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Lo que realmente pasa en las despedidas de soltera, contado por los strippers
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Lo que realmente pasa en las despedidas de soltera, contado por los strippers

A menudo pensamos que los trabajos relacionados con el erotismo son divertidos y apetecibles, pero la realidad es que se pueden vivir excentricidades de todo tipo

Foto: De mordiscos a proposiciones de sexo; a veces las despedidas se van de las manos. (iStock)
De mordiscos a proposiciones de sexo; a veces las despedidas se van de las manos. (iStock)

La tradición de las despedidas de soltero se remonta hasta la Edad Media. Aunque sus orígenes no están muy claros y sus ritos han cambiado, está claro que se mantienen en activo aún en el siglo XXI, y España es uno de los destinos preferidos para celebrarlas, tanto por extranjeros como en el marco del turismo interior, siendo las ciudades más elegidas Ibiza, Barcelona, Madrid y Salamanca.

Se pueden celebrar de multitud de maneras, pero si hay alguna que cumple con los clichés es el espectáculo con strippers, del que luego circularán todo tipo de leyendas envueltas en el misterio sobre cómo acabó la cosa.

Quienes lo saben bien son Floris Schtaz, Londoner Marshall Arkley y Ash Edelman, tres strippers masculinos con una larga trayectoria trabajando en despedidas de soltera que han contado a ‘The Sun’ sus experiencias más extremas, chocantes, y bizarras.

"Una vez estaba trabajando con otro compañero cuando la novia se sirvió una copa de Prosecco, utilizó sus genitales para removerla y luego se lo bebió de un trago. Ella terminó tan desnuda como nosotros”, cuenta Schtaz, de 26 años, que se dedica desde hace tres a las despedidas de soltera, además de hacer de modelo desnudo para que le dibujen, tanto en despedidas como en otras ocasiones para las que le quieran contratar.

Proposiciones sexuales

“En otra ocasión -comenta- tuve una despedida y enseguida me di cuenta de que las amigas de la novia esperaban que me acostase con ella. Lo realmente raro fue que la madre del novio estaba ahí gritando también para que eso ocurriera. Nunca voy tan lejos, aunque a menudo me acusan de ello”, concluye.

“Una tarde posé desnudo para un grupo de mujeres, también de una despedida de soltera. Esa noche mientras estaba por ahí con mis amigos, la novia apareció y se quedó completamente desnuda delante de mí. Fue realmente raro”.

Me han mordido y arañado mucho en todas partes, es más o menos habitual

Londoner Marshall Arkley coincide en que es una profesión que tiene sus riesgos, ya que algunas personas, ayudadas por el alcohol, pueden tomar más confianza de la que debieran, o puede que no hayan entendido realmente qué incluye el término ‘striptease’.

"Una señora me ofreció 500 libras por un espectáculo privado a cambio de que pudiera tocarme donde quisiera”, afirma.

“Me han mordido y arañado mucho en todas partes, es más o menos habitual”, explica Arkley, quien vivió en otra ocasión cómo “una señora de unos setenta años vino con una cinta de medir y, cuando terminamos el espectáculo, intentó medirnos a mí y a mis compañeros”.

¿Difícil de rechazar?

El trabajo de stripper es uno de esos que nos parecen un auténtico camino de rosas desde fuera, pero la realidad es que no es tan agradecido como parece. Arkley relata cómo en una ocasión “una chica iba sin bragas, y no le importaba en absoluto que los animadores lo viéramos. Tengo esa imagen grabada en mi retina”.

Para Ash Edelman, un stripper de 27 años, también ha habido momentos… complicados de gestionar. “Una vez estaba actuando en un parque de caravanas. Terminé el show enrollándome con una bandera cuando la novia se acercó con la intención de llevar a cabo un acto lascivo conmigo delante de su madre. Fui lo suficientemente rápido para alejarme. Nunca he estado interesado en mezclar los negocios con el placer”.

Como sus compañeros, él también ha recibido ofertas económicas a cambio de sexo: “Hace poco un hombre me ofreció 80.000 libras para que me acostara con un amigo suyo. No lo acepté”.

Sin embargo, aunque pueda tener sus complicaciones, los tres strippers coinciden en resaltar que están contentos con su trabajo que, salvando algunos episodios desagradables, es agradecido.

La tradición de las despedidas de soltero se remonta hasta la Edad Media. Aunque sus orígenes no están muy claros y sus ritos han cambiado, está claro que se mantienen en activo aún en el siglo XXI, y España es uno de los destinos preferidos para celebrarlas, tanto por extranjeros como en el marco del turismo interior, siendo las ciudades más elegidas Ibiza, Barcelona, Madrid y Salamanca.

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