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Un CEO explica qué está ocurriendo dentro de la industria farmacéutica
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NUEVOS Y VIEJOS MODELOS DE NEGOCIO

Un CEO explica qué está ocurriendo dentro de la industria farmacéutica

Los tiempos han cambiado, señalan todos los expertos en el sector. Y probablemente ello esté perjudicando seriamente al cliente, que en el pasado había sido el rey

Foto: Roy Vagelos pasó 10 años al frente de la farmacéutica Merck
Roy Vagelos pasó 10 años al frente de la farmacéutica Merck

¿Cuál es el verdadero objetivo de una empresa? Es una pregunta que probablemente nos hacemos con mucha menos frecuencia de la que deberíamos. Muchos dan por hecho que, si se trata de una compañía privada, se trata de obtener beneficios. Si lo conseguimos, es porque hemos hecho lo necesario para proporcionar un buen producto. Otros recordarán, no obstante, que toda compañía debe tener un objetivo social, es decir, proporcionar un bien o un servicio o satisfacer una necesidad de la ciudadanía. Es en esa disyuntiva en la que se encuentran la mayor parte de empresas; aunque hay sectores más sensibles que otros.

Una buena muestra de ello es el farmacéutico, donde está en juego la salud de la población global y que para ello debe fomentar la investigación. Resulta interesante echar un vistazo a un reciente programa de radio promovido por 'Business Insider' que intenta retratar los cambios producidos en la empresa americana a partir del retrato de distintos sectores. El primero de ellos se fija en la industria farmacéutica a partir de Merck & Co., una de las compañías estadounidenses con mejor reputación durante su época dorada y que fue dirigida por George Merck entre 1925 y 1950.

Mi interés nunca fue hacer dinero, ni siquiera cuando llegué al puesto de CEO

Muchos recuerdan al científico americano, hijo de un inmigrante alemán, por haber pronunciado la siguiente frase: “No podemos olvidar que la medicina es para las personas, no para obtener beneficios. No se puede perder de vista esa premisa”. La charla profundizó en dicha idea: Scott Lucas, un comercial del sector farmacéutico en activo desde los años setenta explicó que su idea es que el paciente es lo más importante, y que los beneficios obtenidos por la empresa serían la consecuencia lógica de un buen trato hacia el enfermo.

Una historia con moraleja

El papel protagonista, no obstante, fue el de Roy Vagelos, que a sus 86 años ha presenciado la evolución de la industria farmacéutica con sus propios ojos y ha jugado un importante papel en los cambios producidos a finales de siglo. Fue el presidente de Merck & Co. durante los años ochenta y los noventa, y como explicó en el programa, intentó ser continuista con la filosofía de “el enfermo es lo primero” que había caracterizado a la compañía de George Merck. “Mi interés nunca fue hacer dinero”, explicó en el programa. “Ni siquiera como CEO. Especialmente, cuando fui CEO”.

Una larga entrevista con Roy Vagelos.

Su opinión parece paradójica en un momento en el que el objetivo del consejero delegado es, ante todo, maximizar los beneficios de su empresa y, sobre todo, conseguir que los accionistas reciban más dinero a final de año. Sin embargo, no era lo que tenía Vagelos en mente cuando tomaba decisiones en su compañía: “Nunca me preocupé lo más mínimo por los accionistas”, señala. “Nunca pasó por mi cabeza. Incluso me negaba a reunirme con analistas de mercado”. Su opinión se encuentra en la línea de lo que explicaba Fredmund Malik en una entrevista con El Confidencial.

“Lo más peligroso es el enfoque del valor para el accionista, propio del pensamiento anglosajón”, explicaba el experto en 'management'. “El único beneficio real viene de los clientes, que son los que en última instancia pagan las facturas y repiten una y otra vez. Las organizaciones realmente exitosas buscan los beneficios del cliente satisfecho, una idea nada nueva, pero que ha sido olvidada en favor del mercado”. Algo semejante debió pensar Vagelos cuando a finales de los ochenta decidió donar grandes cantidades de un medicamento contra la ceguera para tratar a los enfermos de África. Fue un gesto hoy muy recordado, que costó a la compañía un montón de dinero, por lo que uno de los miembros de la junta se lo reprochó en una reunión. “Le dije que iba tan rápido que ni se me pasó por la cabeza”.

