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De la sandía a los tomates: los alimentos que nunca jamás debes meter en la nevera
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¡Se estropean¡

De la sandía a los tomates: los alimentos que nunca jamás debes meter en la nevera

Cuando tengas dudas, trata de recordar cómo los encontraste almacenados en el supermercado o frutería. Comrprobarás que lo de refrigerarlos ha sido solo idea tuya

Foto: 'Adiós, ¡si los compré ayer y ya están para tirar!' (iStock)
'Adiós, ¡si los compré ayer y ya están para tirar!' (iStock)

Te ha vuelto a pasar: vas a hacer la compra y llenas tu cesta de productos frescos y saludables, porque lo de llevar una vida sana te lo has grabado a conciencia. Hasta aquí todo muy bien, pero entonces cometes el gran error: llegas a casa y lo metes todo en la nevera.

Aunque creas que así están más fresquitos y saludables, la realidad es que tu nevera puede ser un nido de bacterias para determinados alimentos que al conservarse ahí pierden gran parte de sus valores nutricionales, adquieren sabores extraños y, lo peor, se estropean mucho antes. Sácalos del frigorífico y déjalos a temperatura ambiente, tu salud y economía lo agradecerán.

1. Las patatas

“Las patatas se conservan mejor en un lugar oscuro y fresco que esté entre 7 y 10 grados centígrados”, explica Rebecca Straus en la página web especializada en alimentación natural y saludable 'Rodale's Organic Life'. El frío de la nevera provoca que los almidones de la patata se conviertan en azúcar mucho más rápido, lo que afecta directamente a su sabor y calidad.

2. Las cebollas

La nevera es demasiado húmeda para las cebollas. Si las guardas en el cajón de las verduras en lugar de en la despensa o en un lugar fresco, seco y bien ventilado, les ocurre como a las patatas: el almidón se convierte en azúcar y se dañan su sabor y frescura. Un consejo: si por fin optas por guardarlas fuera del frigorífico y haces lo mismo con los ajos –otro de los alimentos que no deberías dejar siempre a temperatura ambiente–, nunca los guardes juntos porque esto acelera su descomposición.

3. Los tomates

Puede que lo hayas vivido: metes una rama de tomates frescos en la nevera y al día siguiente están acuosos, harinosos y con mucho menos sabor. Es por culpa del frío que perjudica el proceso de maduración natural dañando las membranas interiores de la fruta y haciendo que se queden blandurrios. Procura almacenarlos en un plato que dejes sobre la encimera de la cocina.

4. El café

Quizás tú no lo hagas, pero lo habrás visto en infinidad de neveras. Lo cierto es que hay muchas personas que lo guardan en el frigorífico para que se conserve mejor… ¡Error! El café es higroscópico, o lo que es lo mismo, absorbe fácilmente la humedad impregnándose de todo tipo de olores y sabores rápidamente. Por muy bien que cierres el bote, nunca estará tan fresco y aromático como si lo conservas en la despensa, y mejor aún si es en un lugar fresco y oscuro para no dañar sus increíbles propiedades.

5. Las latas abiertas

Según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (conocido como el NHS, por sus siglas en inglés) nunca se debe guardar una lata de conservas abierta en la nevera. Los expertos advierten que al hacerlo podría ocurrir que los metales de la lata se filtren a la comida, lo que acaba con su sabor y color originales, por no hablar de la pérdida de nutrientes. En lugar de meter la lata de atún que no has terminado de nuevo en la nevera, extrae el contenido e introdúcelo en un recipiente de vidrio cerrado. Así no habrá traspaso de sabores y se mantendrá fresco durante más tiempo.

6. La sandía

¿Sorprendido? Probablemente. Siempre has pensado que la sandía hay que comerla bien fresquita y mantenerla refrigerada, pero ahora piensa: ¿cómo estaba en la frutería cuando la compraste? Exacto, a temperatura ambiente. Y no es ninguna tontería si quieres que esta fruta sea verdaderamente saludable. Al parecer, el frío puede afectar a los carotenoides, un tipo de antioxidantes que se encuentran en la sandía y que se han relacionado directamente con la prevención de algunos tipos de cáncer. No solo eso, los expertos aseguran que si la dejamos fuera de la nevera aguantará, según el grado de maduración en el momento de compra, entre dos y tres semanas.

7. Los plátanos

Los plátanos son una fruta tropical, por lo que se acomodan especialmente bien a las temperaturas cálidas. En el frigorífico se interrumpe su proceso de maduración y lo único que hacen es ponerse cada día más marrones precisamente porque el frío traspasa la dura piel del plátano haciendo que se oxide rápidamente adquiriendo el mencionado color característico. Lo mejor: dejarlos en el frutero a temperatura ambiente para que maduren, y no dejarlos allí demasiado para comerlos en su momento óptimo.

8. La albahaca

Si metes en la nevera albahaca fresca, podrás comprobar cómo en una sola noche se queda casi negra. Resulta que la temperatura del frigorífico es demasiado fría para las hojas de esta hierba aromática. Además, la albahaca es muy sensible al etileno, un gas que emiten las frutas a medida que maduran que influye directamente en que se marchiten las hojas. Así que si tu opción era echarla en el cajón de las verduras, ahora entenderás por qué te duraba tan poco tiempo fresca.

La opción: métela en un jarrón o vaso con agua y déjala sobre la encimera de la cocina o, si no te queda otra y tienes que guardarla en el frigorífico, envuélvela bien en papel de aluminio para que no le afecte la humedad. Haz lo mismo con el perejil, cilantro y plantas aromáticas similares.

9. Los limones

Los cítricos como el limón, la naranja o el pomelo maduran una vez recogidos así que pueden aguantar unos cuantos días a temperatura ambiente. De hecho, es así como conseguirás, siempre que no te pases de tiempo, que alcancen su grado óptimo de maduración y su sabor más intenso. Eso sí, ojo con colocar varios limones juntos ya que al estar en contacto podría acelerarse la aparición de moho.

Te ha vuelto a pasar: vas a hacer la compra y llenas tu cesta de productos frescos y saludables, porque lo de llevar una vida sana te lo has grabado a conciencia. Hasta aquí todo muy bien, pero entonces cometes el gran error: llegas a casa y lo metes todo en la nevera.

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