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La razón por la que estalló la I Guerra Mundial: una nueva lectura de la Historia
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¿Y SI TODO APUNTARA A RUSIA?

La razón por la que estalló la I Guerra Mundial: una nueva lectura de la Historia

Los motivos por los que los grandes imperios de la época entraron en un conflicto de proporciones nunca vistas son muy complejos, pero ¿cuál fue la gota que colmó el vaso?

Foto:  Tropas otomanas en el frente de Gaza, en 1917. (Library of Congress)
Tropas otomanas en el frente de Gaza, en 1917. (Library of Congress)

A todos nos explicaron en clase de Historia que la Primera Guerra Mundial comenzó cuando el 28 de junio de 1914, cuando cayó asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono del Imperio austrohúngaro, en manos de Gavrilo Princip, un nacionalista serbio. El suceso llevó a Austria-Hungria a dar un ultimátum al reino de Serbia, lo que desató una crisis diplomática en que se activaron todas las alianzas militares que se habían formado en las décadas anteriores.

En solo unas semanas, todas las grandes potencias europeas estaban en guerra: nueve millones de personas perdieron la vida, en el considerado quinto conflicto más mortífero de la historia de la Humanidad.

Pero, claro está, las razones por las que los grandes imperios de la época entraron en una guerra de proporciones nunca vistas son mucho más complejas. Es obvio que Francia quería recuperar Alsacia y Lorena de Alemania, que vivía una situación diplomática comprometida, y tanto el Imperio austrohúngaro como el Imperio ruso mantenían conflictos con el Imperio otomano; pero ninguno de estos roces parece justificar por sí solo el estallido de tamaña carnicería y, un siglo después, los historiadores siguen debatiendo sobre qué nación fue en realidad la que acabó metiendo a toda Europa en guerra.

Después de librar dos desastrosas guerras, contra Italia y contra los países balcánicos, los turcos se estaban armando hasta los dientes

Una de las tesis que más difusión han tenido últimamente es la que expone Sean McMeekin, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Bilkent en Turquía, en su libro, de explícito título, 'The Russian Origins of the First World War' (The Belknap Press). En su opinión, uno de los principales detonantes del conflicto -si no el más significativo- fue el deseo de Rusia de acabar con el Imperio otomano, para así tener acceso desde sus puertos en el Mar Negro a las aguas abiertas del Mediterráneo, algo que solo podía lograr provocando una guerra a gran escala, que pusiera a Francia y Reino Unido a su favor.

La teoría de los cinco acorazados turcos

No es ningún secreto que la conquista de Estambul estaba en los planes de los zares desde hacía mucho tiempo, pero ¿por qué intentarlo en 1914? Rusia iba con retraso en la carrera armamentística que se estaba librando en Europa. En 1912 y 1913, Alemania infló sin mesura su presupuesto militar, y logró grandes avances, Rusia, sin embargo, no planeaba completar su plan de expansión militar hasta 1917. Quizá lo que le convenía al Gobiero del zar era esperar, y, en todo caso, que se pelearan otros.

Pero McMeekin cree que Rusia no pudo (o no supo) dilatar su decisión, pues se sintió acosada política, diplomática y, sobre todo, militarmente, en el crucial escenario del Mar Negro. Después de librar dos desastrosas guerras, en 1911 contra Italia y, al año siguiente, contra los países balcánicos, los turcos se estaban armando hasta los dientes, algo que amenazaba la hegemonía rusa sobre el Mar Negro y, por tanto, su proyecto de hacerse finalmente con el control del Bósforo.

En concreto, asegura el historiador, Turquía había encargado a Gran Bretaña la construcción de dos nuevos acorazados y había comprado otros tres a dos gobiernos latinoamericanos, Chile y Argentina, que querían deshacerse de ellos. Rusia, consciente de que, en enero de 1914, la Sublime Puerta esperaba ya la llegada de cinco grandes navíos, forzó el estallido del conflicto, para hacerse con el control del Mar Negro antes de que Turquía contara con una flota más poderosa que la suya.

McMeekin apunta, además, que Gran Bretaña, que era aliada de Rusia en la Triple Entente, le hizo la cama a los turcos, negándose a cancelar la venta de los acorazados, con el argumento de que se trataba solo de un asunto comercial que no era de su incumbencia. Para entendernos, y hablando de un conflicto más actual, es como si Reino Unido le hubiera vendido armamento nuclear a la Unión Soviética en plena Guerra Fría, pese a su alianza con EEUU.

Mejor culpar a Alemania

¿Debemos creer la tesis de McMeekin? En opinión del historiador británico Mattew S. Seligmann, profesor de la Universidad Brunel, de ninguna manera. Como explica en un estudio publicado recientemente en la revista 'War in History', Turquía nunca tuvo (ni esperaba tener a corto plazo) una flota superior a la rusa en el Mar Negro.

Seligmann explica que, entre 1913 y 1914, Turquía no logró hacerse con ningún acorazado, y solo contaba con el compromiso de obtener dos de estos navíos. Uno, el 'Reşadiye', encargado a Gran Bretaña en 1911, y otro que, originalmente, había encargado Brasil a los ingleses, pero se cedió a los turcos. Ninguno llegó a manos otomanas antes de comenzar la guerra, y sirvieron, de hecho, en la flota británica. Cierto es que hubo rumores de la intención de la Puerta Sublime de comprar, además, varias embarcaciones de guerra a Chile y Argentina, algo que tenía muy preocupada a Rusia, pero sus planes, valga el juego de palabras, nunca llegaron a buen puerto.

La principal preocupación de Reino Unido era mantener a los alemanes alejados de la armada turca

En su artículo, Seligmann trata también de defender el papel que jugó su país en el estallido del conflicto. En su opinión, Reino Unido fue un fiel aliado de Rusia, y no le hacía ninguna gracia vender acorazados a Turquía, pero lo hizo por una sencilla razón: para mantener cierta influencia sobre su armada y que no ocurriera lo que pasó con su ejército, que había sido entrenado por alemanes y era fuertemente germanófilo.

Según el historiador británico, que ha revisado los documentos diplomáticos de su país durante estos días decisivos, la principal preocupación del Gobierno británico era mantener a los alemanes alejados de la armada turca, algo que era imposible de lograr si se negaban a vender acorazados al sultanato, máxime cuando los alemanes les estaban vendiendo sus embarcaciones obsoletas a precio de saldo.

Cuando estalló la guerra a nivel mundial, en agosto de 1914, Rusia no hizo nada por incluir al Imperio otomano en el conflicto, asegura Seligmann, pero no tuvo más remedio que entrar en guerra cuando los turcos, empujados por los alemanes (que, además, les vendieron barato un crucero de batalla), llamaron a su puerta.

Ha pasado un siglo desde el conflicto, pero la guerra sigue abierta entre historiadores.

A todos nos explicaron en clase de Historia que la Primera Guerra Mundial comenzó cuando el 28 de junio de 1914, cuando cayó asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono del Imperio austrohúngaro, en manos de Gavrilo Princip, un nacionalista serbio. El suceso llevó a Austria-Hungria a dar un ultimátum al reino de Serbia, lo que desató una crisis diplomática en que se activaron todas las alianzas militares que se habían formado en las décadas anteriores.

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