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Las 20 formas más feas de dejar mal a tu pareja (y las hacemos a menudo)
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Las 20 formas más feas de dejar mal a tu pareja (y las hacemos a menudo)

Te retamos: estamos seguros de que has hecho varias de estas cosas o las has sufrido del compañero de tu vida. Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra

Foto: "¿En qué estaría yo pensando...?" (iStock)
"¿En qué estaría yo pensando...?" (iStock)

Tracey Cox es escritora de eso que solemos llamar 'autoayuda', columnista y presentadora de televisión, y se ha especializado en hablar de sexo y relaciones. Editó muchos años la 'Cosmopolitan' australiana y ahora escribe para la revista 'Closer' y la versión online de 'Daily Mail'.

Aunque no hay una preparación académica que le dé sello científico a su marca personal, no hay más que echar un vistazo a su artículo 'Las 20 cosas que más avergüenzan a tu pareja en público' para comprobar que, maldita sea, sabe de lo que habla. Si leer a Stephen King nos hace temer restrospectivamente una infancia horrorosa, nos imaginamos que lo de Cox y sus parejas ha tenido que tener su lado cómico y terrorífico a la vez, como el payaso de 'It'.

Gracias a las apreciaciones de Cox y a otros testimonios de generosos voluntarios, vamos a viajar al lado más oscuro de las uniones sentimentales, esos momentos con terceros en los que el sentimiento predominante de la unión es el de 'tierra, trágame', alternado con momentos de 'Señor, llévame pronto'. Suban, damas y caballeros, al tren de la bruja (de tu mujer), y cuidado con las cajas sorpresa (porque de cualquiera de ellas puede saltar tu marido con nariz roja y peluca, y ya sabemos cómo se pone tu marido cuando sale despedido por un muelle).

¿Os gusta el sofá? Ya puede estar bien, se ha gastado mil euros de la cuenta común

Según Cox, los psicólogos distinguen entre varios tipos de bochorno que se sufren en amorosa compañía:

  1. Vergüenza categórica: algo no intencionado por parte del otro, como por ejemplo, que se le caiga una copa encima de tu jefe en una reunión para celebrar tu ascenso.
  2. Vergüenza por reflejo: en realidad lo que está haciendo el otro solo le deja en mal lugar a él, pero no podemos evitar que nos afecte, porque los demás no van a entender cómo es que estamos con semejante personaje. Mirar el escote de una amiga, hacer preguntas estúpidas sobre algo que no se conoce, etc.
  3. Vergüenza a una banda: la otra persona hace algo perfectamente normal y agradable según ella pero que a ti te hace querer morir muy rápido. Un inocente baile en el supermercado, por ejemplo, puede provocar verdadero dolor a la pareja de uno. Otro día hablaremos del dolor por reflejo…
  4. Vergüenza dirigida: lo que hace el otro te hace a ti quedar mal, a propósito o sin querer. Cuenta intimidades que no quieres que se sepan o hace bromas con aspectos de ti que querrías hacer desaparecer…

La columnista señala 20 cosas muy concretas y hemos encontrado ejemplos de casi todas que esperamos te hagan reflexionar. Confiesa, porque si has tenido una pareja “de verdad” seguro que reconoces varias.

Discutir

Haz caso a este consejo: nada (nada) es tan importante que merezca la pena discutirlo en público. Da muchísima vergüenza a todo el mundo, incluso a los espectadores: “tú verás si pides hamburguesa, ya sabes que te sienta mal y luego me tocará a mí ir a la farmacia, pero vaya”.

Un amigo nos cuenta que conoce “un caso muy oscuro. Cuando íbamos a su casa y él hablaba, bajaba la música, pero cuando ella (su pareja) iba a hablar, él subía la música”. Una tortura subrepticia que avergonzaba como mínimo a nuestro amigo.

Soltar secretos

Muy especialmente si esas cosas privadas tienen algo negativo para ti y no te habías atrevido a hablar al otro del tema. Si algo es espinoso, con gente siempre lo será aún más: “¿Os gusta el sofá? Ya puede estar bien, se ha gastado mil euros de la cuenta común”.

