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Wall Street, al desnudo: las frases que se decían en el ascensor de Goldman Sachs
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"disfruté como un cerdo"

Wall Street, al desnudo: las frases que se decían en el ascensor de Goldman Sachs

John LeFevre, el 'insider' más famoso de las finanzas, narra en su libro 'Directo al infierno' todo lo que vio y oyó mientras trabajó en Wall Street. Sin pudor y sin vergüenza

Foto: John LeFevre, el 'insider' que se escondía tras @GSElevator.
John LeFevre, el 'insider' que se escondía tras @GSElevator.

John LeFevre (Texas, 1979) fue el 'insider' más famoso del mundo financiero durante mucho tiempo. No se le conocía por su nombre, sino por el de @GSElevator, su cuenta de Twitter, un perfil anónimo en el que decidió “poner al descubierto la cultura de Wall Street de una manera entretenida y perspicaz”. La idea se le ocurrió al saber de una cuenta similar, @CondeElevator, que reproducía las conversaciones más ridículas escuchadas en los ascensores del edificio Condé Nast. Cuando vio el éxito que estaba teniendo, pensó: “Joder, si a la gente le interesan tanto esas chorradas, no quiero ni imaginar lo que pensarían si supieran las cosas escandalosas que dicen y hacen los banqueros”.

Foto: LeFevre, con cara de no haber roto un plato.

La cuenta se hizo muy popular, y diarios del ámbito económico recogieron sus tuits con frecuencia, e incluso 'The New York Times' llegó a entrevistarle para saber si él era la persona que estaba detrás de la cuenta. Por supuesto, lo negó (“Total, ¿qué importancia tenía?”) y siguió adelante, recogiendo lo que él presenciaba y lo que gente del mundo financiero le iba enviando sobre hechos, actitudes y expresiones que conocían de primera mano.

Sin epifanías. Sin disculpas

LeFevre, que tuvo una carrera fulgurante en el mundo de las finanzas (fue contratado por Salomon Brothers, trabajó para Citigroup en Nueva York y Londres, y fue contratado por Goldman, aunque no accedió finalmente al puesto por un problema contractual), decidió dejar el sector y ahora vive retirado del mundo de la banca, con lo que ya no le resultaba necesario guardar el anonimato. 'Directo al infierno' (Ed. Deusto) es el título del libro en el que recoge sus experiencias en el sector, y en el que no pretende “acusar a ninguna empresa en particular, ni poner al descubierto escándalo alguno ni mucho menos ser una historia moralista de redención”. Su objetivo es otro, “dar a conocer sin vergüenza la verdadera alma de Wall Street como nadie lo ha hecho hasta ahora. Sin epifanías. Sin disculpas. Sin temer las consecuencias”.

"Cuando en el cajero automático tengo detrás a una tía buena, dejo el comprobante en la máquina para que pueda ver mi saldo"

El libro recoge sin pudor una serie de comportamientos, actitudes y acontecimientos que demuestran cuál es el espíritu del ámbito financiero. No en vano, las personas de las que se habla en el libro han ascendido a posiciones superiores en las firmas más grandes y prestigiosas del mundo. Pero la perspectiva de LeFevre es mucho más de retrato que de denuncia. Dice haber gozado del tiempo que pasó en la banca, y que no piensa pedir perdón ni por lo que vio ni por lo que hizo. Al fin y al cabo, “disfrutó como un cerdo”, y hablamos de alguien que publicaba artículos recomendando a sus colegas una peluquería de Hong Kong, a la que les mandaba en realidad solo porque el dueño era anciano y le temblaban mucho las manos, y se partía de risa imaginando cómo sería cuando aquel hombre tuviera que cortarles el pelo a navaja.

En todo caso, lo que LeFevre vio y oyó puede sintetizarse en estas frases que recoge en su libro:

  • “Si solo puedes ser bueno en una cosa, sé bueno mintiendo... porque si eres bueno en la mentira, lo eres en todo”.
  • “Cada año, los niños aprenden una valiosa lección de vida: Papá Noel quiere más a los niños ricos”.
  • “Mi triturador de basuras come mejor que el 99% del mundo”.
  • “Si alguien te pregunta algo y no sabes la respuesta, despréciale. Mejor ser un gilipollas que parecer tonto”.
  • "En otros tiempos mandábamos a los indeseables a una isla. Ahora tienes que comprarte una isla para alejarte de ellos".
  • “Cuando en la cola del cajero automático tengo detrás a una tía buena, dejo el comprobante en la máquina para que pueda ver mi saldo”.

