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El secreto de la alimentación japonesa para llegar a los cien años en buena forma
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una pirámide nutricional invertida

El secreto de la alimentación japonesa para llegar a los cien años en buena forma

¿Por qué este pueblo de gentes complacientes que hacen reverencias sin parar y trabajan hasta la extenuación ha llegado a granjearse la fama de casi inmortales?

Foto: Las mujeres japonesas son mucho más longevas que ellos. (Corbis)
Las mujeres japonesas son mucho más longevas que ellos. (Corbis)

No se debe a la práctica del Tai Chi, ni a su habilidad para pasar sentados en la postura del loto una eternidad, aunque, por supuesto, todo suma, porque los japoneses son uno de los pueblos más longevos del planeta y son muchas las personas que pueden presumir de centenarias, como Misao Okawa, la mujer más anciana del mundo, que murió en abril del año pasado a los 117 años, o Jirōemon Kimura, que con 116 años y un par de meses ostentó el título de hombre más viejo del planeta.

Pero, ¿por qué este pueblo de gentes complacientes que hacen reverencias sin parar y trabajan hasta la extenuación ha llegado a granjearse la fama de casi inmortales? La respuesta podemos encontrarla en los buffets giratorios de los restaurantes japoneses: una alimentación basada en el consumo de pescado, los productos de soja y la baja ingesta de grasas. Así lo ha señalado un reciente estudio del Centro de Salud Pública de Japón ('La calidad de la dieta y la mortalidad de hombres y mujeres japoneses').

La pirámide (invertida) de la salud

Los cereales son la base de la alimentación de esta tierra de arrozales y por ello es considerado uno de los cinco tipos de platos estrella –junto a las verduras, el pescado, las carnes, la leche y las frutas– que no deben faltar en un menú nutricional equilibrado, de acuerdo a las directrices del gobierno nipón, muy preocupado por llevar el Tao a los estómagos de sus ciudadanos. Una recomendación que suscriben los investigadores, que añaden que los adultos que se alimentaron teniendo en cuenta esta pirámide invertida tuvieron un menor riesgo de morir en un periodo de 15 años o de hacerlo a causa de un accidente cerebrovascular (un 15% y un 22% menos respectivamente).

Aunque el consumo de ambos alimentos está recomendado, los japoneses prefieren el pescado a la ternera, contrariamente a lo que ocurre en Occidente

En el estudio se cotejaron datos provenientes de 36.000 hombres y 42.000 mujeres del país que completaron cuestionarios sobre su salud y su consumo de alimentos desde que empezó la investigación y durante 10 años. Empleando los resultados surgidos de estos controles periódicos, los investigadores calcularon en qué medida la alimentación de los participantes se ajustaba a las directrices nutricionales y las conclusiones fueron llamativas: el menor índice de mortalidad en el grupo de participantes que seguía las recomendaciones oficiales se debía a que tenían mucha menos propensión a sufrir enfermedades cardiovasculares y en particular embolias, sobre todo aquellos en cuyas dietas predominaban los vegetales.

Los investigadores también destacaron que mientras que la carne y el pescado se consideran parte de una misma categoría en el estudio, los japoneses consumen más pescado y menos ternera o cerdo en comparación con los países de Occidente. “Nuestros descubrimientos, junto a anteriores investigaciones, sugieren que una dieta rica en verduras y frutas y una adecuada ingesta de carne y pescado puede disminuir significativamente el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular en la población asiática”, sostuvo el equipo liderado por el doctor Kayo Kurotani.

El Programa Okinawa

Consideradas como “zonas azules” por el periodista de National Geographic Dan Buettner, estas islas al sur de Japón han centrado los estudios sobre la alimentación relacionándola con la longevidad de los nipones. A través del Okinawa Centenarian Study se ha estudiado desde 1975 la evolución y costumbres de los habitantes de estas islas, ya que sus habitantes tienen la mejor salud de todo el país: son flacos, tienen aspecto juvenil, mucha energía y una incidencia muy baja de enfermedades cardiovasculares y cáncer, incluido el de estómago, muy común entre el resto de japoneses.

El doctor Makoto Suzuki fue el primer científico que se dio cuenta de que lo que estaba ocurriendo en esa zona de Japón no era algo común y su trabajo fue la base de 'El Programa Okinawa', un superventas que trata de exportar la dieta de la isla japonesa al mundo occidental. Uno de sus autores, el doctor Craig Willcox, explicó recientemente en 'The Guardian' las bondades del régimen alimenticio de los okinawenses: “Comen de media tres raciones de pescado a la semana, muchos cereales integrales, verduras y soja, más tofu y algas kombu [un tipo de alga parda que destaca por su alto contenido en yodo] que nadie en el mundo, y calamares y pulpo, que son ricos en taurina, algo que podría explicar sus bajas tasas de colesterol y presión sanguínea”.

En el envejecimiento influyen muchos factores, como la genética, la crianza, el ejercicio físico que practicamos o el clima del país donde vivimos

Las verduras que toman los okinawenses son de particular interés. Consumen un tipo de batata morada rica en flavonoides, carotenoides, vitamina E y licopeno, y una especie de pepinos amargos, que en Okinawa llaman 'goya' (su nombre técnico es 'Momordica charantia', y se puede encontrar en otras partes del mundo con nombres tan dispares como melón amargo, cundeamor chino o tomaco) que parecen ser útiles para reducir el azúcar en sangre.

No obstante, pensar que una dieta basta para que lleguemos a vivir 100 años es simplificar demasiado un asunto que es enormemente complejo. Sabemos que en el envejecimiento influyen muchos factores, desde la propia genética a la crianza, pasando por lo sociables que seamos, cuánto ejercicio físico practiquemos, el clima de nuestra zona de residencia, la calidad de los servicios sanitarios a los que tenemos acceso o lo relajada que sea nuestra vida. Y si además somos mujeres…, pues mejor, porque ellas suelen llegar a centenarias mucho más que los hombres.

No se debe a la práctica del Tai Chi, ni a su habilidad para pasar sentados en la postura del loto una eternidad, aunque, por supuesto, todo suma, porque los japoneses son uno de los pueblos más longevos del planeta y son muchas las personas que pueden presumir de centenarias, como Misao Okawa, la mujer más anciana del mundo, que murió en abril del año pasado a los 117 años, o Jirōemon Kimura, que con 116 años y un par de meses ostentó el título de hombre más viejo del planeta.

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