Así es la vida de Alexandra Andresen, la multimillonaria más joven del mundo

Si nos paramos a recordar cómo era nuestra vida cuando teníamos 19 años, es probable que o bien estuviésemos ganando nuestro primer sueldo (si es que nos daban algo por trabajar, claro) o aún siguiésemos estudiando, mantenidos por nuestros padres. De ahí que nos den vértigo los alrededor de 1.073 millones de euros que descansan en la cuenta corriente de la noruega Alexandra Andresen, la multimillonaria más joven del mundo. Seguida por –¿adivinan?– su propia hermana, Katharina, que no figura en la cabeza de la lista por haber nacido un año antes.

Es muy probable que el nombre de Alexandra no le suene de nada, y es lógico. A pesar de su cuantiosa fortuna, no ha sido ella quien la ha obtenido (difícil haber ganado tanto dinero a dicha edad; el patrimonio de Justin Bieber ronda los 245 millones de dólares). Y, además, mantiene conscientemente un perfil más bien bajo; aunque en su país natal, Noruega, sea medianamente conocida, no es un nombre habitual de la prensa del corazón, ni por sus andanzas amorosas, ni por fiestas en las que nunca se pone el sol.

Más bien se trata de una joven con posibles, muchos posibles. Su padre, Jonah H. Andresen, ha puesto especial esfuerzo en que sus hijas tuviesen una vida semejante a la del resto de amigas de su misma edad, eso sí, apoyando y fomentando sus aficiones. El dinero de la familia proviene de la marca Ferd (que en noruego significa “viaje”) y de Tiedemanns, una compañía tabaquera cuyos orígenes se remontan a mediados del siglo XIX. Durante más de siglo y medio, la compañía fundada por Johan Henrik Andresen, padre del tatarabuelo de las jóvenes, ha copado el mercado tabaquero noruego.

El antiguo dueño de la compañía repartió sus acciones entre sus hijas cuando apenas tenían 10 años, por lo que poseen cada una de ellas un 42,2% de la compañía

Al menos hasta el año 2005, cuando finalmente, Andresen decidió vender sus acciones de Tiedemanns a Skandinavisk Tobakskompagni por unos 500 millones de dólares, y centrarse en los fondos de inversión que, al menos, no dan cáncer (la firma fue vendida por razones éticas). El antiguo dueño de la compañía repartió sus acciones y su fortuna entre sus hijas cuando estas apenas tenían 10 y 11 años, de manera que estas poseen cada una de ellas un 42,2% de la compañía. La decisión, en cualquier otro país, probablemente habría pasado desapercibida pero, como explicábamos recientemente, en Noruega se puede conocer libremente el patrimonio de cualquier ciudadano.

Caballos, estudios y un gran futuro por delante

¿Qué haces con miles de millones en el banco? Desde luego, no malgastarlos, aunque tal y como ocurre con otros hijos de buena familia, Andresen tenga una gran afición por la hípica: Alexandra ha sido jinete desde la infancia, y se ha acostumbrado a vivir rodeada de animales de toda raza y tipo. Al fin y al cabo, si Jessica Springsteen, la hija del gran héroe de clase obrera del rock Bruce Springsteen puede serlo, por qué no la descendiente de una de las familias más respetadas de Escandinavia. Andresen, en concreto, ha ganado tres campeonatos junior en su país natal, y se ha alzado con el Premio AEG Galla 2014.

Es probable que su futuro se encuentre antes sobre la grupa de un caballo que en las oficinas de la compañía de su padre o, en su defecto, en un yate encendiendo habanos con billetes de 500 euros. En una reciente entrevista afirmaba que, si por ella fuese, pasaría el resto de sus días cabalgando, aunque como sugiere el medio americano, parece ser la hermana mejor situada para suceder a su padre al frente de la compañía… Aunque este haya aclarado repetidamente que nunca se lo exigiría y que las dejaría tomar el camino que prefiriesen.

El mismo hombre que, como recordaba un artículo publicado en 'The Telegraph', las anima a ahorrar y a conducir coches de segunda mano. Es probable que el hecho de que Andresen haya heredado tan pronto tenga un origen cultural: legar gran parte del dinero a tan temprana edad suele ser una manera no de malcriar a los descendientes, sino de hacerlos partícipes del negocio familiar y que sientan un compromiso mayor. O puede que, simplemente, sea una hábil decisión fiscal.

Su hermana cursó Ciencias Sociales en la Universidad de Ámsterdam y ha participado a menudo en las obras filantrópicas de su familia

“Ahorro cuando me dan la paga semanal, y guardo los premios que me dan en las competiciones o si me regalan dinero por mi cumpleaños”, explica la joven en la revista corporativa de Ferd. “Eso significa que puedo comprarme las cosas que realmente quiero, como una mochila o un par de zapatos, sin tener que pedirle dinero a mis padres”, reconoce. Además, estudió en la escuela pública noruega, como su hermana, que cursó Ciencias Sociales en la Universidad de Ámsterdam y ha participado a menudo en las obras filantrópicas de su familia.

¿Podemos sacar alguna moraleja de esta (sosa) historia, más allá de que hay a quien le parece apropiado regalar dinero a la persona que figura en el puesto 1.476 de los más ricos del mundo? ¿Que los escandinavos siguen siendo mucho más listos que el resto a la hora de criar a sus hijos, incluso en el caso de que les traspasen su brutal fortuna muy temprano? Es posible; pero también puede servir para darnos cuenta de que la mayor parte del dinero que se mueve en el mundo no se encuentra en las cuentas corrientes de futbolistas de fama mundial o empresarios estrella, sino en manos de gente cuyo nombre desconocemos por completo.