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Por qué los pechos importan tanto (para tu salud y para los demás)
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Por qué los pechos importan tanto (para tu salud y para los demás)

Quería saber con qué alimentaba realmente a su bebé y lo que descubrió le obligó a replantearse su vida. Ahora busca respuestas al origen de muchas toxinas que dañan nuestro cuerpo

Foto: El pecho sufre muchos cambios a lo largo de la vida. (iStock)
El pecho sufre muchos cambios a lo largo de la vida. (iStock)

Dice Florence Williams que los pechos de las mujeres sufren muchos cambios hormonales a lo largo de la vida; desde la tierna edad en la que niños y niñas tienen senos indiferenciados a la revolución de estrógenos de la pubertad, pasando, sobre todo, por el embarazo y más tarde la menopausia. Porque los senos están, en más de un sentido, conectados al mundo a través de los receptores de estrógenos y, por ello, a merced de las numerosas sustancias contaminantes de nuestro medioambiente, incluido aquello que comemos.

En una entrevista concedida a 'Yes! Magazine', esta madre y periodista explica cómo descubrió, mientras amamantaba a su hija, que poco a poco también la estaba envenenando, lo que la llevó a realizar una investigación cuyos resultados publicó en el libro 'Breast: A Natural and Unnatural History' (WW Norton & Company, 2012).

Imaginen a un bebé agarrado al pecho de su madre, la leche goteando por la comisura de la pequeña boca; ahora vuelvan a pensar en esta imagen a la luz de un microscopio, como hizo Florence, quien examinó su propia leche para saber con qué estaba alimentando a su hija. Y lo que encontró fue ftalato, un compuesto químico empleado como plastificador; triclosán; un agente antibacteriano que forma parte de geles y jabones, y bisfenol A, una toxina que se encuentra en el plástico y de cuyo peligro para la salud, sobre todo en fetos y bebés, se advirtió ya en los años 30. Y todas estas sustancias se encuentran en productos comunes, que un adulto consume y un recién nacido también, solo que de forma indirecta. “Hay algunos de estos químicos que se pueden testar fácilmente con pruebas de orina, pero quisimos ir un poco más allá y analizar otras sustancias. Así que nos ofrecimos mi hija y yo para participar en el experimento”, explica.

Tanto fabricantes como los gobiernos deberían controlar la cantidad de componentes nocivos de los productos del supermercado

Las pruebas que se llevaron a cabo en un instituto sin ánimo de lucro de Boston, Silent Spring Institut, no solo se limitaron a examinar los tóxicos presentes en sus organismos que, por cierto, superaban los niveles generales de Estados Unidos en algunas sustancias, sino que se propusieron hallar una “dieta de desintoxicación” para reducir la exposición de madres e hijos a los contaminantes. “Con algunos químicos como el bisfenol A es bastante sencillo, pero no tanto con otros como el ftalato, ya que no sabemos a ciencia cierta de dónde vienen”, sostiene, y añade que tanto el gobierno como los fabricantes deberían tomar conciencia de la presencia de estas sustancias en el mercado y, por ende, en nuestras vidas.

El cáncer de mama

Pero, entonces, ¿basta con evitar determinados jabones y champús? “Nuestros cuerpos metabolizan muy rápido las toxinas –en más o menos 24 horas–. Sin embargo, hay un tipo de sustancias bioacumulables en nuestra grasa que solo se pueden identificar mediante una muestra de sangre o leche materna. Cuando la analizamos, encontramos altos niveles de productos inflamables ,que están presentes en el tapizado de los muebles o en ordenadores y otros productos de electrónica”. Asimismo, estas sustancias interfieren en la hormona de la tiroides, que regula funciones corporales, desde el metabolismo al neurodesarrollo.

Aunque la sociedad está cambiando, cánceres como el de mama en hombres están directamente relacionados con la contaminación

Una de las grandes epidemias de nuestro siglo, el cáncer de mama, tiene que ver no solo con la herencia genética, sino también con la contaminación ambiental. De hecho, el cáncer de mama masculino guarda una relación directa, de acuerdo a los científicos, con la polución y el consumo de tóxicos; aunque en el caso de las mujeres, dada la gran cantidad de cambios biológicos que sufren durante la vida, es mucho más difícil de comprobar. Respecto al primero, Florence Williams recuerda lo sucedido en la Base de Marines de Camp Lejeune, en Carolina del Norte, donde se produjeron casos de cáncer de mama en hombres jóvenes –de entre veinte y cuarenta años– por beber agua contaminada.

Si bien es cierto, declara, se están operando cambios políticos que repercuten en nuestros propios cuerpos y hay una mayor conciencia sobre el derecho a amamantar en lugares públicos, todavía queda mucho camino por recorrer.

Dice Florence Williams que los pechos de las mujeres sufren muchos cambios hormonales a lo largo de la vida; desde la tierna edad en la que niños y niñas tienen senos indiferenciados a la revolución de estrógenos de la pubertad, pasando, sobre todo, por el embarazo y más tarde la menopausia. Porque los senos están, en más de un sentido, conectados al mundo a través de los receptores de estrógenos y, por ello, a merced de las numerosas sustancias contaminantes de nuestro medioambiente, incluido aquello que comemos.

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