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Por qué deberías acostarte con una mujer madura antes que con una joven
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Por qué deberías acostarte con una mujer madura antes que con una joven

Con la edad, ellas se liberan de ciertas cargas, lo que les permite explorar y ampliar las posibilidades de su deseo

Foto: El tiempo, como a los vinos, nos hace mejores. (iStock)
El tiempo, como a los vinos, nos hace mejores. (iStock)

Cuando toca hablar de relaciones en la madurez o en la vejez parece que hubiéramos vuelto a épocas pretéritas y el sexo se hubiese convertido otra vez más en un tema tabú. Libros, programas de televisión y artículos de prensa e Internet tienden a enfocar los contenidos sobre el sexo como si estuvieran siempre destinados a un público joven, o por lo menos en el rango de los treinta, lo que contrasta con el imparable envejecimiento de la población que se está viviendo en países como el nuestro.

El argumento se vuelve todavía más sensible cuando el foco se dirige hacia la sexualidad femenina a partir de la menopausia. Si la representación que tenemos de los hombres maduros puede ser incluso positiva, y se acepta que en la vida de un varón entrado en años las relaciones sexuales sigan siendo un factor relevante, la fórmula: “mujer de 50 o 60 que demuestra deseo = 'cougar'”, continúa, por desgracia, presente como prejuicio.

El envejecimiento no condiciona tanto el deseo

Parece como si la pérdida de la capacidad reproductiva de la mujer tuviera que conllevar una disminución en el interés por el sexo, ¿pero es esto cierto, o acaso la sexualidad femenina se transforma con la edad? Un estudio publicado por la University Hospitals Cleveland Medical Center viene a arrojar algo de luz sobre esta pregunta.

Si cada vez que pensamos en sexo pensamos exclusivamente en lo físico, es decir, en penetración y en genitales, el rendimiento baja

Sirviéndose de una muestra de quinientas mujeres con edades comprendidas entre los cuarenta y los setenta y cinco años, las conclusiones que se desprenden indican que para las generaciones de mediana e incluso de avanzada edad, la actividad sexual sigue jugando un papel fundamental en su calidad de vida.

Yendo más allá, se plantea a veces el debate de si estas las mujeres se divierten ahora más en la cama que en sus etapas de adolescencia y de juventud. David Marcos, psicólogo y sexólogo de Terapia Lugas, explica: “Si cada vez que pensamos en sexo pensamos exclusivamente en lo físico, es decir, en penetración y en genitales, el rendimiento baja, lógicamente, con los años tanto en hombres como en mujeres. El deseo, sin embargo, está muy condicionado por la cultura, por la educación, por la familia... ese deseo puede ampliarse, y en el mundo femenino se vive además de una manera muy intensa, permitiendo dirigirlo, con la edad, hacia lugares donde no había ido hasta entonces”.

Más sabias, más seguras y más libres

A pesar de los achaques que afectan a las mujeres de este segmento de la población, como el dolor provocado por la penetración debido a la sequedad vaginal o el deterioro de la forma física, el placer en sus relaciones se traslada hacia factores psicológicos que tienen que ver con la confianza y la comunicación.

Si bien tener más años no significa necesariamente ser más maduro, el autoconocimiento y la habilidad para tratar con la pareja necesidades, intereses y deseos suelen verse incrementados con el paso del tiempo. Tampoco hay que dejar de lado que la libertad y la creatividad se desarrollan con la experiencia y son buenísimas herramientas, tanto para parejas establecidas desde hace tiempo como para las que se forman ya en edad avanzada. Se crea con ello una sabiduría sexual que se traduce en seguridad, lo que permite a las mujeres afrontar con menos miedos los problemas que aparecen en la cama, demostrando además menos recelos para servirse de ayudas que traen a su vez nuevas sensaciones en sus relaciones, como los lubricantes o los vibradores.

Los lastres que el sexo femenino se va quitando con el paso de los años son, por supuesto, otro gran incentivo. Según Marcos: “llega un punto en el que las mujeres comienzan a liberarse de cargas que antes les preocupaban demasiado: si su físico era interesante, si les gustaban a la otra persona, si se podían quedar embarazadas... esto les hace estar más motivadas para nuevos encuentros eróticos, para investigar con la pareja o incluso para redescubrirse mediante la autoexploración”.

Entre esas cargas, no podía faltar la maternidad, ya sea porque la menopausia elimina la presión de ser madre, como porque “tener hijos es duro, requiere mucho trabajo y conlleva cansancio y desgaste de la pareja. Cuando los hijos se hacen mayores y no tienen que estar pendientes de ellos, las mujeres pueden relajarse y permitir que su deseo se desarrolle, haciéndose también más rico”.

Doctor, no lubrico bien

La confianza y los avances en la comunicación a los que nos hemos referido hasta ahora desaparecen, sin embargo, cuando los problemas sexuales que surgen con la edad se trasladan a las consultas de los hospitales y de los ambulatorios. Según el estudio referido, la mitad de las encuestadas reconoce no haber hablado de estas cuestiones con su médico, mientras que, de la otra mitad, un 70% puntualiza que han sido ellas las que los han planteado, no sus doctores.

Cuando los hijos se hacen mayores, las mujeres pueden relajarse y permitir que su deseo se desarrolle

La razón habría que buscarla en el propio funcionamiento de las consultas. Señala David Marcos que: “por un lado la consulta de un ginecólogo no es muy diferente de la de cualquier otro especialista. Lo que se trata en ellas son enfermedades, infecciones… por otro, algunas mujeres se llegan a cuestionar por qué han de ir al médico si ya no poseen la función reproductiva”.

Si como se está descubriendo, el sexo aparece como un factor destacado para la calidad de vida de estas generaciones, desde las instituciones sanitarias queda aún mucho por hacer para que la confianza entre el médico y la paciente sea más estrecha y se facilite la comunicación, o para que sea incluso el propio facultativo el que tome la iniciativa de abordar estos asuntos.

Cuando toca hablar de relaciones en la madurez o en la vejez parece que hubiéramos vuelto a épocas pretéritas y el sexo se hubiese convertido otra vez más en un tema tabú. Libros, programas de televisión y artículos de prensa e Internet tienden a enfocar los contenidos sobre el sexo como si estuvieran siempre destinados a un público joven, o por lo menos en el rango de los treinta, lo que contrasta con el imparable envejecimiento de la población que se está viviendo en países como el nuestro.

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