Si en un pasado las grandes compañías tenían departamentos de investigación propios muy fuertes, la tendencia actual es la de adquirir patentes

Vagelos también ha apostado durante los últimos años por una revisión de las políticas de precios de los medicamentos, ya que “la gente se está volviendo contra la industria”, como señalaba en una entrevista para 'Knowledge Wharton'. “Todo está creciendo y los costes se están volviendo astronómicos. Necesitamos un cambio de paradigma”, añadía. Además, ya anticipaba en dicho encuentro una de las tendencias que marcan el presente de la industria: la creciente dificultad para dar con innovaciones rompedoras, lo que obliga a que “se produzcan muchas externalizaciones”.

¿Una fórmula de éxito?

Puede parecer que el comportamiento de Vagelos habría llevado a la compañía a la quiebra a base de consentir caprichos poco rentables (al menos, en el corto plazo). Sin embargo, los beneficios de la farmacéutica aumentaron significativamente entre 1985 y 1994, los años en los que ocupó el puesto de CEO, y se estancaron a partir de 2002, una tendencia que más de una década después aún continúa. Durante ese tiempo, la empresa lanzó al mercado multitud de nuevos productos que garantizaron aumentos anuales de un 22% en el precio de las acciones.

Las políticas de investigación actuales de las farmacéuticas son muy diferentes de las de aquella época, se señaló en el debate. Si el objetivo solía ser descubrir nuevos medicamentos que pudiesen satisfacer necesidades muy diferentes, actualmente el foco se encuentra en hallar nuevas aplicaciones para medicamentos que ya existen. “Es como ordeñar una vaca”, señaló el investigador de la Universidad de Massachusetts Oner Tulum. Además, si en un pasado las grandes compañías tenían departamentos de investigación propios muy fuertes, la tendencia actual es la de adquirir patentes o absorber compañías de investigación y desarrollo farmacológico.

No es que Merck no hiciese lo propio en su día: la firma adquirió a mediados de los 90 Medco, ya que, como explicaba Vagelos a 'Harvard Business Review', vieron “una tremenda oportunidad para crear un nuevo modelo en la industria farmacéutica que mejorase al mismo tiempo la calidad de la salud pública, ayudase a contener los costes y mejorase el valor de mercado de Merck”. Puede verse como un antecedente de las tendencias modernas hacia el 'big data', ya que Medco era una compañía que poseía información sobre 38 millones de pacientes, por lo que la adquisición tenía como objetivo utilizar dichos datos para comprender mejor el funcionamiento de sus medicinas.

El negocio biofarmacéutico es diferente a vender botones y bicicletas

Ello puede entenderse no solo como un retrato de la industria farmacéutica, sino como un buen ejemplo de la actual deriva empresarial en una era marcada por los cambios producidos por la globalización y la innovación tecnológica. Si antiguamente era el objetivo social lo que movía a la empresa, ahora es la maximización de beneficios para los inversores, a los que la manera en que estos se obtengan (o incluso el sector en el que están metiendo su dinero) les resulta indiferente. Con un importante matiz: como recuerda el propio Vagelos, “el negocio biofarmacéutico es diferente a vender botones y bicicletas”.

¿Cuál es el verdadero objetivo de una empresa? Es una pregunta que probablemente nos hacemos con mucha menos frecuencia de la que deberíamos. Muchos dan por hecho que, si se trata de una compañía privada, se trata de obtener beneficios. Si lo conseguimos, es porque hemos hecho lo necesario para proporcionar un buen producto. Otros recordarán, no obstante, que toda compañía debe tener un objetivo social, es decir, proporcionar un bien o un servicio o satisfacer una necesidad de la ciudadanía. Es en esa disyuntiva en la que se encuentran la mayor parte de empresas; aunque hay sectores más sensibles que otros.

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