Dar detalles de vuestra vida sexual

Un anónimo encapuchado nos cuenta: “mi novia y yo veíamos porno a menudo y parecía que nos gustaba a los dos. Un día, bromeando con amigos, lo aireó. Lo malo no fue eso, sino que dijo que yo me quedaba mirando a la pantalla y que la ignoraba. Me sentí imbécil. ¿Cómo no me va a gustar el porno? Las actrices de las pelis no te dan esos sustos en público, ja, ja”.

Otro testimonio perturbador: “estábamos cenando fuera y cuando llegó la camarera aún no había decidido qué pedir. Uno de los amigos de mi novio sugirió un par de opciones de la carta, pero mi novio le tranquilizó así: 'No hay problema, ya veréis, ¡esta se lo come todo!' Acabábamos de empezar y ellos aún no me conocían mucho, así que me puse como un tomate. Es verdad que soy de buen comer, pero se me quitó un poco el hambre”.

Debates encendidos

Sobre todo de política. Las opiniones en grupo son un intercambio enriquecedor, siempre que no eches humo cuando los demás no estén de acuerdo contigo, no les dejes hablar o indirectamente les hagas ver que son más tontos que tú. Prohibido; no por ti, que nos das igual, sino por tu pobre pareja, que había venido a pasarlo bien.

Una amiga ha tenido ya varios encontronazos serios por culpa de los gustos musicales de su novio. Cuando a alguien no le gusta un ídolo de él y lo dice, hay muchas posibilidades de que la velada acabe mal, y que ella se plantee seriamente irse a vivir debajo de la mesa del bar.

Palabrotas

Con sus amigotes muy bien, con tus compañeros de trabajo o con tus padres, no tanto.

También hay formas de hablar, digamos, rudas, que pueden hacerte tener fantasías suicidas cuando las presencias en tu pareja. Por ejemplo, decirle a una familiar en una boda, no que está muy guapa con ese vestido, sino que “está buena”. El significado es el mismo, pero la elección de palabras no da vergüenza, da lo siguiente.

Hablar mal

Con expresiones incorrectas o demasiado trilladas, como “no me da rabia, me da lo siguiente”. Haz el favor de tener 'un poco de por favor' si estás con alguien sensible al tema lingüístico.

Lee un poco para conseguir vocabulario, porque cuando no te sabes expresar a tu pareja le da como… como cosita, no sé si se entiende.

Modales raros en la mesa

Por supuesto, ocurre en los restaurantes elegantes, pero ahí entendemos que requiere un esfuerzo especial evitar todo riesgo de vergüenza.

Lo que tiene delito es hacer ese tipo de cosas 'jevis' que resultan chocantes en cualquier establecimiento con licencia, como rascarse encima del plato, comérselo todo sin dejar tiempo a los demás, o lo que le pasaba a esta anónima: "yo me toco mucho el pelo, es un problema de nervios. Cojo mechones, los retuerzo… y se me suelen caer algunos pelos, así que tengo que separarlos de la melena y tirarlos al suelo. Mi ex lo pasaba fatal. Él intentaba disimular, pero un día en que lo hice delante de conocidos suyos con los que quería quedar bien esperó a que se fueran y tuvo que pedirme que por favor no lo hiciera más. Me enfadé un poco, me pareció exagerado. A partir de ahí seguí haciéndolo igual, pero ahora nos daba vergüenza a los dos. Los vicios es lo que tienen”.

Emborracharse

Es un +1 en todos los demás casos y ya por sí solo puede provocar vergüenza asesina al más pintado. Bodas, bautizos, comuniones y, sobre todo, fiestas de Navidad de la empresa, son un campo minado de bochorno en pareja.

Lo mejor es ir solo pero, si no hay más remedio, evita el alcohol como lo harías con el agua si tu pareja fuera un 'gremlin'.

Ser demasiado cariñoso

Un beso en la mejilla cuando el otro se lo merece es disculpable, pero darse el lote apasionadamente puede dar bastante reparo a los demás, y a menudo a alguno de los implicados.

Yo nunca juego al trivial con mi señora como pareja porque quiero ganar. Y lo suelto sin tapujos ante todos

Que el otro llegue y te toque el trasero, o te dé un mordisco en el cuello, o que te llame “gordi”… no siempre cae tan bien en público como en privado. Si mientras te agarran firmemente la nalga y te muerden el cuello te dicen: '¿no te gusta, gordi?' es un pleno.

