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Si las paredes de la mansión Playboy hablasen, esto es lo que contarían
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Si las paredes de la mansión Playboy hablasen, esto es lo que contarían

Ha albergado vídeos musicales, combates de boxeo y hasta videojuegos. Hablamos de los secretos que hacen de la mansión Playboy algo más valioso que el dinero

Foto: Lo más interesante sucede por la noche. (Reuters)
Lo más interesante sucede por la noche. (Reuters)

Sueño dorado para hombres heterosexuales, insoportable pesadilla para abolicionistas y críticos del porno, desde el fundamentalismo religioso hasta cierto feminismo, la mansión Playboy es un centro neurálgico mundial de la fantasía. Quizá precisamente porque sabemos que no tenemos ninguna posibilidad de visitarla, es inevitable imaginarnos vívidamente nuestros fetiches –o miedos— sexuales haciéndose realidad precisamente allí. Proyectar, que dicen los psicólogos.

Según The Wall Street Journal, hay al menos un joven afortunadoque hará algo más que fantasear. Su nombre es Daren Metropoulos, hijo de treinta y dos años del multimillonario C. Dean Metropoulos que ha seguido a Hugh Hefner al menos desde 2009, no solo como fan sino físicamente, mudándose a la propiedad contigua.

El vecinito de al lado

Está claro que para Metropoulos el dinero no es un problema. Vivir puerta con puerta con el gurú del erotismo le costó dieciocho millones de dólares y su idea para el futuro es terminar conectando las dos fincas. La propiedad que añade ahora a su imperio mide unos 2000 metros cuadrados y acoge 29 habitaciones, pista de tenis y baloncesto, bodega, gimnasio con sauna, una piscina con cascadas de piedra y la famosísima gruta, ideada como nidito de amor bajo el agua y que ahora resulta bastante demodé. De momento, Metropoulos restaurará el interior. No suena solo a cambiar las cortinas…

Hef se tumba con su erección de Viagra y cada chica se sube encima dos minutos mientras las demás gritan: ¡fóllatela, papi, follátela!

Llama la atención que alguien que puede comprarlo casi todo haya peregrinado hasta conseguir estas dos propiedades. La mansión Playboy es, más que un lugar, un símbolo y una ficción. Hay muchas mansiones del terror, pero todos sabemos cuál es la mansión del sexo.

Una condición muy peculiar

Quizá por eso Metropoulos ha aceptado una condición que ni el banco más draconiano incluiría en las cláusulas abusivas de una hipoteca: Hefner anunció en enero que solo la vendería si podía seguir viviendo en ella hasta el día de su muerte. No parece moco de pavo: con 90 primaveras recién cumplidas y conociendo su capacidad de caer de pie, es probable que Satánlo guarde aún muchos años.

Aunque portavoces del comprador han asegurado que para él es un honor seguir cobijando al fundador de Playboy, puede que sea uno de los motivos por losque el precio, inicialmente fijado por la parte vendedora en 200 millones de dólares, quedará, según fuentes cercanas a la operación, en algo más de la mitad.

Suponemos que la intimidad de Hefner está más que asegurada –no habrá problemas de espacio—, pero la posibilidad de cruzarse por los pasillos con él enfundado en uno de sus famosos batines (si es que se puede poner diminutivo a prendas que costarán miles de dólares) tampoco parece exactamente un problema.

Conejitos indiscretos

Muchas famosas Playmates han salido escaldadas de tanta calentura. Quizá las declaraciones más sonadas últimamente sean las de Holly Madison, pareja de Hefner de 2001 a 2008. En su libro de 2015, 'Down the Rabbit Hole, Curious Adventures and Cautionary Tales of a Former Playboy Bunny', Madison asegura que pensó en suicidarse en la bañera por culpa de la vida “ridícula” que llevaba y por la cantidad de hierba y alcohol que consumía.

La modeloque, como era habitual, por edad podía ser nieta de Hefner, fue la elegida para compartir su dormitorio sobresaliendo del resto de sus novias oficiales del momento. Ahora dice entre otras cosas que mantenía relaciones denigrantes con Hefner, que les hacía lavarse los pies antes de subirse a la cama o que se sintió presionada para usar pintalabios concretos o dejarse el pelo largo.

Varias Playmates se han quejado de que se sentían encerradas y sin vida propia: “Si aparecías borracha en una foto, tenías problemas”

Jill Ann Spaulding firmó también un libro autobiográfico, 'Jill Ann: Upstairs', y entró en cuestiones más sórdidas: “Hef se tumba con su erección de Viagra. Es una erección falsa, así que cada chica se sube encima dos minutos mientras las demás de fondo intentan que se mantenga excitado. Le gritan cosas como “¡fóllatela, papi, follátela!”

Kendra Wilkinson, otra ex residente y novia oficial, contó a la prensa que la oferta de vivir en la mansión era confusa: al principio no entendió que incluía sexo. No sabemos si para desprestigiarlo o todo lo contrario, declaró también que necesitaba estar muy borracha y drogada para aguantar toda una sesión con él.

