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El “timo” del zumo de naranja y por qué está desapareciendo de los desayunos
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“NO ES MEJOR QUE UNA COCA-COLA”

El “timo” del zumo de naranja y por qué está desapareciendo de los desayunos

Cada vez son más voces las que recuerdan que, a pesar de buena fama, es una bebida que tan solo aporta azúcar, carbohidratos y calorías. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Foto: El desayuno más saludable... ¿o no? (iStock)
El desayuno más saludable... ¿o no? (iStock)

No hay desayuno de negocios que se precie en el que no haya un vaso de zumo de naranja sobre el mantel, entre los 'croissants' dulces y la taza de café. El colorido líquido juega el papel del contrapunto saludable, como si tomarnos algo que proviene de una fruta contrarrestase automáticamente los efectos estimulantes de la cafeína y los calóricos de la bollería. Sin embargo, como cada vez más nutricionistas recuerdan, un zumo de naranja concentrado aporta muchas calorías, carbohidratos y azúcar pero poca fibra. Era algo conocido, pero que ahora parece estar provocando, por primera vez, un cambio en los hábitos de los consumidores.

Probablemente, aún falta tiempo para que la situación cambie en España (llevamos un poco de retraso, también en alimentación), pero la industria naranjera estadounidense se enfrenta a un serio problema sin visos de solucionarse, como pone de manifiesto 'Business Insider': las ventas de naranjas del principal estado productor, Florida, han disminuido un 13% durante los últimos cuatro años en un proceso de declive continuado que cada año es un poco peor. El producto más dañado ha sido el zumo helado de naranja, que ha experimentado una bajada en ventas del 39% desde 2012.

El zumo de frutas no es lo mismo que una fruta entera y tiene tanto azúcar como una bebida azucarada

Un reportaje publicado este verano en 'The Wall Street Journal' recordaba que esta caída (que ha provocado el cierre de casi la mitad de plantas de proceso en el conocido como Orange State) se debe, ante todo, a un sensible descenso de la demanda del consumidor. Este ha empezado a decantarse por otra clase de bebidas exóticas o energéticas durante la primera hora del día. Sea como sea, muchos menos estadounidenses están ignorando los botes de zumo de naranja cuando acuden al supermercado.

¿Beneficioso, perjudicial, o nada de eso?

Durante los últimos años, a la industria productora de zumos le han crecido los enanos. En el año 2014, un grupo de académicos ingleses aglutinados bajo el nombre “Action of Sugar” solicitó que se dejasen de promocionar los productos azucarados y solicitó una mayor carga de impuestos para esos alimentos. La consejera del gobierno sobre obesidad, la profesora Susan Jebb, recordaba que un zumo contiene tanta azúcar como la Coca-Cola y que de ninguna manera puede sustituir a una pieza de fruta. “El zumo de frutas no es lo mismo que una fruta entera y tiene tanto azúcar como una bebida azucarada”, explicaba. “También se absorbe tan rápido que cuando llega a tu estómago es imposible saber si es Coca-Cola o zumo”.

Es la misma queja que han expresado otros expertos en nutrición. No tanto porque el zumo sea inherentemente malo, sino porque la buena fama asociada al mismo confunde al consumidor, que considera que es la mejor bebida que puede llevarse al estómago. Y no lo es. Como señalaba otro estudio reciente publicado en 'Diabetes and Endocrinology', el consumo frecuente de zumo puede favorecer la aparición de enfermedades como diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares y obesidad. 250 mililitros de zumo de naranja contienen 115 calorías, mientras que una mucho más denostada lata de Coca-cola de 33 centilitros tiene 139.

De ahí que a algunos no les haya temblado el pulso al calificar de “timo” al zumo de naranja. Es lo que ocurre con la editora de ciencia de 'Business Insider' Erin Browdin, que en un reportaje recuerda que “en términos nutricionales, el zumo no es mejor que un refresco o cualquier otra bebida dulce”. Un vaso de zumo de unos 35 centilitros contiene 153 calorías, 34 gramos de carbohidratos, 27 de azúcar, 2,4 de proteínas y tan solo 0,7 de fibra. Ese es el otro gran problema del zumo de naranja en comparación con la pieza original de fruta: al exprimirse o ser procesada, pierde la mayor parte de la fibra, por lo que apenas sacia el hambre.

