en la acera de la calle Sveavagen. Aunque los servicios de asistencia llegaron en pocos minutos y Palme fue llevado con especial celeridad al hospital Sabbatsberg, el político ingresó ya cadáver.

Inculpados y puestos en libertad

El primer arrestado por el atentado fue apodado por los medios de comunicación como 33-åringen, "el hombre de 33 años", ya que estaba prohibido que se hiciera público su nombre hasta que se demostrara su culpabilidad. Victor Gunnarsson, extremista de derechas sueco, miembro del grupo Europeiska Arbetarpartiet, fue puesto en prisión el 17 de marzo. Se aseguró que se hallaba próximo a la escena del crimen y que disponía de una Smith & Wesson modelo 19-5 357 Magnum, muy similar a la que se empleó, según los estudios de balística. Ante la falta de pruebas, Gunnarsson fue liberado el 11 de abril (si bien su teléfono siguió pinchado durante mucho tiempo por la policía sueca). El cuerpo desnudo de Gunnarson fue hallado en diciembre de 1993 en una zona boscosa de Carolina Norte, con dos disparos en la cabeza.

Casi tres años después del fallecimiento de Palme, Christer Pettersson, un criminal con antecedentes de homicidio, drogadicto y alcohólico, fue inculpado por el asesinato. Reconocido por la esposa del político como el autor, juzgado y declarado culpable, la apelación a la corte de Pettersson acabó prosperando. Los motivos de su liberación: no se encontró el arma del crimen, no se halló tampoco un móvil evidente que explicara por qué Pettersson pudo llevar a cabo tal acto y muchas dudas acerca del testimonio de Lisbet. Pettersson falleció en septiembre de 2005, víctima de una hemorragia cerebral durante un ataque epiléptico.

Han transcurrido más de 30 años y ocho meses desde que el líder de la socialdemocracia escandinava fuera asesinado por arma de fuego en las cercanías de una parada de metro de Estocolmo. En todo este tiempo, Suecia ha sido incapaz de superar el 'shock' del homicidio.

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