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Cómo hacer los huevos revueltos perfectos (no, no es tan fácil)
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Cómo hacer los huevos revueltos perfectos (no, no es tan fácil)

Con el mismo esfuerzo, estos siete trucos convertirán una guarnición para salir del paso en todo un manjar que ofrecer a los invitados

Foto: Brillantes, esponjosos y suaves, ¿cómo lo han conseguido? (iStock)
Brillantes, esponjosos y suaves, ¿cómo lo han conseguido? (iStock)

Si no sueles cocinar, es relajante pensar que al menos puedes hacer unos buenos huevos revueltos. Son una opción apañada de proteínas para el desayuno, llenan y combinan con casi todos los sabores. Pero piénsalo bien, ¿estás satisfecho con tu receta personal? ¿Tus huevos quedan esponjosos y tienen matices y texturas distintos, como en los restaurantes? ¿O parecen tortillas que se han caído de un rascacielos o suelas de chancla?

Si compras los mejores huevos del súper, no los estropees. Puedes conseguir que queden ideales siguiendo estos sencillos consejos de la revista 'Men's Health'.

No añadas líquidos

Para que resulten cremosos hay quien los mezcla con un poco de leche o agua en la sartén, pero en realidad eso los endurece. Además, el conjunto no queda realmente mezclado, parece una especie de requesón gomoso supurando líquido amarillo.

Bate bien

Si los bates con calma y no solo unos segundos verás que aparecen pequeñas burbujas. Eso es bueno, quiere decir que estás introduciendo aire y por tanto quedarán con una textura más ligera.

La sal ponla cuando termines, porque si aún están en el fuego al salarlos los resecarás y endurecerás

Va por gustos, pero ten en cuenta que si te gustan esponjosos tendrás que batir con brío.

La sal, al final

Todo lo que rima es verdadero, como cantaban los Focomelos, y esto también. La sal ponla cuando termines, porque si aún están en el fuego al salarlos los resecarás y endurecerás. No te pases con la cantidad de sal, ya se sabe que comemos demasiada, y el sabor del huevo es suave, lo matarás enseguida.

Las verduras, cocinadas

Si los mezclas con verdura fresca tendrán más nutrientes, pero el agua de las verduras es otro líquido que empeorará el resultado. Nuestra recomendación es que te comas una ensalada aparte o, si mezclas la verdura, que esté cocinada. Los huevos quedarán bien con restos de pisto del día anterior o con otra combinación de verdura a la brasa o al vapor.

Sartén pequeña

Si preparas huevos a menudo para una o dos personas, conviene que te hagas con una sartén del tamaño adecuado. Si la superficie peca de grande, es más fácil que queden demasiado hechos o se quemen. La textura también se nos irá a la porra si la capa de huevo se extiende hasta quedar muy fina.

Es importante que sea antiadherente, así no tendrás que añadir demasiado aceite y te será más fácil maniobrar y sacar los huevos en su punto.

A fuego lento

De todas formas no vas a perder mucho tiempo, no merece la pena echar a perder el plato por ahorrarte un par de minutos. La explicación de que los huevos queden mejor haciéndolos despacio tiene que ver con la estructura de sus proteínas: a temperaturas muy altas sus enlaces se tensan y los huevos se cuajan más duros y secos. Si tu fuego tiene pocas opciones, una forma de retrasar el proceso es añadir un poquito de mantequilla fría.

En cualquier caso, quiérete un poco y hazlo con cariño: que tarden de cinco a siete minutos en vez de uno.

Sácalos pronto

Si esperas a que parezcan estar en su punto exacto, el calor residual al sacarlos hará que se cocinen demasiado. Tienen que parecer ligeramente poco hechos, con alguna parte un pelín líquida. Así, tras el minuto que tardes en servir el plato, serán absolutamente perfectos.

Cómo darles vidilla: añade algo de esto

Especias. Las más recomendadas son la pimienta, el orégano y la albahaca, pero admiten casi todas. Si quieres darles un toque más arriesgado prueba con comino o nuez moscada.

Queso. Una combinación que funciona es sumar queso del que más te guste. Parmesano o cheddar rallado pueden ser una buena forma de salir de la rutina. No cocines el queso, solo derrítelo junto a los huevos cuando estén casi hechos, con su calor.

Tomate. Otro sabor suave que realzará los huevos sin quitarles todo el protagonismo. Si a los niños no les gusta el huevo, el tomate frito les desarmará casi seguro, y para los mayores una tosta con tomate natural y aceite de oliva será una buena forma de completar el desayuno o incluso la cena. Si mezclas el tomate en taquitos con cebolla en la sartén, los huevos te quedarán más sabrosos, a medio camino entre el Mediterráneo e Hispanoamérica. Si no te preocupan las calorías, pon bien de aceite y pocha la cebolla al principio.

Jamón serrano o chorizo. Peor para la línea, pero riquísimo. Puedes usar también jamón de york o pavo, salteándolo un poco primero con mantequilla para añadir sabor.

Setas y champiñones. Otra forma de convertir los huevos en un plato completo es cocinándolos con setas o champiñones. Conviene añadir ajo y perejil y estar seguro de que las setas están prácticamente hechas antes de añadir los huevos. Ya sabes que cocinarlos demasiado es la forma más rápida de estropearlos del todo.

Si no sueles cocinar, es relajante pensar que al menos puedes hacer unos buenos huevos revueltos. Son una opción apañada de proteínas para el desayuno, llenan y combinan con casi todos los sabores. Pero piénsalo bien, ¿estás satisfecho con tu receta personal? ¿Tus huevos quedan esponjosos y tienen matices y texturas distintos, como en los restaurantes? ¿O parecen tortillas que se han caído de un rascacielos o suelas de chancla?

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