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La teoría económica por la que se enfrentaron José Carlos Díez, Garzón y Rallo
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"Eres un peligro público"

La teoría económica por la que se enfrentaron José Carlos Díez, Garzón y Rallo

La Teoría Monetaria Moderna cuestiona la mayoría de ideas de la economía ortodoxa. Hablamos con Eduardo Garzón y José Ramón Rallo para que nos expliquen si sirve de algo

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Para el común de los ciudadanos, con escasos conocimientos de teoría económica, suena a ciencia ficción. Nos pasamos la vida realizando actividades para conseguir dinero, y resulta que se puede crear en grandes cantidades de la nada. Un Estado con soberanía monetaria (que no es el caso de España) puede generar todo el dinero que estime conveniente, dado que su creación ya no está respaldada por un bien en concreto, como ocurría con el oro, y aumentar el gasto público hasta el nivel que considere políticamente conveniente. Este es el punto de partida de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), que han defendido autores como L. Wrandall Wray o William Mitchell. Por supuesto, sus ideas han encontrado numerosos detractores, que señalan que con esas propuestas se pavimenta el camino para la hiperinflación, y que ninguna economía puede sostenerse con este tipo de gestión. Wrandall y Mitchell, entre otros, insisten en la idea, señalando una serie de ocasiones en que estas prácticas serían socialmente beneficiosas, al mismo tiempo que sostienen las bondades de los déficits públicos.

Cuando Eduardo Garzón lanzó una serie de tuits con argumentos favorables a esta tesis, la respuesta de la red fue bastante hostil. Entre quienes contestaron, estaba el economista José Carlos Díez, quien menospreció a Garzón, le tachó de “peligro público” e ignoró su proposición de debate señalando que no iba a perder más el tiempo. Esas propuestas las consideraba muy poco serias, e impropias de un economista respetable. Sin embargo, parte del mérito de la TMM es precisamente desafiar las ideas preconcebidas de la mayoría de los expertos.

"Si riegas la economía a través del dinero bancario, endeudas a familias y empresas, por lo que la salida lógica es el dinero oficial, que no tiene intereses"

Eduardo Garzón insiste en que la posibilidad de introducir dinero fiduciario es real y que vendría bien a la economía española. “Cuando lo decimos, se tienden a caricaturizar nuestras propuestas, como si pensáramos que al crear dinero creamos instantáneamente riqueza. No es así: lo que decimos es que para que los recursos de un país se pongan en funcionamiento, se necesita que haya dinero, como ocurre con la sangre en el cuerpo humano o como el agua para las plantas. Cuando la economía de un país está irrigada con dinero de otros países, porque es un gran exportador de productos o de materias primas como hidrocaburos, no suele hacer falta ni el dinero bancario ni el oficial. Pero las economías que carecen de esas ventajas tienen que ser regadas. Si lo haces a través del dinero bancario, terminas endeudando a familias y empresas, por lo que la salida lógica es el dinero oficial, que no tiene intereses. Pero tampoco se puede crear ilimitadamente, al igual que no puedes regar una planta con cantidades ilimitadas de agua. Hay que hacerlo lo justo para que se produzcan los bienes y servicios que se pueden producir, sin pasarte”.

La hiperinflación

Según la TMM, inyectar dinero de esta manera, si se realiza en la proporción adecuada, no genera inflación, como se suele oponer desde posiciones monetaristas. Según Garzón, que publicará próximamente un libro acerca de los grandes mitos de la economía, los episodios de hiperinflación han sido muy sonados, pero escasos, a lo largo de la historia, “y siempre han estado ligados a una crisis productiva importante en la que había mucho más dinero que productos a la venta, ya fuera a causa de una guerra, de una crisis agrícola o de un cambio de sistema. Han sido debidos a 'shocks' que provocaban que existiera más dinero en circulación que bienes”.

"Como sé que el Estado puede imprimir dinero cuando quiera pero solo sale ganando si me engaña, ya estoy preparado y le imputo un riesgo sistemático"

Para Juan Ramón Rallo, uno de los principales detractores de la Teoría Monetaria Moderna, acerca de la cual publicará un libro en febrero, las cosas no funcionan de este modo. “Muchas de las críticas que se hacen a esta teoría pecan de ingenuas. Desde una premisa teórica, crear dinero durante las crisis no produce necesariamente inflación, porque es cierto que, como necesitamos el dinero para pagar impuestos, podremos estar dispuestos a atesorarlo en lugar de gastarlo”. Pero aun así, se enfrenta a varios problemas que la convierten en inflacionista. En primer lugar, porque la gente acumulará dinero para hacer frente a los impuestos, pero no en todos los casos, y no en todo momento. En segundo lugar, porque “para que no se produzca inflación, esta no puede ser anticipada por la gente. Si crees que el Estado va a gastar y que eso hará subir los precios, te adelantarás y venderás los bienes más caros simplemente para no acabar perdiendo. En otras palabras, para que la creación de dinero funcione, el Estado necesita engañar a la gente para que piense que no se va a producir inflación. Pero ese mismo hecho instala un sesgo inflacionista: como sé que el Estado puede imprimir dinero cuando quiera pero solo sale ganando si me engaña, ya estoy preparado y le imputo un riesgo sistemático”.

No al trabajo garantizado

Para la TMM, cuando la economía necesita dinero porque la capacidad productiva está muy por debajo de lo que debería, regarla con dinero público tendría efectos beneficiosos. Esa es la perspectiva que ha articulado la idea del trabajo garantizado. El problema de esta visión, según Rallo, es el siguiente: “Si un señor puede encontrar un empleo en el que el mercado le paga 600 euros porque ese es el valor que genera, y no lo coge porque el Estado le va a pagar 800, el Estado tendrá que inventar un modelo de negocio más productivo que consiga generar valor por los 200 que hay de diferencia. Porque si no, se le está dando más poder adquisitivo del que genera en el mercado y eso sí es inflacionista”.

