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'La araucana': la gran epopeya de la conquista de América que hemos olvidado
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BARDO Y 'GATO'

'La araucana': la gran epopeya de la conquista de América que hemos olvidado

Poeta y soldado, adelantado intelectual multidisciplinar, huérfano de padre y brillante escribano, Alonso de Ercilla es uno de los héroes literarios de nuestro país

Foto: Alonso de Ercilla.
Alonso de Ercilla.

"Ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande".

–'El Principito', Antoine de Saint-Exupéry

La historia tiene la belleza simbólica del Kintsugi japonés o arte milenario de la recomposición de los objetos. No existe una verdad única como un todo, pero con la suma de las cicatrices y algo de buena voluntad se puede reconstruir la unidad previa. La historia está confeccionada con los mimbres del drama humano, con el dolor y con formas de memoria distintas, enfrentadas en torno a una misma realidad siempre interpretable. La historia no es cierta ni incierta ni hay buenos y malos, sino intereses enfrentados, agravios indebidamente cerrados y, de forma general, manipulación de las partes. En suma, es más una tarea descriptiva y un mensaje manifiesto o encriptado. Pero a veces también la historia es indigna e injusta con los perdedores y entenderla desde ese ángulo muerto nos va acercando a la realidad.

Alonso fue ese relator que le dio un sesgo poético a la conquista y legó una visión de la epopeya que sufrieron las partes enfrentadas en el actual Chile

La labor, tanto de los estudiosos como de los aficionados a la historia, no gira en torno a determinar cuál de las partes tenía razón, sino en averiguar el cómo y el porqué de lo sucedido y sus consecuencias, ya que al fin y al cabo la lectura dominante siempre se encargará de decirnos quién fue el ganador. El historiador, a la postre, tiene algo de notario, algo de escriba y algo de narrador, y por supuesto puede estar equivocado en la interpretación de los hechos.

En el vivir que va sumando, Alonso de Ercilla no fue un paso vacío. Fue ese relator indispensable que le dio un sesgo poético a la épica de la conquista, y legó a la posteridad, en 37 elaborados cantos, una visión de la epopeya que sufrieron las partes enfrentadas en lo que hoy es el actual Chile, y en la que el bando perdedor opone una resistencia heroica más allá de lo razonable.

Una vida agitada

Alonso de Ercilla y Zúñiga nació "gato" (de Madrid). Poeta y soldado, adelantado intelectual multidisciplinar, huérfano de padre y brillante escribano, en su acepción de maestro de la escritura. Doblaba en velocidad de registro a todos los amanuenses de la corte. Solo contaba un año cuando su afligida madre, Leonor de Zúñiga, ocupó el cargo de dama de compañía en la Corte de Felipe II. Este políglota de instrucción renacentista (hablaba cinco idiomas con soltura), ofició como paje durante tres años en los que viajó en repetidas ocasiones a las posesiones españolas en Italia y Flandes, mientras se impregnaba de las corrientes culturales más encontradas. En esa secuencia de vida ofició como diplomático en Londres de manera puntual hasta que la llamada de la gloria tocó a sus inquietas puertas.

Tras la atroz muerte de Pedro de Valdivia en un crudo invierno de 1553, en que los mapuches araucanos se hicieron una sanguinaria barbacoa con los miembros amputados del capitán español y con su cráneo un recipiente para el bebedizo local, la chicha, la guerra se tornó más cruenta si cabe y los españoles perdieron su halo de invencibilidad.

Cuando llega Alonso de Ercilla al Virreinato de Perú (el actual actual territorio chileno formaba parte del mismo), los mapuches o araucanos (el gentilicio aplicado por los españoles) estaban aplicando una severa guerra de guerrillas que, por su astucia e ingenio, creaba no pocos problemas a la tropa en su compleja tarea de conquista y pacificación.

La intensidad de las emociones reflejadas deviene una obra cumbre de la literatura universal y del Siglo de Oro en sus balbuceos

Este es el momento, en lo más crudo de la ofensiva, en que Alonso da rienda suelta a su imaginación y da a luz a 'La araucana' .

Combina el poema elementos históricos y fantásticos que contrastan con el clima de crónica de la narración. En su prolongación como historiador, además de poeta, le da a la epopeya una orientación más descriptiva que fantástica mientras que la realidad ambiental en ocasiones parece tangible y vívida. La dimensión clásica de los personajes que aparecen en el poema recuerda a la 'Ilíada' de Homero o a la inconclusa 'Eneida' del inmortal Virgilio. Tal vez Ercilla pueda considerarse la primera voz poética de América, sin menoscabo de los bardos indígenas o aedas antecesores.

Epopeya exótica

La fuerza de las vivencias relatadas y su intensidad dramática le dan un mérito estético y vibrante al poema. Ercilla reproduce algunos de los tópicos del Renacimiento, como el sobredimensionamiento del enemigo para agigantar la figura del vencedor. Por ello, las constantes alusiones a los jefes Caupolicán y Lautaro, lejos de alimentar una visión de corte indigenista, le dan una naturaleza exótica a la epopeya y captan la sicología de la resistencia a ultranza de los araucanos, que más parecían auténticos bichos de los pantanos, conjurados para hacer pupa a los españoles, pues estaban hasta en la sopa. La intensidad de las emociones reflejadas, la virtualidad de los hechos casi tangible -en las descripciones de las batallas parece que sangra el papel-, el lirismo, la confección del propio poema y la elegancia del relato (elaborado en octavas reales), devienen una obra cumbre de la literatura universal y del Siglo de Oro en sus balbuceos, con permiso de Nebrija.

En cuero a falta de papel, en trozos de cartas, de manera deslavazada al principio, escribía Alonso en cualquier apaño seis u ocho versos de una tacada entre refriega y refriega. Costó después trabajo juntar las partes de una obra criada en pobres pañales, pero acompañada de tanto celo y sentimiento que hace desbordar las vivencias del autor para hacerlas propias, algo siempre difícil.

Endeudado, sin encomiendas, padeciendo calamidades de todo tipo y hurtando su cuerpo a la muerte a la que había sido sentenciado por el gobernador en funciones, Hurtado de Mendoza, regresaría a España en 1559, donde la fama obtenida por la publicación de la primera parte de su poema ('La araucana' consta de tres partes), le avasallaría cubriéndole de riquezas más allá de su matrimonio con María de Bazán, detentora de una inmensa fortuna.

Desde las distantes brumas andinas y el balcón de los siglos transcurridos, desde un tiempo heroico de conquista y resistencia, desde el punto de fuga de la memoria en una atmósfera lejana, Alonso de Ercilla convirtió la historia en leyenda.

Fe de erratas

Quería disculparme ante los ilustres lectores de esta sección por la errata producida en el encabezamiento del artículo anterior. Donde dije Carlos III de Navarra debería haber dicho Enrique III de Navarra, posterior rey de Francia. 'Mea culpa'.

"Ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande".

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