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Pusieron Viagra en la comida del jefe. Era una broma. Esto es lo que pasó
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un 'veneno' que te deja tieso

Pusieron Viagra en la comida del jefe. Era una broma. Esto es lo que pasó

El día de los Santos Inocentes deberías elegir otra idea menos peligrosa para burlarte de tus superiores en el trabajo o la risa se te puede quedar congelada en los labios

Foto: La que has liao, pollito. (iStock)
La que has liao, pollito. (iStock)

Las bromas pesadas nos parecen algo muy español. Si no te hace gracia -como decía Gila- que te pongan un cepo para que cuando te asomes te arranque la cabeza, vete del pueblo. Pero el ser humano puede ser cruel y reírse hasta de la muerte de los otros en cualquier parte del mundo. Ahí están las 'Mil maneras de morir', todo un programa de televisión dedicado a ello, para demostrarlo.

Las erecciones incontrolables parecen menos graves. Más de uno las quiere para sí, hasta que tiene una cuando no toca. Por ejemplo, en el trabajo. Si además es un subordinado el que tiene la culpa, y si le parece algo divertido como inocentada... lo que pasa es esto.

El bromista compró una caja de 30 tabletas de Viagra en eBay y le dio a comer a Webber parte de ellas, disimuladas en unos dulces caseros

Daniel Webber, gerente de la tienda Home Bargain ('La casa de las gangas') de Newton Abbot, en Devon (Inglaterra) fue a su trabajo como todos los días el 'April Fools' Day' (el 'día de las bromas de abril', el primer día de ese mes) sin sospechar que algunos miembros de su equipo encontraban muy graciosa la idea de que alguno de los jefes tuviera una erección en horas de trabajo. Chope Benjamin, de 24 años, ha tenido que comparecer estos días en los juzgados por haber sido el emprendedor que decidió llevar la idea a la práctica.

El 'visionario', ahora confeso y arrepentido, compró una caja de 30 tabletas de Viagra en eBay y le dio a comer a Webber parte de ellas, disimuladas en unos dulces caseros. Este empleado solía traer cosas horneadas al trabajo, así que no parecía un arranque de generosidad sospechoso el día inglés de las inocentadas. Le dio uno a probar a su jefe como un detalle para los gerentes, al más puro estilo de Bob Esponja en su lucha por ser empleado del mes, y Webber no lo atacó en el momento, pero sí más tarde, cuando Benjamin volvió a insistir.

Al final, cayó en la trampa a eso de las dos de la tarde. Era un dulce grande de gelatina y se comió tres cuartas partes antes de darse cuenta de que sabía raro. Fueron otros trabajadores los que se chivaron de lo que sucedía cuando el jefe empezó a encontrarse mal. El bromista se lo confirmó. Al saber lo que pasaba fue al baño e intentó vomitar, pero no lo consiguió. Cada vez con peor cuerpo y más preocupado, le llevaron al hospital, donde tuvo que pasar diez horas hasta que los médicos y el tiempo acabaron con los efectos de la droga.

De la risa al paro

Chope perdió su empleo, claro, pero además ha tenido que comparecer en el Exeter Crown Court, un juzgado donde puede haberse cruzado con criminales peligrosos, y ha sido condenado por el juez a 80 horas de trabajo social (no remunerado) durante 12 meses. El jurista que tenía que decidir su caso le ha llamado tonto, literalmente (así que no está muy claro quién es en esta anécdota el "tonto de abril").

Se ha dirigido al acusado con estas palabras: "Qué tonto ha sido usted. Qué terrible broma. Salió fatal y Mr. Webber tuvo que ir al hospital, sin duda muy asustado. Algo potencialmente peligroso, porque la Viagra afecta a la circulación sanguínea y puede hacer daño a alguien con problemas de corazón o de circulación, que usted no tenía por qué conocer. Como no está en disposición de pagar una indemnización directa, compensará a toda la comunidad con trabajo no remunerado. Si lo completa, podrá olvidarse de esto, pero espero que para entonces será mayor y más sabio".

El juez le ha dicho: 'Qué tonto ha sido usted. Espero que trabajando para la comunidad se haga mayor y más sabio'

Anne Bellchambers, de la defensa, ha explicado que además de ese trabajo Chope ha perdido otro a consecuencia de la publicidad de lo sucedido. Ha pedido perdón por activa y por pasiva, no cabe duda de que se arrepiente, y en la vista de nuevo ha querido dejar claro que lo que hizo estuvo mal y que ahora no le parece una broma aceptable. "Nunca tuvo mala intención, pensaba que sería divertido". Y lo es, nos atrevemos a decir, pero no para los implicados.

La abogada de la acusación, Caroline Bolt, hizo énfasis en que jefe y el empleado se llevaban bien. Llevaban trabajando juntos tres años y medio y Webber confiaba en él. Y no nos extraña: la confianza da asco, casi tanto como los dulces de Viagra.

Las bromas pesadas nos parecen algo muy español. Si no te hace gracia -como decía Gila- que te pongan un cepo para que cuando te asomes te arranque la cabeza, vete del pueblo. Pero el ser humano puede ser cruel y reírse hasta de la muerte de los otros en cualquier parte del mundo. Ahí están las 'Mil maneras de morir', todo un programa de televisión dedicado a ello, para demostrarlo.

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