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Ftalatos: el veneno cotidiano que el Gobierno no quiere regular
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el motivo tras numerosos problemas de salud

Ftalatos: el veneno cotidiano que el Gobierno no quiere regular

Se encuentran en pintalabios, juguetes infantiles, geles, e incluso en la comida, y son los causantes de numerosos problemas de salud

Foto: Reclaman que en el etiquetado de los productos se advierta sobre estas sustancias. (Corbis)
Reclaman que en el etiquetado de los productos se advierta sobre estas sustancias. (Corbis)

Ya no importa que le digas: “las cosas del suelo no se tocan” o “no te metas eso en la boca”, porque productos aparentemente inocuos por su cotidianidad, desde los juguetes infantiles, pasando por los pintalabios e incluso el material médico, contienen ftalatos, sustancias químicas artificiales que se usan como plastificantes y fijadores y que, según ha señalado Fundación Vivo Sano, son fuente de numerosos problemas de salud relacionados con nuestro sistema endocrino. Y lo más grave de todo es que aun conociendo el peligro, España haya rechazado junto a otros países europeos incrementar las medidas de regulación, como apunta Dolores Romano, responsable de Políticas de Sustancias Químicas de la ONG Ecologistas en Acción.

Hace unos años la periodista Florence Williams hizo analizar la leche materna con la que amamantaba a su hija recién nacida para comprobar que contenía numerosas sustancias plásticas que poco a poco la estaban envenenando, y lo mismo habría ocurrido si hubiera mandado examinar su orina o su sangre, porque los ftalatos, que son, según la fundación, “contaminantes universales”, están presentes en la mayoría de lacas, geles y champús, y la exposición a estas sustancia provoca alteraciones de nuestras hormonas y afecta a la calidad del semen, la infertilidad, los partos prematuros o las malformaciones genitales congénitas; además de incrementar nuestra posibilidad de ser obesos o más propensos a las alergias.

Los ftalatos no se unen químicamente a los productos, sino que se desprenden con el tiempo y van acumulándose en el aire y el polvo

Éstas son algunas de las serias conclusiones del informe "Hogar sin tóxico", que ha expuesto Vivo Sano para reclamar a las autoridades una mayor inversión y compromiso, además de advertir que se necesita una normativa europea urgente que tome cartas sobre el asunto y evite que se comercialicen al menos los productos con ftalatos de mayor riesgo, así como penalizar a las empresas que los fabriquen. También reclaman que todas las etiquetas de estos productos y envases, cuyo uso sólo en la Unión Europea está en torno al millón de toneladas anuales, especifiquen las cantidades de estas sustancias que contienen.

Según Carlos Prada, coautor del informe, el mayor problema de los ftalatos es que no se unen químicamente a los productos de cuya composición participan, de forma que van desprendiéndose con el tiempo y acumulándose en el aire que respiramos y el polvo. “Nos afecta a todos y de forma indiscriminada”, explica, “porque son inhalados, ingeridos y absorbidos por la piel”.

También en la comida

Puede que no les sorprenda tanto debido a la mala reputación de la comida rápida y los snacks, pero un estudio ha revelado que después de 24 horas de haber ingerido productos procesados se elevan los niveles de químicos industriales en nuestros cuerpos. Así lo han comprobado un grupo de investigadores de la Universidad George Washington, que realizaron una investigación con 9.000 participantes entre los años 2003 y 2010, demostrando que las personas que había consumido "comida basura" no sólo tenían más ftalatos en la orina, sino también bisfenol A, presente en las latas de aluminio. Un hecho que podría deberse, según recientes investigaciones, al proceso mecánico y de empaquetado de este tipo de productos.

“Actualmente hay muy pocas opciones para quienes estén interesados en reducir su exposición, y no demasiada regulación”, explica Ami Zota, profesora asistente de salud ocupacional y medioambiental de la Universidad George Washington. Y como bien apunta, 'comida basura' incluye no sólo la bollería industrial, sino la mayoría de los productos que creemos sanos, pero que han pasado por un proceso de enlatado o plastificado. De hecho, en la lista de las cien sustancias más preocupantes para la salud, al menos doce de ellas contienen ftalatos y son productos de uso corriente.

Ya no importa que le digas: “las cosas del suelo no se tocan” o “no te metas eso en la boca”, porque productos aparentemente inocuos por su cotidianidad, desde los juguetes infantiles, pasando por los pintalabios e incluso el material médico, contienen ftalatos, sustancias químicas artificiales que se usan como plastificantes y fijadores y que, según ha señalado Fundación Vivo Sano, son fuente de numerosos problemas de salud relacionados con nuestro sistema endocrino. Y lo más grave de todo es que aun conociendo el peligro, España haya rechazado junto a otros países europeos incrementar las medidas de regulación, como apunta Dolores Romano, responsable de Políticas de Sustancias Químicas de la ONG Ecologistas en Acción.

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