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Por qué es imposible ser vegetariano (y su superioridad moral es tramposa)
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¿es el veganismo responsable con el ambiente?

Por qué es imposible ser vegetariano (y su superioridad moral es tramposa)

No existe el desarrollo humano con impacto ambiental cero. Necesariamente, para que nosotros vivamos, otras formas de vida tienen que morir

Foto: Ser vegano es una decisión totalmente respetable, pero ¿tenemos claro por qué la tomamos? (iStock)
Ser vegano es una decisión totalmente respetable, pero ¿tenemos claro por qué la tomamos? (iStock)

“¿Sabes cómo distinguir a un vegetariano en una fiesta? No te preocupes, ya se encargará él de decirlo en cuanto entre por la puerta”.

Chiste anónimo.

Hay muchas razones para hacerse vegetariano o, mejor, vegano. Es evidente que comemos más carne de la que deberíamos, algo que no es solo es malo para la salud, sino también para el medio ambiente. No es menos cierto que los animales domésticos son maltratados en granjas donde apenas pueden moverse, para que engorden cuanto antes y lleguen a nuestros supermercados al menor coste posible. Pero ¿puede un vegetariano afirmar que no contribuye a la muerte de animales? La respuesta es: no.

Son muchos los biólogos y filósofos que han abordado este peliagudo dilema que siempre llega a una conclusión imposible de rebatir: no existe el desarrollo humano con impacto ambiental cero. Necesariamente, para que nosotros vivamos, otras formas de vida tienen que morir, y aunque solo nos alimentáramos de vegetales, infinidad de animales sucumbirían debido a ello.

Incluso aquellos que asumen que subsisten únicamente con una dieta vegetal realmente están comiendo también animales

Como explica en 'The Conversation' Andrew Smith, profesor de filosofía en la Drexel University y antiguo vegano, las plantas constituyen la base de la cadena trófica. Obviamente, todos los animales necesitan comer vegentales para sobrevivir pues, a diferencia de estos, pueden sintetizar su propia comida. Lo que no solemos plantearnos es que las plantas también necesitan comerse a los animales.

En su nuevo libro, 'A critique of the moral defense of vegetarianism' (Palgrave Macmillan), Smith llama a este proceso la “transitividad de la comida”. La cadena trófica es, por definición, transitiva, pues se cumple la norma básica de esta propiedad matemática: siempre que un elemento se relaciona con otro y éste último con un tercero, entonces el primero se relaciona con el tercero.

“Cómo vive y muere nuestra comida importa”, explica Smith. “Si somos lo que comemos, nuestra comida es lo que come nuestra comida. Las plantas adquieren los nutrientes del suelo, que está compuesto, entre otras cosas, de animales y plantas descompuestas. Así que incluso aquellos que asumen que subsisten únicamente con una dieta vegetal realmente están comiendo también animales”.

Es por esto que Smith asegura que es imposible ser vegetariano. A algunos esto les parecerá una verdad como un templo, a otros, una digresión filosófica sin demasiada enjundia. Pero hay más argumentos para pensar que, aunque seas vegano, contribuyes directamente al deceso de animales.

Doméstico vs. salvaje

El pasado año, Claudio Bertonatti, un reputado naturalista argentino, publicó un artículo en la revista 'Noticias Agropecuarias' que causó una enorme polémica en los círculos veganos. En su texto, 'La confusión del veganismo', aseguraba como Smith que, debido a los fundamentos mismos de la ecología, es imposible ser vegetariano. Pero iba un paso más allá: en su opinión una dieta vegetariana puede ser incluso peor para los animales que una omnívora.

“Visiten un campo ganadero y otro agrícola en una misma región y anoten la diversidad de formas de vida que ven en cada uno de ellos”, proponía Bertonatti. “El resultado será inequívoco: un cultivo (soja, trigo, maíz o arroz, para mencionar los más extendidos) no convive con mucho más que sí mismo. Incluso sucede con la huerta más orgánica del mundo. Las especies animales no solo no son bienvenidas sino que en los cultivos no orgánicos (la mayoría) son combatidas con biocidas o agrotóxicos (venenos), cuando no, tiros u otras formas de lucha para evitar la presencia de predadores que ocasionan daños y pérdidas económicas”.

