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Guerra en la cocina: esto es lo que piensan los dueños de los bares de sus camareros
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Guerra en la cocina: esto es lo que piensan los dueños de los bares de sus camareros

¿Pensabas que todo quedaba entre ese camarero que no te hace caso ni aunque le silbes y tú? Pues no, hay otra persona que tiene que pagar todos vuestros platos rotos

Foto: '¿Cómo? ¿Que tienes un pedido de 20 menús? ¡Pero si hemos cerrado la cocina hace media hora!' (iStock)
'¿Cómo? ¿Que tienes un pedido de 20 menús? ¡Pero si hemos cerrado la cocina hace media hora!' (iStock)

Llega el verano, se abren las terrazas, empieza una inacabable batalla entre camareros sudorosos y agobiados y clientes exigentes, irrespetuosos y, por si fuera poco, ebrios. Ya conocemos cuáles son las peores actitudes de los clientes, según los camareros. También nos han enseñado a ligar y nos han contado algunos de sus secretos. Sin embargo, nos faltaba un importante factor en la ecuación: ¿qué pasa con los dueños de los restaurantes, los últimos responsables de lo que ocurre en sus mesas y en la cocina?

Parece ser que ellos también coinciden con sus clientes en muchas de las cosas que detestan de sus subordinados, como se desprende de un hilo de Reddit (¡esa inagotable fuente de sabiduría!) en el que diversos restauradores cuentan sus peores experiencias. En realidad, los mensajes tienen como objetivo ayudar a un usuario llamado Sunblade que acaba de abrir un bar. Sin embargo, y a juzgar por el tono de las respuestas, parece que más bien se trata de una manera barata y rápida de desahogarse. No hay nada mejor que encontrar a otras personas que saben por lo que estás pasando para soltar sapos y culebras.

Recoger todo no lleva más de dos segundos; recuerda que tus compañeros no han sido contratados para limpiar tu suciedad

No seas un guarro

Si vas a comer a un restaurante y lo ves todo sucio, es probable que no vuelvas. Si eres el inspector de sanidad y ves que está todo manga por hombro, quizá termines cerrando el chiringuito (nunca mejor dicho). Como explica un usuario llamado Rorkimaru, no hay nada que le enfade más que los trabajadores que lo dejan todo sucio. “Especialmente, la máquina de café que se deja con café goteando, la manija sucia y la jarra de la leche sin limpiar”. No solo se trata de servir al cliente, sino ayudar a que la cocina –un lugar por el que pasan muchas personas– sea un lugar limpio y ordenado, facilitando el trabajo de los demás.

Recoger las cosas no lleva demasiado tiempo y puede marcar la diferencia. Es lo que asegura un forero llamado Bubblyjae, que reconoce que no hay nada que le ponga más nervioso que los que no ponen las cosas en su sitio al marcharse: “Lleva dos segundos y tus compañeros no han sido contratados para limpiar lo que manchas”. Aunque no lo hagas por el cliente, ni siquiera por los jefes, hazlo por aquellos que están en la misma situación que tú.

Ello incluye, por supuesto, extremar la higiene. Como explica ContagisBlondnes, no hay nada peor que dejar huellas en los platos. “En serio, no deberías llevar a una mesa un plato que tiene un dedazo en el borde”, explica.

Los camareros que odian al ser humano

De acuerdo que muchos clientes no se hacen de querer, pero se entiende que, como buen trabajador cara al público que es, el camarero debería tener cierta empatía hacia sus comensales. Algunos usuarios, como Beastleh, recuerdan que el camarero misántropo es más frecuente de lo que puede parecer. “Le sirven y se marchan a la parte de atrás a quejarse de esa 'maldita mujer'”, cuenta. “A veces, sí, el cliente es horrible. Pero otras veces no es tan malo. ¿Qué más da que una señora quiera tres tazas de café? ¿Por qué enfadarte con un cliente que no sabe qué quiere beber?” Hay algunos camareros que odian “por defecto” al consumidor, añade. Otros empresarios coinciden con él en que es la peor raza de trabajador posible, ya que tarde o temprano pueden explotar y hacerte perder un cliente (o varios) y, lo que es peor, empañar la buena reputación de tu empresa.

Sin embargo, Rorkimaru no parece estar totalmente de acuerdo con dicha opinión. Aunque no tendría ningún problema en ponerle ocho cafés a una mujer que lo pidiese, también señala que no le gustaría especialmente dicha comanda. “Alguien que no sabe qué pedir en un bar lleno tiene cinco segundos, entonces me marcho y ya volveré cuando se aclaren”, explica. “No tengo tiempo para que discutas con tus amigos qué quieres. Hay gente esperando que ya lo tiene claro”. Además, si no has trabajado nunca en restauración, puedes ahorrarte tus consejos, puesto que no sabes ponerte en su lugar. “No odio a la gente y amo a nuestros clientes, pero esta es la realidad de trabajar en un bar”.