Vestir mal

Esto ha llegado a destruir parejas, porque hay combinaciones que son imperdonables. “Mira, cariño, mira cómo me mira todo el mundo, y tú que decías que estas bermudas con dibujos de Sin Chan no eran adecuadas para la boda de tu hermana”.

Flirtear con otras personas

Sí, hay quien lo hace, y están entre nosotros. Hay quien lo lleva bastante bien y que casi prefiere que al menos el tercero le responda. No hay nada más triste que tu otra mitad metiendo fichas a alguien con quien no tiene ninguna posibilidad de serte infiel.

Bromas idiotas

“Una amiga mía andaluza me contaba que cuando viajaba con su novio a su tierra, más allá de Despeñaperros, este no desaprovechaba ocasión para ridiculizar su acento y su manera de hablar. Y mi amiga pensaba, aunque no le dijo nunca: 'Muchacho, ¿alguna vez has leído siquiera un libro?' Hay que reconocer que los 'andaluse' son muy 'grasiosoh", ji, ji, ji.

Bailes tontos

Esto es un clásico. Bailes en el supermercado, en el transporte público… Ante la duda, lo mejor es no bailar ni en una pista de baile. Y nunca borracho.

Críticas directas

“Yo nunca juego al trivial con mi señora como pareja porque quiero ganar. Y lo suelto sin tapujos ante todos, que voy con cualquiera menos con ella”. Bueno, mejor es ese momento de vergüenza para la parienta que hacer lo mismo en un edificio en llamas.

Pullas

Hablar mal de la pareja directamente, ya sin tapujos y humillándola como si fuera nuestro peor enemigo. Aunque parezca mentira, hay quien lo hace casi sin darse cuenta, es como un interruptor que de vez en cuando se abre… y empieza a salpicar barro.

“Mi novio y yo fuimos a pasar unos días con otras parejas de amigos. Una de las chicas dijo varias veces (¡durante las comidas!) que su novio cagaba durante mucho rato y que además olía fatal. Parecía como si pensara que el hombre lo hacía propósito, además de que el susodicho es un tipo especialmente elegante y educado. Mi novio y yo nos mirábamos secretamente alucinados de lo mal que lo pasaba él. ¿Ella no se da cuenta o le está hundiendo a propósito? No pensamos preguntárselo”.

Otro sufridor nos confiesa: “Mi pareja gana mucha más pasta que yo, y tiene el convencimiento que eso le da todo el derecho al menosprecio”. Artillería pesada.

Torpezas

Además de las físicas, hay otras sociales que duelen aún más.

“Una vez iba con mi novio por la calle y nos cruzamos con un amigo de él con el que yo no había cruzado más de dos palabras, pero al que tenía cariño. Le había visto mucho en foto y era el típico tío moderno, lleno de tatuajes, complementos y chapas de grupos raros. Como yo, de alguna forma, me sentía su amiga, me tomé una confianza absurda. Al verle llegar de lejos le dije a voz en grito: “¡Hommmmbre, si es X! ¡Y qué discreto va!” Él me miró solo un instante, a lo mejor ni le molestó, pero mi chico pasó uno de los peores momentos de nuestra relación, y eso que fueron diez años”.

Repetir anécdotas

O adornarlas: “estaba de subidón contando algo y ella me cortaba para decirme de mala leche que eso no era así, y a veces eran detalles minúsculos”, nos cuenta un amigo. “Otras veces me paraba para decirme que eso ya lo había contado. Me gusta mucho hablar, y teníamos muchos amigos, era inevitable”. Pero a ella le provocaba algo… opuesto al orgullo.

La mala noticia es que, como veíamos en el caso de nuestra amiga de los pelos en el suelo, casi todo lo que da vergüenza es difícil de evitar. Es muy difícil que deje de avergonzarnos nada estando en pareja, así que mejor aprende a abrazar tu vergüenza. Pero mejor abrázala sin toques en el trasero.

Tracey Cox es escritora de eso que solemos llamar 'autoayuda', columnista y presentadora de televisión, y se ha especializado en hablar de sexo y relaciones. Editó muchos años la 'Cosmopolitan' australiana y ahora escribe para la revista 'Closer' y la versión online de 'Daily Mail'.

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