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Las rubias no son tontas, asegura la ciencia: de hecho son más listas
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ROMPIENDO CON EL ESTEREOTIPO

Las rubias no son tontas, asegura la ciencia: de hecho son más listas

"¿Cuántas rubias hacen falta para cambiar una bombilla? Ninguna. Cuando descubran que el cuarto está oscuro se hará de día". ¿Qué hay de cierto tras estos chistes?

Foto: Parece imbécil, pero es más lista que tú. (iStock)
Parece imbécil, pero es más lista que tú. (iStock)

Todos hemos escuchado algún chiste sobre rubias en el que no salen muy bien paradas: son tontas, superficiales y sólo les preocupa su belleza. Se trata, claro, de un estereotipo. Pero como todas las ideas comúnmente aceptadas por una sociedad, tiene implicaciones en el mundo real. Y, aunque se trata de un lugar común más poderoso en las mujeres, afecta también a los hombres.

Como explica la profesora de 'management' de la Universidad de Tennessee Margaret B. Takeda en un estudio publicado en la revista 'Equal Opportunities International', el estereotipo que arrastran las personas rubias afecta a su progresión laboral y su movilidad social.

Basta echar un vistazo a los Consejos de Administración de las empresas del Fortune 500 para comprobar que el 92% de los CEO tienen el pelo marrón o negro. Sólo el 2,2% son rubios –el 3,4% restante son pelirrojos–, un porcentaje que no se corresponde ni de lejos con la proporción de rubios naturales de EEUU que se sitúa en torno al 25%. De entre las ocho mujeres CEO solo una es rubia.

“El mito de los rubios tontos no es un mito”, explica Takeda en el estudio. “La percepción se convierte en realidad y el patrón se perpetúa”. Pero, más allá del estereotipo ¿cuál es la inteligencia real de las personas según el color de pelo? Es la pregunta que ha tratado de contestar un nuevo estudio que ha llegado a conclusiones sorprendentes: los rubios no solo no son tontos, son ligeramente más inteligentes.

Un mito injustificado

El investigador de la Universidad Estatal de Ohio Jay Zagorsky ha revisado los datos de 10.878 americanos para comprobar que las mujeres cuyo color de pelo natural es rubio tienen, de media, un cociente intelectual tres puntos más alto que las mujeres con otros colores de pelo. Se trata de una diferencia insignificante en términos estadísticos pero, como asegura Zagorsky, “este estudio proporciona evidencia convincente de que no debe haber ningún tipo de discriminación contra las rubias en función de su inteligencia”.

Las mujeres rubias tenían de media un CI de 103,2, comparado con un 102,7 de las mujeres con pelo marrón y un 100,5 de las que tenían el pelo negro

El estudio, que ha sido publicado en la revista 'Economics Bulletin', ha recabado la información estadística del National Longitudinal Survey of Youth 1979, elaborado con personas que tenían entre 14 y 21 años la primera vez que fueron entrevistadas. En 1980 los participantes tuvieron que enfrentarse a la prueba estandarizada que usan las Fuerzas Armadas de EEUU para determinar la inteligencia de todos sus reclutas. Cinco años más tarde, en una nueva oleada del estudio, tuvieron que dar detalles sobre su color natural de pelo.

Tras cruzar todos los datos –y eliminar a los afroamericanos e hispanos del estudio para evitar la influencia de diferencias étnicas–, resultó que las mujeres rubias tenían de media un CI de 103,2, comparado con un 102,7 de las mujeres con pelo marrón, un 101,2 de las pelirrojas y un 100,5 de las que tenían el pelo negro. Los hombres rubios registraron también CI similares a los de sus compañeros con otros colores de pelo.

“No creo que podamos decir que las rubias son más listas, pero desde luego podemos afirmar que no son más tontas”, explica Zagorsky. El investigador cree que la pequeña diferencia en el CI se debe a que, quizás, las personas rubias, al menos en EEUU, crecen en casas en las que hay disponible más material de lectura. “Si tienen una pequeña ventaja, se puede deber sencillamente a que son más proclives a crecer en hogares en los que la estimulación intelectual es mayor”, explica el investigador.

El gran 'hit' de Dolly Parton de 1967, 'Dumb Blonde'.

Rompiendo con el estereotipo

Podemos creer que el mito de la “rubia tonta” tiene un origen relativamente reciente, asociado a actrices de Hollywood como Marilyn Monroe o Jayne Mansfield que, incluso, explotaron esta imagen. Sin embargo, como explica la actriz y escritora Paula Yates en su libro 'Blondes' el prejuicio contra las rubias puede tener un origen mucho más antiguo.

El dramaturgo griego Menandro (342 a.C – 292 a.C) usaba a las rubias en sus comedias para representar prácticamente los mismos papeles estereotipados de hoy en día. “Ninguna mujer casta debe teñirse el pelo de rubio”, afirmaba en un poema. El mito estaba tan arraigado que las prostitutas de la Antigua Roma se teñían el pelo de rubio para indicar cuál era su profesión. Lo mismo ocurre con el mito de las mujeres pelirrojas, consideradas temperamentales y frías, cuando no directamente perturbadas desde tiempos inmemoriales.

Estos estereotipos no tendrían mayor importancia hoy en día si se limitaran al ámbito de la representación, el problema es que están tan arraigados en el inconsciente colectivo que, por mucho que sepamos que no responden a una realidad, los aplicamos casi sin darnos cuenta. Si pensamos que todas las rubias, sobre todo aquellas más atractivas, son superficiales y algo lerdas, este prejuicio pesará sobre nosotros incluso antes de conocer a la persona e influirá en la primera imagen que tengamos de ellas. Una primera impresión que, como sabemos es esencial, por ejemplo, para encontrar trabajo.

“Los estereotipos con mucha frecuencia tienen impacto en la contratación, las promociones y otras experiencias sociales”, explica Zagorsky. Así que, visto lo visto, deberíamos hacer un esfuerzo para no juzgar a las personas rubias antes de conocerlas. Igual te llevas una sorpresa y sí saben cambiar una bombilla.

Todos hemos escuchado algún chiste sobre rubias en el que no salen muy bien paradas: son tontas, superficiales y sólo les preocupa su belleza. Se trata, claro, de un estereotipo. Pero como todas las ideas comúnmente aceptadas por una sociedad, tiene implicaciones en el mundo real. Y, aunque se trata de un lugar común más poderoso en las mujeres, afecta también a los hombres.

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