No deberíamos tomar más de 150 mililitros de zumos al día, según la página del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido

Incluso la página del Servicio de Salud de Reino Unido expone sus reservas ante la introducción de zumos en la dieta diaria. Aunque en su caso sí considera que puede ser una de las cinco piezas de fruta diarias recomendadas, también recuerdan que “no contiene la fibra que sí está en las frutas enteras y en las verduras”. Además, explica que “la fruta también contiene azúcar que puede dañar a los dientes” y recomienda vigilar la cantidad de zumos y batidos que se consumen. Según sus cálculos, no se deberían tomar más de 150 mililitros de zumos (sean estos de verduras o de frutas) al día. La Clínica Mayo pone el límite, para los niños de más de siete años, en 355 mililitros al día.

¿Cuándo empezó la moda del zumo?

Aunque naranjas se han comido desde tiempos inmemoriales, su consumo en forma de zumo es más o menos reciente. Es parte del desayuno inglés tradicional, pero algunos autores recuerdan que su implantación en los desayunos estadounidenses (y, de ahí, al resto del mundo vía almuerzos de empresa) es mucho más reciente, y responde a la necesidad de dar salida a la sobreproducción de dicha fruta en el estado de Florida. Como explica un reportaje publicado en 'The Atlantic', fue una ambiciosa campaña de marketing y la ayuda de un bioquímico llamado Elmer McCollum los que ayudaron a que el americano medio considerase que el zumo de naranja era el alimento más saludable que podía consumir a primera hora de la mañana.

Primero, la campaña de promoción del zumo; más tarde, en 1948, la aparición del zumo concentrado, que provocó rápidamente que toneladas de esta bebida se produjesen y distribuyesen a todos los rincones del país. De esa manera, las familias tenían a su alcance una bebida saludable, barata, rica en vitamina C y que sabía bien, gracias a los cientos de aditivos que empezaron a añadirse a la fórmula. El problema, como señala la autora de 'Squeezed: What You Don't Know About Orange Juice' (Yale University Press), Alissa Hamilton, es que cada vez esta bebida era menos natural, hasta que en los años 60, la propia FDA empezó a dudar de que pudiese llamarse de verdad “fresco”.

“No hay nada fresco ni puro en estos zumos”, señala el reportaje, recordando lo que explica Hamilton. “La mayor parte del zumo de naranja está tan procesado que sería imposible de beber si no fuese por los saborizantes. Es la última innovación tecnológica de una industria en una búsqueda perpetua para mimetizar la simplicidad de un zumo de fruta”. Básicamente, poco zumo de naranja hay en el zumo de naranja que se vende en los supermercados, que contiene mucha azúcar. Esa es la paradoja de esta bebida: que, aunque contiene niveles semejantes de este ingrediente a los de una lata de Coca-Cola, tiene mucha mejor reputación. Especialmente en aquellas familias que dan día tras día zumo procesado a sus hijos, cuando probablemente, como señalaba el profesor Tom Sanders del King's College, sea preferible sustituirlo por agua.

Exportamos ante todo a Francia (que consume un 30% de nuestras naranjas), Alemania (27%) y Reino Unido, uno de los países donde mayor polémica ha habido

¿Cómo afectará esto a España? Nuestro país exporta gran parte de su producción, un 47,6%. Como señala 'Revista Mercados', un 30% se destina al mercado interior en fresco. Otro 18% va a la industria, y un 60% se convierte en zumo. Exportamos ante todo a Francia (que consume un 30% de nuestras naranjas), Alemania (27%) y Reino Unido, uno de los países donde mayor polémica ha habido sobre las naranjas (10%). Pero, por tamaño, estamos muy lejos aún de EEUU, que produce el 42% de la cantidad global (75% en Florida y 25% en California). No resulta raro, por tanto, que con datos así no les salgan las cuentas. Una vez que una corriente de opinión cambia, es difícil darle la vuelta.

No hay desayuno de negocios que se precie en el que no haya un vaso de zumo de naranja sobre el mantel, entre los 'croissants' dulces y la taza de café. El colorido líquido juega el papel del contrapunto saludable, como si tomarnos algo que proviene de una fruta contrarrestase automáticamente los efectos estimulantes de la cafeína y los calóricos de la bollería. Sin embargo, como cada vez más nutricionistas recuerdan, un zumo de naranja concentrado aporta muchas calorías, carbohidratos y azúcar pero poca fibra. Era algo conocido, pero que ahora parece estar provocando, por primera vez, un cambio en los hábitos de los consumidores.

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