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Las siete palabras que nunca debes pronunciar (por tu bien) en el trabajo
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CUIDADO CON LAS MULETILLAS

Las siete palabras que nunca debes pronunciar (por tu bien) en el trabajo

Tan importante puede resultar tu comportamiento o tu rendimiento como la percepción que los demás tienen de ti. Y en eso resulta clave el léxico que utilizas

Foto: "¡Gracias! Solo me preguntaba si simplemente podría pedir permiso para..." (iStock)
"¡Gracias! Solo me preguntaba si simplemente podría pedir permiso para..." (iStock)

El vocabulario que empleamos nos delata. Según un estudio realizado por el psicólogo James W. Pennebaker, investigador de la Universidad de Texas (Estados Unidos), el uso que hacemos de las palabras a través del lenguaje oral y escrito dice mucho más de lo que pensamos acerca de cómo somos y de nuestra personalidad.

No es lo mismo hablar con un amigo que con tu jefe. Según el contexto en el que nos encontramos modulamos la voz, utilizamos un argot concreto o empleamos -o no- las típicas muletillas que siempre tenemos de recurso. Pero, en el ámbito laboral, todas las palabras cobran una vital importancia y cada frase tiene un sentido. Utilizar las incorrectas puede poner en entredicho tu autoridad.

Es habitual emplear muletillas que pueden dañar nuestra confianza e incluso afectar negativamente a la forma en la que somos percibidos en el trabajo

Lo asegura Melody Wilding, entrenadora emocional de mujeres empresarias que quieren prosperar en los negocios. En un reciente post en la revista Forbes, Wilding explica que es fundamental saber comunicar lo que queremos decir y cómo hacerlo. “Sin ni siquiera saberlo, es habitual emplear muletillas que pueden dañar nuestra confianza e incluso pueden afectar negativamente a la forma en la que somos percibidos en el trabajo”. Por ello, la 'coach' recomienda que los trabajadores presten especial atención a siete palabras y términos que se emplean habitualmente en la oficina y que deben dejar de utilizarse de inmediato.

"Solo"

La frase “Yo solo quería comprobar...” puede interpretarse como “Lo siento si te estoy molestando”. Incluir el término solo en una frase minimiza tu confianza y puede parecer que estés a la defensiva o incluso pidiendo disculpas. A menudo “puede ser un mecanismo de defensa utilizado inconscientemente para protegernos del rechazo de oír 'no', o una manera de evitar la incomodidad de sentir que estamos pidiendo demasiado”, explica Wilding.

Revisa tus correos y busca cuántas veces utilizas el término solo. Suprímelo y emplea un lenguaje más directo. Ganarás confianza de cara a tus interlocutores.

“No soy un experto, pero...”

Tenemos miedo a equivocarnos y nos apoyamos en frases que terminan en pero. Parecen menos agresivas y arrogantes. Sin embargo, el uso de esta conjunción adversativa puede negar la credibilidad de tus declaraciones. Si eres propenso a utilizarla, antes de hablar con tu jefe o realizar una llamada telefónica piensa en cómo formular una frase sin pero. Conseguirás dar a tus palabras un mayor impacto.

“No puedo”

Si dices “no puedo” estás transmitiendo que no tienes las habilidades para realizar el trabajo encargado o que tienes miedo a hacerlo, aunque seguramente querrás decir que no puedes asumir tanto trabajo o que no te apetece hacerlo. Es mejor decir que no lo harás o que no sabes si podrás hacerlo. Es una manera más sutil y directa y no estarás poniendo en entredicho tus capacidades profesionales.

No acabes tus ponencias levantando la voz. “Puede revelar incertidumbre haciéndote parecer indeciso y creando falta de confianza entre tu público"

“¿Y si tratamos de…?”

Si quieres que te tomen en serio lo mejor es plantear las ideas sin rodeos y no enmascarar tus opiniones en forma de pregunta. “¿Y si probamos esta estrategia con el cliente?” es una cuestión que transmitirá que hablas inconscientemente y que no crees que tus propias ideas sean válidas para el proyecto. Antes de verbalizar tu idea, piénsala y luego añade un “yo pienso...” o “yo creo...”.

"¡Así que genial!"

Evita usar palabras comodín como así y no acabes tus ponencias levantando la voz. Si acabas prácticamente gritando “puede revelar incertidumbre, haciéndote parecer indeciso y creando falta de confianza entre tu público”, puntualiza Wilding, quien recomienda corregir esto manteniendo un brazo hacia fuera delante de ti. Comienza a leer en voz alta un libro o una revista. Cada vez que llegues a un punto, baja el brazo hacia abajo –junto al costado–. El movimiento del brazo activará tu voz”.

"¡Gracias!"

No es necesario escribir signos de exclamación o emojis para expresar tu entusiasmo. La utilización de señales emocionales accesorias en el lenguaje nos muestra preocupados por parecer amables.

En entornos corporativos utilizar excesiva efusión puede ser inadecuado. Es recomendable, sobre todo si es por escrito, tratar de redactar observaciones más específicas: “El nuevo vicepresidente de la compañía parece que será una valiosa incorporación al equipo”.

“¿Me explico?”

Si durante una conferencia preguntas “¿Me estoy explicando?” abres la posibilidad de que tu audiencia se pregunte si eres un experto en la materia. Probablemente busques fomentar la interacción, pero es mejor abrir un turno de preguntas para aclarar las posibles dudas.

Si evitas utilizar estas expresiones conseguirás más confianza y autoridad en tu discurso y tus interlocutores lo notarán, incluso puede llevarte a escalar más posiciones en la empresa, ya que tus opiniones empezarán a ganar credibilidad. Solo es cuestión de pensar antes de hablar.

El vocabulario que empleamos nos delata. Según un estudio realizado por el psicólogo James W. Pennebaker, investigador de la Universidad de Texas (Estados Unidos), el uso que hacemos de las palabras a través del lenguaje oral y escrito dice mucho más de lo que pensamos acerca de cómo somos y de nuestra personalidad.

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