"La TMM se equivoca bastante, pero la teoría monetarista también: no es del todo correcto que la inflación dependa de la oferta del dinero"

Que la creación de dinero no produce necesariamente inflación es algo que ha quedado demostrado con la expansión cuantitativa y las grandes cantidades que el BCE ha proporcionado a las entidades bancarias durante la crisis. Esto prueba, asegura Rallo, que “la TMM se equivoca bastante, pero la teoría monetarista también: no es del todo correcto que la inflación dependa de la oferta del dinero. Sin embargo, el caso de los bancos privados es diferente, porque los estados, a través del BCE, han comprado activos que valen 100 y han dado otros 100 a los bancos, lo cual, aunque no sea del todo exacto y por simplificar, significa que el valor que ha retirado del mercado es el mismo que ha introducido. El banco central continúa teniendo esos activos, de forma que si hay inflación, podría recomprar el dinero y retirarlo. No se trata de que haya impreso miles de millones y no tenga nada con qué respaldarlos”.

No obstante, en estos casos los problemas son dos. El BCE tiene que haber comprado los activos por lo que valen (y quizá si tuvieran ese valor en el mercado no habrían tenido que recurrir al BCE) y, en tanto se trata de activos, pueden depreciarse. En ese supuesto, dice Rallo, "el Estado tendría un agujero grande y debería rescatar al banco central y subir los impuestos para recapitalizarlo, como ocurrió con los bancos privados, con lo que no habría inflación, o no actuar y ver cómo se las apaña el banco central, y en ese caso sí la habría”.

¿Será aplicada la TMM?

En todo caso, la posibilidad de aplicación de la TMM es remota en España, dado que no tenemos soberanía monetaria y dependemos de las decisiones del Banco Central Europeo. Para Garzón, las opciones de la teoría para ser llevadas a la práctica pasan por “intentar convencer a los gobernantes europeos a través de una correlación de fuerzas favorable para que el BCE dé más importancia al dinero oficial que al bancario, o por romper con las instituciones de la eurozona y tener un banco central propio". Ninguna de las dos parece muy cercana, porque “es muy difícil que la eurozona cambie, y salirse del euro para seguir gobernados por partidos políticos neoliberales tampoco sería buena idea. No me gustaría estar fuera de la eurozona con Rajoy como presidente. De momento, lo que se puede hacer es pedagogía. El BCE tiene que desempeñar una función diferente. Y es posible: parecía utópico que realizase la expansión cuantitativa, creando dinero a cambio de activos financieros o comprando bonos en los mercados secundarios, y lo ha hecho. Si seguimos alimentando la contestación, quizá podamos conseguir que el BCE monetice déficits fiscales o que dé dinero a la gente, como ha dicho Mario Draghi en alguna rueda de prensa. Creo que la élite económica y política tendrá que aceptar este tipo de medidas más tarde o más temprano, y creo además que les vendrían bien, pero...”.

La economía se ha convertido en una disciplina dominada por los mismos modelos y es dada a excluir cualquier propuesta que no pase por la ortodoxia

Pero lo que señala la TMM va más allá de ella. La economía se ha convertido en una disciplina dominada por los mismos modelos durante mucho tiempo y es muy dada a excluir cualquier propuesta que no pase por la ortodoxia. Hace poco lo denunciaba una persona que proviene de un espectro ideológico diferente del de los teóricos de la TMM, como es Mervyn King, el exgobernador del Banco de Inglaterra, y cifraba en ello uno de los peores males de nuestro sistema.

Es evidente que estamos sometidos a riesgos graves y que la manera de gestionar la economía en Occidente genera problemas serios en muchos sectores, por lo que es el momento idóneo para empezar a pensar de otra manera y encontrar nuevas propuestas y nuevas soluciones. La TMM, más allá de lo que defienda y de su utilidad real, que sigue siendo objeto de debate, tiene que ver con esto. Ya que las posibilidades de creación de dinero público son muy elevadas, ¿pueden aprovecharse de una manera distinta a la actual? ¿Hay que apoyar a la economía productiva desde los gobiernos a través del dinero fiduciario? ¿Es el momento del dinero de helicóptero o de la renta básica? ¿Se debe seguir considerando el dinero como un bien escaso en estas circunstancias? Son solo algunas preguntas de muchas otras que podrían formularse. La cuestión es que la disciplina económica esté dispuesta a perseguir nuevos horizontes, ahora que las posibilidades parecen ir en aumento.

Para el común de los ciudadanos, con escasos conocimientos de teoría económica, suena a ciencia ficción. Nos pasamos la vida realizando actividades para conseguir dinero, y resulta que se puede crear en grandes cantidades de la nada. Un Estado con soberanía monetaria (que no es el caso de España) puede generar todo el dinero que estime conveniente, dado que su creación ya no está respaldada por un bien en concreto, como ocurría con el oro, y aumentar el gasto público hasta el nivel que considere políticamente conveniente. Este es el punto de partida de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), que han defendido autores como L. Wrandall Wray o William Mitchell. Por supuesto, sus ideas han encontrado numerosos detractores, que señalan que con esas propuestas se pavimenta el camino para la hiperinflación, y que ninguna economía puede sostenerse con este tipo de gestión. Wrandall y Mitchell, entre otros, insisten en la idea, señalando una serie de ocasiones en que estas prácticas serían socialmente beneficiosas, al mismo tiempo que sostienen las bondades de los déficits públicos.

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