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"Sería muy eficaz que las familias se organizaran para no pagar sus hipotecas"
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ENTREVISTA a RAOUL MARTINEZ

"Sería muy eficaz que las familias se organizaran para no pagar sus hipotecas"

El cineasta y escritor aborda el tema de la libertad desde distintos puntos de vista, con conclusiones que seguro no serán del agrado de los más conservadores. Hablamos con el autor

Foto: Raoul Martinez
Raoul Martinez

¿Realmente somos libres? ¿Quién determina nuestro futuro? ¿Qué hacen los gobiernos por nosotros? Estas y otras preguntas son tratadas en el libro 'Crear libertad: el poder, el control y la lucha por nuestro futuro' (Ed. Paidós). Su autor, el escritor, artista y cineasta Raoul Martinez, aborda el tema de la libertad desde distintos puntos de vista, y llega a conclusiones que seguro no serán del agrado de los más conservadores. Nos citamos con él en un céntrico hotel de Madrid para que nos explique más detalladamente las afirmaciones tan revolucionarias que hace en su ópera prima.

PREGUNTA: Lo más llamativo del libro es la afirmación de que no existe la libertad. Si es así, ¿por qué creemos en ella?

RESPUESTA: Existen diferentes formas de libertad. La que no tenemos es aquella que nos hace verdaderamente responsables de nuestras acciones. La gente piensa que es libre como respuesta a la creencia y visión del mundo, la cual se reproduce a través de nuestra cultura y está en el centro de nuestras tradiciones religiosas; el cielo, el infierno y el castigo eterno no tienen mucho sentido a no ser que seamos verdaderamente responsables de nuestras acciones. A nivel político, que creamos que somos realmente libres sirve a los intereses de la gente con dinero y poder, ya que así todo el mundo piensa que tiene lo que se merece. Es pensar que los pobres lo son porque 'no trabajan lo suficientemente duro'.

En materia penal creo en la justicia restaurativa, aquella que junta a los criminales con sus víctimas para que hablen de lo sucedido

Tomamos decisiones todos los días, y esto genera una ilusión de libertad, porque a pesar de que decidimos hacer unas cosas u otras, son elecciones tomadas con un cerebro que no elegimos. La gran mayoría de la gente no hace ese paso en la lógica. Es muy simple, pero no caemos en el hecho de que nuestro cerebro ha sido creado por un proceso del que no tenemos ningún control. Así que nos sentimos libres, y actuamos según nuestros valores y creencias, pero la fuente profunda de nuestros valores y creencias nos remonta a nuestra herencia cultural, nuestros genes y todas esas cosas.

P: Como todos tenemos un cerebro que no hemos elegido, no podríamos culpar a un asesino, ¿no? Porque, según sus creencias, no es responsable de hacer cometido un acto condenable.

R: Correcto. Eso es. Pero eso no quiere decir que tengamos que dejar en libertad a los asesinos. Esta siempre es la parte que pone a la gente nerviosa. Aunque está claro que tenemos derecho a protegernos a nosotros mismos, la idea de la retribución (el hecho de que esté bien hacer daño a alguien porque ha hecho algo malo) no tiene ningún tipo de sentido ya.

Un criminal no es responsable único de su acto; lo es toda la sociedad porque su crimen es resultado de las condiciones externas

La clave es reestructurar el sistema penal. Creo que necesitamos sentencias más cortas y prisiones más humanas y seguras. Hay una tendencia que sugiere que al centrarse en la rehabilitación se crea un sistema de encarcelamiento mucho más eficaz, que reduce el número de reincidencias. De hecho, la tasa más baja de reincidencias en toda Europa se da en una prisión de Bastoy (Noruega), donde hay violadores, asesinos y gente que ha hecho cosas terribles. Pero es una cárcel humana, les permite aprender cosas nuevas, rehabilitarse, se les trata como a seres humanos, entonces pueden actuar como tales cuando se reincorporan a la sociedad.

