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El mundo del 30/70: un estudio retrata el futuro que espera a Occidente
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LA ERA DE LA ECONOMÍA DUAL

El mundo del 30/70: un estudio retrata el futuro que espera a Occidente

Peter Temin, economista del MIT, ha descrito en una investigación quiénes van a ser los ganadores y quiénes los perdedores de nuestra sociedades. Y no es nada esperanzador

Foto: ¿Un ejemplo de lo que le espera a la clase media? (iStock)
¿Un ejemplo de lo que le espera a la clase media? (iStock)

Hay claros signos de recuperación económica. El mercado de trabajo se está activando para los puestos directivos, hay mayor inversión de las empresas, que comienzan a mirar más allá de la mera supervivencia y a planificar los años venideros, que se esperan decisivos. Los fantasmas de la crisis parecen haber pasado, y a pesar de que continúan existiendo algunas voces que señalan que la próxima gran recesión está a la vuelta de la esquina, lo cierto es que casi todo el mundo coincide en que hay señales reales para la esperanza. Es cierto que la mejora en los indicadores económicos todavía no ha encontrado una traducción en términos de la economía real, por ejemplo en el descenso continuado de las cifras de paro, pero se suele argumentar, como hace el Gobierno, que una vez que se han realizado los deberes, la mejoría en los bolsillos de los ciudadanos no tardará en llegar.

Un 30% de la población, la que trabaja en finanzas, tecnología y electrónica, cuenta y contará con grandes opciones y posibilidades

O quizá no. Como señala Peter Temin, economista e historiador del Massachusetts Institute of Technology (MIT), en un reciente estudio realizado para el Institute of New Economic Thinking, es probable que esos efectos nunca se trasladen a la mayoría de la gente. Estamos inmersos en una economía dual en la que un 30% de la población, la que trabaja en finanzas, tecnología y electrónica, cuenta con grandes opciones y posibilidades, mientras que el 70% restante está abocado a los bajos salarios y a una economía de supervivencia, de la que sus hijos tienen pocas esperanzas de escapar. Lo que Temin señala no es un escenario futuro, sino una descripción del presente: si un estudio del Pew Research Center alertaba del enorme adelgazamiento de la clase media estadounidense, la investigación de Temin apunta a que el mismo término "clase media" pierda su sentido en la economía dual en que vivimos.

Pueden ir a cualquier parte y les irá bien. Les fue bien durante la crisis de 2008 y piensan que van a sobrevivir a cualquier cosa

Temin utiliza en su estudio el modelo teórico inventado por el economista antillano Arthur Lewis, ganador del Premio Nobel de Economía, un marco pensado para describir a los países en desarrollo, donde existía un sector de subsistencia, fundamentalmente rural y con bajos ingresos, y un sector urbano y capitalista en expansión. Temin señala que ese esquema está vigente hoy, pero trazado alrededor de una nueva brecha, la del mundo de las finanzas, la tecnología y la electrónica (FET), y el resto de la población. Y con un añadido: del mismo modo que se pensaba que la nueva economía urbana podría recoger el exceso proveniente del mundo rural, hoy sabemos que los nuevos sectores tecnológicos y financieros no sólo no serán capaces de crear los mismos trabajos que destruirán, sino que es probable que restrinjan el número de puestos disponibles, merced a la inteligencia artificial, el software, la robótica y la sistematización de las tareas. De modo que, señala Temin, esa desigualdad en la que las capas altas concentrarán los ingresos y las bajas vivirán en el estancamiento o el descenso de los salarios en los estratos menos favorecidos, no hará más que acentuarse en el futuro.

“Están nerviosos”

Esa misma brecha, advierte en una entrevista publicada en el blog del Institute for New Economic Thinking, ocurre dentro de las FET, cuyas capas superiores “se sienten ciudadanos del mundo. Pueden ir a cualquier parte y les irá bien. Les fue bien durante la crisis de 2008 y piensan que van a sobrevivir a cualquier cosa”. Sin embargo, los que están en el extremo inferior de las finanzas, de la tecnología y de la electrónica, viven las mismas ansiedades que el resto de la población desfavorecida, “y están preocupados porque la globalización les obligará a descender al sector de salarios bajos. Están nerviosos por lo que va a pasar con ellos y con sus hijos”.

La tendencia hacia la economía dual está teniendo lugar desde hace una generación y está muy bien arraigada

Estas tensiones están teniendo reflejo en la política, en la medida en que han surgido una serie de líderes nuevos que están oponiéndose a las medidas económicas que fomentan la desigualdad. Sin embargo, advierte Temin, su capacidad de variar el rumbo es muy limitada. “Hay una serie de acciones políticas respecto del salario mínimo o sobre la ayuda a los estudiantes en una escuela pública que pueden ser útiles, pero que no van a afectar a la estructura de la economía, ya que se requiere un esfuerzo político concertado para tratar de cambiar la naturaleza de ésta. La tendencia hacia la economía dual está teniendo lugar desde hace una generación y está bastante bien arraigada. Lo que quiere hacer Bernie Sanders, por ejemplo, que habla de una revolución en EEUU, es muy limitado si de lo que se trata es de deshacerse de esta economía dual”. El mundo ha cambiado radicalmente, de modo que es probable que las soluciones que miran al pasado no sean efectivas, pero tampoco parecemos tener a mano recetas que miren al futuro. Y lo que es peor, quizá tampoco haya voluntad de frenar esta tendencia.

Hay claros signos de recuperación económica. El mercado de trabajo se está activando para los puestos directivos, hay mayor inversión de las empresas, que comienzan a mirar más allá de la mera supervivencia y a planificar los años venideros, que se esperan decisivos. Los fantasmas de la crisis parecen haber pasado, y a pesar de que continúan existiendo algunas voces que señalan que la próxima gran recesión está a la vuelta de la esquina, lo cierto es que casi todo el mundo coincide en que hay señales reales para la esperanza. Es cierto que la mejora en los indicadores económicos todavía no ha encontrado una traducción en términos de la economía real, por ejemplo en el descenso continuado de las cifras de paro, pero se suele argumentar, como hace el Gobierno, que una vez que se han realizado los deberes, la mejoría en los bolsillos de los ciudadanos no tardará en llegar.

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