"Hay dos tipos de personas que respetan el límite de velocidad: los maricas y los que llevan el coche cargado de drogas"

  • “Solo los trogloditas recurren a la violencia. Yo prefiero aplastar el ánimo, la esperanza o la autoestima del otro".
  • “A ver cuándo dejamos de llamarles hípsters y volvemos a llamarles maricas”.
  • “Cuando alguien me pregunta qué tal me va, generalmente miento y les digo que bien, aunque en realidad me va mucho mejor”.
  • “Hay gente que cree que soy un tipo silencioso, aburrido o tímido. No se enteran de que simplemente no me gustan”.
  • “Los posavasos son para la gente que necesita dejar la copa sobre la mesa”.
  • “¿Y para qué voy a casarme? Casarse es como apostar la mitad de tu patrimonio a que amarás a una sola tía durante toda la vida”.
  • “Si alguien me dice '¿Tienes un minuto?', veo muy claro que voy a perder media hora de mi vida y que no la recuperaré jamás”.

"No alimentamos a los animales salvajes, porque se vuelven dependientes. ¿Es distinto con las personas?"

  • “Jamás doy limosna a los indigentes. Mi conciencia no me permite recompensar el fracaso”.
  • “Los hay que piensan que todo sucede por algún motivo, y el motivo por el que lo creen es que son idiotas y las decisiones que toman son una mierda”.
  • Una tía me preguntó qué haría si de repente me encontraba con 10 millones de dólares en el banco. Le respondí que me preocuparía por saber qué había pasado con el resto de mi dinero”.
  • “Por la mañana, no solo había olvidado el nombre de la chica, sino también el nombre falso que me había inventado para mí”.
  • “Como sociedad, somos más inteligentes que nunca. Lo único que ocurre es que la tecnología ha dado voz a las masas sin refinar”.
  • “Hay dos tipos de personas que respetan el límite de velocidad: los maricas y los que llevan el coche cargado de drogas”.
  • “Cada uno de los dígitos de tu cuenta bancaria equivale a un centímetro de polla”.

"Mi primera esposa fue radicalmente antiabortista hasta que mi amante se quedó embarazada"

  • “El delito de información privilegiada es como mearse en la piscina. Todo el mundo piensa que es una guarrada, pero en realidad no hay para tanto”.
  • “Siempre que respondo al móvil, digo que la batería está a punto de agotarse. Así no pierdo tiempo”.
  • “Nos negamos a alimentar a los animales salvajes, porque se vuelven dependientes y ya no pueden desenvolverse por sí mismos. ¿Por qué tiene que ser distinto con las personas?”.
  • “En la vida real, los abucheos siempre vienen del gallinero”.
  • “Si me pongo un traje, estoy en el 8. Si me quito la camisa, en el 5. Pero si me presento en el bar con la tarjeta, soy un 10”.
  • “Si digo 'quédese con el cambio' es porque me da pereza recogerlo”.

"No te cases hasta que tengas, por lo menos, 35 años. Lo que te interesa es una mujer-trofeo, no una mujer-lo-importante-es-participar"

  • “Mi primera esposa fue radicalmente antiabortista hasta que mi amante se quedó embarazada”.
  • “Imagínate lo que debe de ser ganar en la lotería y luego no poder cobrar el premio. Es lo que les pasó a mis exnovias”.
  • “Yo ya sé que voy a ir al infierno. Por lo tanto, tengo dos opciones: ir a lo grande o ir sin más”.
  • “No te cases hasta que tengas, por lo menos, 35 años. Lo que te interesa es una mujer-trofeo, no una mujer-lo-importante-es-participar”.
  • “Sé tú mismo' debe de ser un buen consejo para un 5% de las personas”.
  • “Hacerse rico no es difícil. Está al alcance de cualquier tía buena sin manías”.
  • “Yo no soy maleducado. Eres tú el que me aburres, gilipollas”.
  • “Vegetariano es un término peyorativo que se utilizaba en tiempos antiguos para referirse a un idiota que no sabía pescar ni cazar”.
  • Si quieres te doy la razón, pero entonces nos equivocaríamos los dos”.

John LeFevre (Texas, 1979) fue el 'insider' más famoso del mundo financiero durante mucho tiempo. No se le conocía por su nombre, sino por el de @GSElevator, su cuenta de Twitter, un perfil anónimo en el que decidió “poner al descubierto la cultura de Wall Street de una manera entretenida y perspicaz”. La idea se le ocurrió al saber de una cuenta similar, @CondeElevator, que reproducía las conversaciones más ridículas escuchadas en los ascensores del edificio Condé Nast. Cuando vio el éxito que estaba teniendo, pensó: “Joder, si a la gente le interesan tanto esas chorradas, no quiero ni imaginar lo que pensarían si supieran las cosas escandalosas que dicen y hacen los banqueros”.

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