Otra cosa que me gustaría subrayar, en un sentido más profundo, es que el acto terrible de un criminal no pertenece solo al criminal, sino a toda la sociedad, porque todo acto es un resultado de las condiciones económicas, políticas, sociológicas, culturales... y todos contribuimos a la hora de reproducir estas cosas.

P: Defiendes un tipo de cárcel, pero aseguras en el libro que "los enormes recursos que gastamos encerrando a la gente podrían usarse en reducir la desigualdad y mejorar así la vida de los ciudadanos". Entonces, ¿qué propones? ¿Cómo piensas hacerlo económicamente?

R: (Piensa) Yo creo en la rehabilitación, la cual requiere financiación. Por ejemplo, programas de educación, tratamientos para adictos, y justicia restaurativa (la cual consiste en unir a los criminales y a sus víctimas para discutir qué ha pasado, como seres humanos, lo cual ha llegado a ser muy útil para las víctimas, muy empoderador). Los estudios han demostrado que todos estos enfoques, a pesar de que requieren inversión, a largo plazo ahorran dinero. Uno de los enfoques de la justicia restaurativa muestra que por un euro que te gastas, ahorras cuatro. Así que sí, invertiría en cambiar el funcionamiento de las cárceles, y esto es una de las caras de la ecuación. La otra cara consiste en redistribuir la riqueza en la sociedad, y generar así una sociedad justa, lo que nos libraría de las condiciones que alentan el crimen.

P: Hablas de la propiedad de las cosas como un "eje de control sobre el resto de las personas". Así que, ¿no debería haber propiedad privada? ¿Qué opinas de los desahucios y de los okupas?

R: Creo que son síntomas de una sociedad con demasiada desigualdad. Considero que hay claramente algo terrible cuando ves cómo desahucian a personas. No ayuda a la sociedad y crea muchos problemas. Cuando ves la causa de los problemas a los que se enfrentan estas personas, te das cuenta de que sus acciones no son las culpables de que no puedan pagar su casa. Hace unos años, la culpable fue la crisis económica y financiera. Los banqueros la cagaron con la economía global, pero ninguno acabó en la cárcel. La vida de muchas personas, que no tenían nada que ver con la crisis, fueron destruidas. Así que estoy muy en desacuerdo con el hecho de desahuciar a las personas de sus hogares.

Existen diferentes formas de libertad. La que no tenemos es aquella que nos hace verdaderos responsables de nuestras acciones

Yo estaba a favor de hacer un rescate a las personas en vez de uno bancario. En lugar de poner el dinero en la banca, invertirlo directamente en las cuentas de la gente. Si no hay trabajo, no es la culpa de las personas. Estos problemas son el síntoma de una ideología económica que está fracasando. Y la solución es cambiar la ideología, no castigar a los individuos.

Y respecto a los okupas, es algo natural debido a la clase de sistema que tenemos. Es la única solución que tienen muchas personas, cobijarse y darse una casa. Así que, cuando los derechos de propiedad chocan con los derechos humanos, yo apoyo los segundos.

P: En ese caso, si alguien tiene una casa y ve que está ocupada por otros, ¿qué hacemos? ¿De qué lado estamos si ambas partes son personas?

R: ¿Hablamos de casos de personas cuya casa ocupada es la segunda o tercera vivienda?

P: Eso es indiferente. Hablamos, por ejemplo, de alguien que ha viajado al extranjero y vuelve a España y de pronto ve que su casa está ocupada. ¿Qué hacemos entonces?

R: Es un problema. Llegados a ese punto, entiendo que el dueño de esa casa quiera reclamarla para sí mismo. Pero en el momento en que esos hogares están desocupados, y como solución temporal, no me parece que sea un enfoque problemático. Nada de esto es ideal, pero si la alternativa es que la gente esté viviendo en calles, abogo por llenar las casas vacías hasta que podamos centrarnos en el problema de base.