Ni siquiera está tan claro que las plantas no tengan capacidad de sentir, que es el principal motivo por el que los veganos deciden no comer animales

Hay, claro, una diferencia fundamental entre la muerte de los animales que impiden el correcto desarrollo de un cultivo y aquellos que sacrificamos en una explotación ganadera. “No se matan puntualmente los animales domésticos a consumir (para los que hay una sensibilidad más desarrollada), sino una enorme cantidad de animales de una gran diversidad de especies silvestres: desde invertebrados hasta peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos”, continuaba Bertonatti. “Estos impactos se tornan 'invisibles' a la distancia de una gran ciudad y en consecuencia son poco emotivos. Y lo que no emociona no es evocado”.

Pero ¿acaso tiene más derechos una vaca que una nutria? En realidad, como apuntaba el naturalista argentino, las especies silvestres son mucho más vulnerables: si se extinguen no tienen reposición. Y a lo largo de la historia del hombre ha sido la expansión de las tierras cultivadas la que, junto a la caza indiscriminada (y, a menudo, de su mano), ha sido responsable de la desaparición de numerosas especies.

Ni siquiera está tan claro que las plantas no tengan capacidad de sentir, que es el principal motivo por el que los veganos deciden no comer animales –a este respecto es de lectura obligada este artículo de Michael Pollan–.

Muchas veces establecemos una relación entre veganismo y ecologismo que es más falsa que un billete de 60 euros. Como apunta Smith, la huella de carbono de tu café colombiano puede ser mucho mayor que la de un pollo y las almendras de tu aperitivo, cuyo cultivo consume muchísima agua, pueden contribuir más que una explotación ganadera a la desertificación.

Todo esto no quiere decir, obviamente, que comer carne sea mejor para el planeta que no hacerlo (en general, sucede lo contrario). Pero sí pone sobre la mesa un importante debate: quizás la forma de alimentación más responsable no tenga nada que ver con ser vegano.

Hacia un nuevo modelo alimenticio

“Veamos nuestra relación con la comida de otra manera: teniendo en cuenta el hecho de que formamos parte de la misma comunidad de seres vivos –plantas y animales– que habitan el lugar que es nuestro hogar”, propone Smith. “Somos comedores, sí, y también nos comen. Es así, ¡también formamos parte de la cadena alimenticia! Y el bienestar de cada uno depende del bienestar de todos”.

Desde esta perspectiva, Smith propone abrazar lo que el conocido ambientalista australiano, Glenn Albrecht, bautizó como “sumbiotarianismo”, un neologismo obtenido de la palabra griega 'sumbioun', que significa “vivir juntos”. La sumbiocultura es una forma de permacultura, o agricultura sostenible, que implica un forma de diseño agrícola y ganadero que sea consistente con la salud de la totalidad del ecosistema.

Una vida sostenible en una región bien puede implicar depender de animales para la alimentación, al menos de manera limitada

“A fin de que nuestras necesidades sean cubiertas, las necesidades e intereses de la tierra deben ser lo primero”, explica Smith. Y esto implica llevar dietas distintas en cada lugar. Hay sitios donde una dieta prácticamente vegetariana es más sostenible pero, en otros, donde sea difícil, por ejemplo, obtener grasas de origen vegetal, es preferible apostar por la carne.

“En pocas palabras, una vida sostenible en una región –ya sea Nueva Inglaterra o en el interior de Australia– bien puede implicar depender de animales para la alimentación, al menos de manera limitada”, concluye el profesor. Quizás, como apuntaba Bertonatti, “para evitar que se maten animales la única solución es dejar de comer”. Y así tendrán algo de que alimentarse las plantas...

“¿Sabes cómo distinguir a un vegetariano en una fiesta? No te preocupes, ya se encargará él de decirlo en cuanto entre por la puerta”.

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