Ser lennnnnto

Los camareros y cocineros no trabajan precisamente en una oficina. El espacio es limitado, y además, se encuentran rodeados de platos calientes y herramientas punzantes que pueden causar algún desgraciado accidente. Así que lo mejor es ir rápido y, si no puedes, no entorpecer las cosas. “Odio a la gente que es lenta”, explica Rorkimaru. “En el restaurante y en el bar hay que ser rápido, así que tienes que moverte con velocidad y siempre saber cuáles son las dos próximas cosas que vas a hacer”. Aunque, eso sí, admite que prefiere a alguien lento que sabe a la perfección lo que se trae entre manos que a alguien rápido que la lía continuamente.

Alguien que no sabe qué pedir en un bar lleno tiene cinco segundos, entonces me marcho y ya volveré cuando se aclaren

No se trata de una cuestión de tamaño ni agilidad, sino más bien, de ser consciente de tu rol y de darte cuenta de la presencia de los demás. Por ejemplo, Rorkimaru reconoce que una vez trabajó con una chica “pequeña y delgada” que, sin embargo, no era más que un estorbo. “Se movía de manera tan lenta y poco eficiente que era una pesadilla trabajar con ella”. Por el contrario, Sunblade explica que uno de sus chefs era “GIGANTESCO” (de gordo, matiza) y que, sin embargo, nunca molestó a sus compañeros. Había aprendido a moverse en espacios reducidos con mucha gente.

Ayuda o márchate

Esta regla podría ser extensiva a cualquier trabajo. Si no eres capaz de echarle una mano a tus compañeros, aunque no forme parte en principio de tus labores, no mereces dicho puesto. Tampoco si tu ética de trabajo no es buena, como añade nuestro amigo Rorkimaru. “Los tres estamos agotados y saturados de trabajo intentando sacar adelante un restaurante corto de personal”, explica. “Ninguno de nosotros le ha echado a otro una bronca, ni siquiera las noches que tenemos 100 comandas. Lo peor que puedes hacer es ser negativo con tu equipo. Si no os mantenéis unidos, especialmente en las malas épocas, todo se viene abajo”. Una buena enseñanza no solo para el mundo de la restauración, donde la presión y los nervios nos pueden jugar una mala pasada, sino en cualquier otro entorno laboral.

No prometas lo que no puedes cumplir

Los restaurantes y los bares tienen sus propias reglas, cuyo objetivo no es solo que el cliente quede satisfecho, sino también que los empleados no trabajen de más. Así que debes intentar respetarlas y, sobre todo, no prometer lo que el restaurante no puede dar. Oh__Frabjous_Day se pone de los nervios cada vez que “se promete a un cliente algo extraordinario y deja al personal de cocina que se encargue de ello”. Esto incluye ofrecer productos o precios 'happy hour' fuera de la 'happy hour', afirmar que la cocina está abierta cuando hace media hora que cerró o sugerir platos que no están en la carta o que, directamente, no se pueden cocinar. El camarero no debe olvidar que es un emisario entre el cliente (que come y paga) y el cocinero (que produce la comida que van a consumir), pero que no solo se debe al primero, que puede ser el que otorgue una cuantiosa propina, sino también al segundo, que para eso es su compañero. Ya no se trata simplemente de la ética profesional (que también), sino de no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen a ti.

Quejarte por las propinas

En Estados Unidos, el sistema de propinas es un tanto diferente que en España, donde depende de la buena voluntad del cliente. Sin embargo, muchos restauradores coinciden en que quejarse de que han dejado poco es bastante feo. Especialmente si, como explica americanslang59, el que lo hace cobra más que sus compañeros; algo que también puede extenderse a los sueldos… Y a otros trabajos. “Es de putos maleducados quejarse por cobrar 25 dólares a la hora cuando el lavaplatos cobra 10”, explica.

No hay nada peor que ver a un cliente esperando porque el camarero está ocupado mirando su teléfono

¡¡¡Deja el maldito móvil!!!

Es cada vez más habitual (y hasta comprensible) que las cenas familiares se vean adornadas por miraditas al móvil, llamadas ocasionales y otras pérdidas de atención causadas por los nuevos artilugios tecnológicos. Bastante más clama al cielo distraerte de tu trabajo con el móvil, sobre todo si eres camarero y tu labor consiste, básicamente, en estar pendiente tanto de los clientes como de los platos que salen de cocina. Como explica el usuario Pizza802, no hay nada peor que “ver a los clientes esperando porque alguien está muy ocupado mirando a su teléfono”. Sin embargo, cada vez es más habitual que se utilicen estos dispositivos para agilizar el trabajo, usándose para tomar nota de la comida o realizar la cuenta, por lo que terminan resultando imprescindibles. Quien hace la ley, hace la trampa.

Llega el verano, se abren las terrazas, empieza una inacabable batalla entre camareros sudorosos y agobiados y clientes exigentes, irrespetuosos y, por si fuera poco, ebrios. Ya conocemos cuáles son las peores actitudes de los clientes, según los camareros. También nos han enseñado a ligar y nos han contado algunos de sus secretos. Sin embargo, nos faltaba un importante factor en la ecuación: ¿qué pasa con los dueños de los restaurantes, los últimos responsables de lo que ocurre en sus mesas y en la cocina?

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