Los okupas solo pueden cobijarse y darse un hogar. Cuando los derechos de propiedad chocan con los derechos humanos, yo apoyo los segundos

P: En un capítulo del libro hablas de la "presunta obligación moral de pagar la deuda" a los bancos. ¿Acaso no tenemos la obligación de devolver el dinero prestado? ¿Crees que no deberíamos pagar las hipotecas?

R: La deuda es algo que se remonta años atrás. El antropólogo David Graeber escribió un libro en el que expone que el sentido de obligación que sentimos cuando tomamos prestado algo ha sido explotado por los sistemas de poder para poner a las personas en una posición de servidumbre, y es comprensible que nos sintamos obligados a pagar la deuda que hemos contraído. Pero, un análisis moral profundo nos lleva a mirar al contexto más amplio: ¿por qué la gente necesita contraer una deuda? En muchos casos, las opciones que tienen son extremadamente limitadas.

La gente, a menudo, se encuentra en la tesitura de que para tener un techo sobre sus cabezas, una educación, medicamentos o una operación, se ven obligados a pedir un préstamo. Así que, ¿cuál sería la obligación moral más profunda: los derechos humanos de estas personas o saldar la deuda con los bancos que han creado el problema y no necesitan el dinero? Estas son las preguntas que deberíamos hacernos.

P: Entonces, la gente que ha contraído hipotecas, ¿deben saldar su deuda o no?

R: No hablo de eso en el libro. La pregunta importante es que la gente no tiene elección, y que esa decisión es muy poco atractiva. ¿Una familia debería saldar su deuda? No podría contestar, depende del contexto. Sería muy eficaz que muchas familias decidieran organizarse para decidir no pagar, a la vez. Si un millón de personas lo hiciesen, o 100.000, entonces habría una gran fuerza. Pero una familia sola no serviría de nada.

P: También dedicas un capítulo a los medios de comunicación, que son empresas y a la vez cumplen un servicio a la sociedad. Entonces, ¿cómo pueden ser libres?

R: Creo que tenemos que cambiar todo el modelo de negocio. Los mercados generan un subjetividad política, un cierto sesgo, en el libro explico cómo, pero tu pregunta es qué deberíamos hacer. Una propuesta es un sistema de 'vales por' en el que a todos los ciudadanos se les otorga un vale por 30 euros que solo se puede gastar en medios de comunicación. Estas empresas de media podrán acceder a ese dinero solo si rechazan las otras formas de financiación. Así, puedes tener o lo uno o lo otro; o los anuncios o ser públicamente financiado (no como una manera de otorgar mucho poder al estado, pero sí como forma de descentralizar el poder). A mí me parece una idea prometedora.

P: En España la mayoría de los medios son propiedad de accionistas, empresas, bancos o fondos de inversión. ¿Cómo de libre podría ser un medio así?

R: No creo que sea posible que ningún medio así fuese libre. (Sonríe). Es imposible. Ellos generarán informaciones que favorezcan sus propios intereses y refleje su propia visión del mundo. Un experimento es imaginarse que todos los medios españoles fuesen controlados por comunistas. El impacto que podría tener sería enorme. La realidad es que actualmente tenemos un grupo de multimillonarios que controlan los medios, así que sería muy inocente pensar que el accionariado del medio no tiene un impacto destacado en las noticias que se producen.

¿Realmente somos libres? ¿Quién determina nuestro futuro? ¿Qué hacen los gobiernos por nosotros? Estas y otras preguntas son tratadas en el libro 'Crear libertad: el poder, el control y la lucha por nuestro futuro' (Ed. Paidós). Su autor, el escritor, artista y cineasta Raoul Martinez, aborda el tema de la libertad desde distintos puntos de vista, y llega a conclusiones que seguro no serán del agrado de los más conservadores. Nos citamos con él en un céntrico hotel de Madrid para que nos explique más detalladamente las afirmaciones tan revolucionarias que hace en su ópera prima.

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