Las gemelas Carla y Melissa Howe se quejaron en una entrevistadel toque de queda y de la necesidad de renunciar a gran parte de la vida personal para vivir en los dominios Playboy. Se sentían encerradas y tenían estrictas normas, por ejemplo, sobre cómo salir en sus redes sociales: “Si aparecías borracha en una foto, tenías problemas”.

Más contenta quedó Pamela Anderson, la modelo que más veces ha posado para la revista. El año pasado comentó en una entrevista que la mansión Playboy fue su universidad. Según contó después, era “dolorosamente tímida” y su repetido paso por las portadas de la publicación la ayudó a quitarle importancia a enseñar su cuerpo. A más de uno le hubiera gustado tomar apuntes de aquellas clases aceleradas.

Una universidad y un zoo

La mansión Playboy está llena de animales –es una de las pocas casas de Los Ángeles con licencia de zoo—, y según varias críticas, sobre todo en el libro 'Bunny Tales: Behind Closed Doors at the Playboy Mansion', los umbrales de higiene están más bien pensados para bestias no humanas. Hay quejas sobre sábanas viejas con manchas antiguas, muebles desvencijados de los setenta,alfombras rancias y estampados de leopardo que dan más miedo que un leopardo de verdad.

Famosos, drogay abusos

Los Kiss, Dirk Douglas, Rob Lowe, Jack Nicholson, Kelsey Grammer –el protagonista de 'Frazier', que se llevó a su bebé de tres meses a una fiesta—… La lista de famosos que han entrado y dejado huella en el recinto es interminable.

En la cima de popularidad de los Beatles,John Lennon se vino arriba y estuvo a punto de tener más que palabras con el ahora ex propietario de la mansión de las conejitas cuando descolgó de la pared su querido Matisse y lo usó para apagar un cigarrillo. Los otros rockeros más célebres de la galaxia,Rolling Stones,fueron invitados de honor y su juerga más sonada duró tres noches y se saldó con mucho sexo y moretones.

A los catorce años, una amiga de la familia ya tomaba cocaína, grandes cantidades de alcohol y otras “medicinas” con receta y dormía con una pistola

Bill Cosby, acusado desde hace añospor decenas de mujeres de acoso y abuso sexual con drogas, era asiduo de las fiestas en la mansión y fue allí donde, según la modelo Chloe Goins, sucedieron los hechos en su caso. Judy Huth, otra de las mujeres que ha señalado a Cosby por vía judicial, sitúa también en la casa Playboy el sexo sin consentimiento –dicho sin rodeos, la violación— que dice vivió con el cómico. En 1974, fecha de los hechos, tenía solo 15 años. Eran los años salvajes de la alegalidad en la industria del porno.

James Caan, Sonny Corleone en El Padrino, era uno de los famosos que, según las fotografías de planos publicadas en 2015, tenía nada menos que un túnel directo entre su casa y 'Chez' Hefner. Dice que aquello era el mejor club nocturno del mundo. No nos extraña, volver a casa de resaca sin tener que ver el sol es un punto muy a favor.

Jennifer Saginor, hija del doctorMark Saginor,amigo íntimo de Hefner –apodado Dr. Feelgood por su generosidad con los estupefacientes— ha escrito y hablado varias veces sobre cómo la mansión se convirtió en su segunda casa desde niña. A los seis años vio su primer sexo en vivo: John Belushi, el querido Blues Brother que moriría de sobredosis cerca de allí no mucho después, se divertía con una Playmate. A los catorce años Jenniferya tomaba cocaína, grandes cantidades de alcohol y otras “medicinas” con receta y dormía con una pistola. Entró en el mundo de las drogas por enchufe y algo así debió de suceder con el sexo, porque según dicetuvo un romance lésbico con una de las amiguitas de Hefner mucho antes de tener la mayoría de edad.

Aunque se suceden las informaciones sobre la decadencia del lugar, famosos como Leonardo DiCaprio y Rihanna siguen dándole brillo a la mansión. Fue allí donde se los vio juntos una de las primeras veces y desde entonces ha habido rumores sobre un posible noviazgo.

Si las casas tienen energías y el pasado afecta al presente a través de las paredes y los objetos, la vida de quienes terminen siendo los nuevos inquilinos será peligrosa, sucia y muy, muy entretenida.

Sueño dorado para hombres heterosexuales, insoportable pesadilla para abolicionistas y críticos del porno, desde el fundamentalismo religioso hasta cierto feminismo, la mansión Playboy es un centro neurálgico mundial de la fantasía. Quizá precisamente porque sabemos que no tenemos ninguna posibilidad de visitarla, es inevitable imaginarnos vívidamente nuestros fetiches –o miedos— sexuales haciéndose realidad precisamente allí. Proyectar, que dicen los psicólogos.

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