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¿Puedes solucionar el dilema moral más antiguo? Este niño sí
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¿Puedes solucionar el dilema moral más antiguo? Este niño sí

El ser humano se ha devanado los sesos con el fondo de esta cuestión desde que desarrolló eso que llamamos ética. Este pequeño lo tiene clarísimo y te hará reír

Foto: ¿Qué hará? (Youtube)
¿Qué hará? (Youtube)

Guerras, hambre, enfermedades... El mal nos rodea y no tenemos muy claro hasta qué punto podemos (o queremos)evitarlo. Es fácil responsabilizar a los políticos de la marcha de las cosas cuando todo va mal, pero no tenemos problema en felicitarnos por nuestras pequeñas buenas acciones diarias.

Este padre, E.J. Masicampo,profesor depsicología moral enla Wake Forest University deCarolina del Norte (EEUU) estaba familiarizado con un problema teórico clásico, el dilema del tranvía, que solía explicar en clase. Decidió planteárselo asu hijo Nicholas, de dos años,para poder compartir el vídeocon sus alumnos y debatir, y se llevó más de millón y medio de visionados, 3.300 comentarios y una lección sorprendente. No te laexplicamostodavía por si prefieres saber antes en qué consiste el dichoso dilema.

Se trata de una pregunta que materializa y simplifica otras más complejas y generales:¿el fin justifica los medios? ¿Qué es mejor: evitar hacer un mal ohacer un bien? ¿Hasta que punto son asumibles las consecuencias secundarias negativas de nuestras decisionesacertadas?

Medir el valor deuna vida

La cuestión laplanteó por primera vez la filósofa Philippa Footen los sesenta y dice así:

Estás junto a una vía de tranvía (o de tren). Un villano psicópata ha atado a cinco personas a ella y morirán irremediablemente si el tren llega a pasarpor encima. El vehículo se acerca y tienes la posibilidad de mover una palanca que hará que se encamine por una bifurcación salvando a esas cinco personas. Pero, horror, en la bifurcación secundaria hay otroproblema: una persona atada de la misma forma quelas anteriores. ¿Qué harías, accionarías la palanca?

Las personas atropelladas morirán, ¿hacia dónde movemos el tren? (Pulsa para ver el vídeo)

La gran mayoría de las personas deciden hacerlo asumiendo parte de la responsabilidad de la muerte del pobre diablo que tuvo la mala suerte de ser atado solo. El bien que logramos es mayor y nuestra pasividad nos habría hecho lamentarlo cinco veces más, o eso imaginamos. ¿Pero soñaríamospor las noches con ese al que hubo que sacrificar?

¿Cinco vidas valen siempre más que una? ¿El fin justifica los medios? ¿Es mejor evitar un mal colateral que hacer un bien?

Por si fuera poco, la cosa se complica con esta versión de los ochenta, su autora esJudith Jarvis Thomson: ¿y si en lugar de una palanca lo que tenemos al alcance es a un hombre gordo que pasaba por allí? Sabemos que lograría parar el tren con su peso,¿pero está justificado empujarlo, arrojándoloa las vías?Desde una óptica por completoutilitarista, las consecuencias son las mismas que antes. Un muerto, cinco que sobrevivena causa denuestra acción. Pero ahora se parece más aun homicidio, de nosotros surge la iniciativa. Probablemente otro factor importante es que, en este caso, tendríamos que enfrentarnos a su reacción de sorpresa. El que ya está atado en la víatiene motivos de sobra para temer por su vida y hasta podría llegar a "perdonarnos" con la mirada y entender nuestra situación. El señor gordo en cambio está fuera del esquema, no tenía ningún problema hasta que nosotros le empujamos y acabamos con él.

El caso es que en este segundo escenariohay muchas menos personas dispuestas a actuar. Prefieren lavarse las manos y presenciar la muerte de cinco inocentes antes que convertirse en asesinos. ¿Es bondad oegoísmoactuar según los impulsos internos de nuestra conciencia (hacer lo que nos hace sentir bien)en lugar de hacerlo fríamente, sumando vidas? ¿A quién preferirías como amigo, al que se bloquea, asustado,siguiendo un instinto loable de no hacer daño, o al que se responsabiliza y saca las castañas del fuego con un criterio similar al de unacalculadora?

Un bucle que enloquece

Otra opción es la de la "vía en bucle". De nuevo el hombre pesado puede evitar la muerte de los otros cinco (que de nuevo están en la vía principal), pero ahoraestá ya atadoen la vía que se bifurca. Tenemos palanca, como al principio. Si la movemos, el tren irá hacia el hombre y salvaremos a los otros cinco. Pero, tras el hombre gordo, la bifurcación vuelve a unirse con la vía principal. Esto quiere decir que, de no estar el gordo, los otros cinco morirían, hiciéramos algo o no. ¿Moverías la palanca o mirarías a otro lado? En este caso el sacrificio nos parece a la mayoría "más necesario". Pero sigue sin convencer a muchos, porque continuamosusandouna vida humana como un medio.

¿Es más bondadoso actuar según los impulsos de nuestra conciencia (lo que nos hace sentir bien) o hacerlo fríamente, sumando vidas?

La mayoría de las personas (ennuestro entorno rico y pacífico)pueden vivir su vida sin tomar decisiones tan difíciles, pero hay muchas otras (jueces, policías, bomberos, soldados en la guerra, amenazados por alguien con oscuros intereses...) que viven con este tipo de conflicto en alguna etapa de su vida. Es terriblemente fácil mirar hacia otro lado y dejar que otros manipulen la balanza. Quizá uno de los mayores avances humanos, pese a todo, es haber creado normas para amortiguar lo insoportable de nuestra responsabilidad.

Todo es más o menos aceptable si tenemos unos padres que nos guían en la infancia y despuésleyes a las que agarrarnos o normativas internas 'salvaconciencias'para llevar a cabo esos trabajos sensibles. Pero si aparece el caos y la anarquía real, si nos vemos un día en medio de unarevolución o undisturbio grave, ¿cómo reaccionaremos?

Este niño, aún inocente, tardará unos años (no tantos) en preocuparse por cuestiones así. De momento, su criterio es lograr la mayor cantidad de cambios divertidos posiblesen la materia que tiene delante. Seis muñecos atropellados o saltando por los aires, a esa edad, pueden ser mucho mejores que uno.

Guerras, hambre, enfermedades... El mal nos rodea y no tenemos muy claro hasta qué punto podemos (o queremos)evitarlo. Es fácil responsabilizar a los políticos de la marcha de las cosas cuando todo va mal, pero no tenemos problema en felicitarnos por nuestras pequeñas buenas acciones diarias.

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