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El periodista ficticio que inventó EEUU para manipular la economía global
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VIDA Y TIEMPOS DE GUY SIMS FITCH

El periodista ficticio que inventó EEUU para manipular la economía global

¿Quién es Guy Sims Fitch? A simple vista, un columnista que durante los años cincuenta y sesenta defendió los intereses empresariales privados en EEUU. Pero hay mucho más

Foto: Miles de columnas fueron escritas en periódicos de todo el mundo bajo un seudónimo falso. (iStock)
Miles de columnas fueron escritas en periódicos de todo el mundo bajo un seudónimo falso. (iStock)

Se dice que la prensa es el cuarto poder por su influencia sobre la sociedad, la política y la economía. De ahí que durante siglos se haya convertido en un arma idónea para cambiar el destino de los estados de forma sutil, algo que no han ignorado las agencias de inteligencia de todo el mundo. La historia de Guy Sims Fitch ilustra bien hasta qué punto puede llegar un país (en este caso, EEUU) para influir en la economía a través de la prensa. También, de qué manera el ciudadano medio se encuentra indefenso ante desmanes que solo conoce décadas después.

¿Quién es Guy Sims Fitch? A simple vista, un columnista de economía que durante los años cincuenta y sesenta defendió los intereses empresariales privados en EEUU en periódicos de todo el mundo. En realidad, un seudónimo bajo el que se ocultaban un número indeterminado de autores que firmaban los artículos de Fitch, un personaje ideado en los despachos de la USIA (United States Information Agency), la agencia que entre 1953 y 1999 se encargó de vigilar la imagen que del país se tenía en el ámbito internacional.

Brasil, Alemania o Australia eran algunos de los países donde podían leerse los textos de Fitch

Ya se conocía la existencia —o mejor dicho, la no existencia— de Fitch, así como las estrategias de propaganda utilizadas por la inteligencia americana. En 'Investing Public Diplomacy: the Story of the U.S. Information Agency' (Lynner Rienner Publishing) puede leerse una referencia a él: “Los comentarios vigentes durante muchos años sobre el desarrollo económico se atribuyeron a un ficticio Guy Sims Fitch, cuyos puntos de vista eran a menudo citados como argumento de autoridad en medios extranjeros que publicaban su columna como parte de su menú editorial”. Brasil, Alemania o Australia eran algunos de los países donde podían leerse los textos de Fitch aplaudiendo la inversión estadounidense en el extranjero.

Fue a través de ese libro como el periodista de 'Gizmodo' Matt Novak oyó hablar por primera vez de Fitch. Interesado por la historia, tal y como él mismo explica en un reciente reportaje, decidió solicitar todos los datos disponibles sobre el falso periodista a la CIA, amparándose en la Ley por la Libertad de la Información (FOA). Su sorpresa fue mayúscula cuando la agencia le negó el acceso aduciendo que no era posible porque violaba el derecho a la privacidad. ¿Del periodista inventado o de los negros que utilizaban su nombre?

Un misterio difícil de aclarar

El periodista cree que la CIA está jugando con él, escudándose en peculiares artimañas legales. La institución está obligada a entregar información con algunas excepciones, entre las que se encuentra poner en peligro la privacidad de individuos vivos (no así de los muertos). El problema es que Fitch no está ni vivo ni muerto, sino que simplemente no existió. Además, el periodista no puede solicitar información sobre ninguno de los agentes que pudieron utilizar el seudónimo precisamente por eso, porque su identidad se desconoce. En resumidas cuentas, ha caído en una trampa que probablemente impedirá que llegue a conocer los entresijos de la historia de Fitch, pero también de tantos otros posibles seudónimos que pudieron utilizarse durante los años de la Guerra Fría… o tiempo después.

"La mayor parte del capital necesario debe venir de las acciones de la propiedad privada", afirmaba el falso autor en 1952

¿Hasta qué punto resultaron importantes las columnas de Fitch? Haría falta una laboriosa zambullida en la hemeroteca, cruzada con las noticias económicas del momento, para entender cómo influyó en las decisiones tomadas o creó un clima favorable para determinadas tesis. Una búsqueda somera en internet permite encontrar un par de muestras (de entre las 2.006 veces que su nombre aparece en Trove) de lo que el falso periodista promulgaba. Es lo que ocurre con la digitalización de un periódico australiano de 1952, que recoge unas declaraciones del autor:

“Las necesidades monetarias para el desarrollo de una economía a gran escala en las naciones del mundo libre son tan grandes que ni pueden ni deben ser proporcionadas únicamente a través de préstamos. La mayor parte del capital necesario debe venir de las acciones de la propiedad privada”.

Lo paradójico de este texto, que aparece dentro de las cartas al director, es que en este un supuesto lector recurre a Fitch para defender sus propias tesis. Una muestra de que su pensamiento (dictaminado por los intereses estadounidenses) caló más de lo que cabría pensar. O, como sugiere Novak, que en realidad la propia carta estuviese firmada por un agente de la CIA o de USIA quien, de esa forma, promovía al inventado Fitch como fuente fiable.

Otro ejemplo aparece en un periódico alemán de 1965, traducido al inglés por el periodista de 'Gizmodo':

“El crecimiento económico continuado desde marzo de 1961 (los últimos 51 meses, el periodo más largo de la economía americana en tiempo de paz) probablemente seguirá durante los próximos meses. Esta es la opinión de la mayor parte de economistas, como el nuevo secretario del Tesoro estadounidense, Henry Fowler”.

Murrow afirmó que no le importaba que la gente le llamase propagandista. “Siempre y cuando la propaganda se base en la verdad”, solía añadir

En esta ocasión, ya no se trata tanto de falsificar una firma como de utilizar al periodista como altavoz para otras opiniones, esta vez sí, con nombres y apellidos reales. ¿Hasta qué punto estaba determinado el comportamiento de USIA por la CIA? Aunque en teoría se trata de órganos independientes, Novak recuerda que los estudiosos de la Guerra Fría han asegurado que trabajaron codo con codo durante años.

El director de la USIA entre 1961 y 1965, Edward Murrow (sí, el periodista antimacarthista retratado en la película de George Clooney 'Buenas noches y buena suerte'), fue uno de los defensores de la propaganda en una organización que, precisamente, le contrató para olvidar con un icono de perfil alto los años de macarthismo. En 1962, afirmó que no le importaba que la gente le llamase propagandista, “siempre y cuando la propaganda se base en la verdad”. Como recuerda Novak, eran otros tiempos y otra ética. Sin embargo, la revelación de historias como la de Guy Sims Fitch nos llevan a preguntarnos qué es lo que no sabemos (ni descubriremos jamás) sobre la manipulación ejercida desde los gobiernos.

Se dice que la prensa es el cuarto poder por su influencia sobre la sociedad, la política y la economía. De ahí que durante siglos se haya convertido en un arma idónea para cambiar el destino de los estados de forma sutil, algo que no han ignorado las agencias de inteligencia de todo el mundo. La historia de Guy Sims Fitch ilustra bien hasta qué punto puede llegar un país (en este caso, EEUU) para influir en la economía a través de la prensa. También, de qué manera el ciudadano medio se encuentra indefenso ante desmanes que solo conoce décadas después.

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