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Lo dijo Google y se suman las consultoras: el expediente académico no sirve para nada
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Lo dijo Google y se suman las consultoras: el expediente académico no sirve para nada

Se terminaron los tiempos en los que las Matrículas de Honor o un currículo enviado al azar podían conseguirnos trabajo. Ahora a quién conoces y cuáles son tus habilidades es mucho más importante

Foto: Aquí es donde terminan los currículos. (iStock)
Aquí es donde terminan los currículos. (iStock)

Es evidente que en los últimos años la actitud de las empresas hacia las contrataciones ha experimentado un cambio de 180 grados. Durante mucho tiempo, especialmente cuando el acceso a la educación superior no se había generalizado, la formación académica era imprescindible si se quería encontrar trabajo. En ella había un elemento esencial que permitía diferenciar a unos estudiantes de otros, aunque tuviesen el mismo título: el expediente académico. Sin embargo, este cada vez es menos importante, hasta el punto de que podía considerarse casi irrelevante.

Ya lo avisaba el vicepresidente de recursos humanos de Google, Laszlo Bock: “una de las cosas que hemos aprendido tras analizar todos los datos de nuestro proceso de selección es que el expediente académico y la puntuación de los candidatos en los tests son inútiles como criterio de contratación”.

No hemos encontrado ninguna evidencia para concluir que el éxito en la educación superior esté relacionado con el éxito en la profesión

Pero no es la única gran empresa que ha adoptado dicha filosofía: como explica Pathik Pathak, director del Social Impacto Lab y profesor de la Universidad de Southampton en 'The Conversation', consultoras internacionales como Ernst and Young, Pricewaterhouse o Deloitte han dejado de fijarse en las notas de los candidatos para establecer sus propios criterios que, por lo general, tienen que ver con habilidades blandas como “la creatividad, la innovación, la resiliencia, los conocimientos tecnológicos o el ingenio”.

Ernst & Young, por ejemplo, desveló el pasado verano que eliminaría los criterios académicos a la hora de cribar potenciales empleados. A cambio, establecía un nuevo criterio basado en tests numéricos y evaluaciones “fuertes”. Como señalaba la responsable de contratación de la compañía, Maggie Stilwell, “no hemos encontrado ninguna evidencia para concluir que el éxito previo en la educación superior esté relacionado con el éxito futuro en las cualificaciones profesionales”.

No es la única consultora: otras como Deloitte, Pricewaterhouse o KPMG, como señala un reportaje publicado en 'Financial Times', han revisado sus procesos de contratación, por lo general sustituyendo la mera ponderación del currículo por pruebas que se realizan de manera 'online' o presencial. En algunos casos, como ocurre con Deloitte, los entrevistadores de personal no conocen la trayectoria educativa de los candidatos para evitar favoritismos. A la hora de evaluar los currículos, las notas se valoran en función de los orígenes económicos y las circunstancias personales del candidato, y por lo tanto, vale más un notable en una universidad donde la media se encuentra en el aprobado que un sobresaliente donde las notas sean mucho más altas.

El proceso de contratación en Pricewaterhouse, por ejemplo, es el siguiente: en el primer formulario rellenado por el candidato se eliminan automáticamente 40.000 candidatos, la mayor criba; a esta le siguen exámenes de razonamiento lógico y un cuestionario personal, seguido por una entrevista telefónica, una dinámica de grupo, la entrevista con un compañero y, finalmente, la oferta. Un largo proceso en el que las notas académicas tan sólo suponen un pequeño porcentaje del proceso.

Un número no dice nada de ti

Parece tristemente real: aquellos que se esfuerzan en obtener buenas notas no suelen ser los que encuentran empleo más rápido ni los que ocupan un mejor puesto a la larga. Por ello, muchos dejan de centrarse en las clases para dedicar su tiempo a otras labores; en muchos casos, actividades extracurriculares. Ahí es donde surge la controversia, señala Pathak, pues según sus investigaciones, estas juegan un papel importante a la hora de encontrar trabajo, aunque la Global Employability University Survey publicada a finales de 2015 parece señalar lo opuesto.

Los estudiantes están empezando a discernir entre las actividades extracurriculares que dan un empujón a su empleabilidad y las que no

De lo que cabe poca duda es que, para los 150 estudiantes a los que el equipo de Pathak ha preguntado, es mucho más importante para su empleabilidad futura las actividades extracurriculares que sus estudios. ¿Por qué? Ante todo, porque lo que buscan la mayor parte de responsables de recursos humanos es eso tan difícil de reflejar en unas notas académicas: “Más de la mitad de todos los empleadores europeos citan habilidades específicas, que incluyen la innovación, el liderazgo, la red y el diseño, como los factores más importantes en sus procesos de contratación”.

Son estas habilidades las que precisamente se desarrollan en las actividades de fuera de la universidad; las que, en teoría, tienen una mayor vinculación con el mundo real y que, por lo general, las empresas consideran que los recién graduados carecen. “Son las mismas que protegerán a los graduados de la naturaleza cambiante del trabajo cualificado”, explica Pathak.

Y tú, ¿de quién eres?

Como explica el experto en búsqueda de empleo, no se debe únicamente a aquello que se aprende y que añade un poco de valor respecto a los incompletos currículos convencionales de las universidades, sino también a otros factores en apariencia secundarios… como hacer contactos. Algo que, como explicábamos, tiene mucho que ver con la manera en que los hijos de la élite consiguen los mejores trabajos: “Participar en actividades relacionadas con la élite y en actividades extracurriculares prestigiosas son importantes puntos a favor a la hora de juzgar un currículo, así como ofrecer en la entrevista 'historias, experiencias y actividades' que encajen en la definición del éxito de las clases altas”.

“Las actividades extracurriculares también ofrecen a los estudiantes la oportunidad de desarrollar sus redes profesionales”, añade Pathak. En muchos casos, la clave a la hora de encontrar trabajo no es tener mayores conocimientos que los compañeros, aficiones únicas o un perfil determinado, sino simplemente, estar en el lugar adecuado en el momento preciso: “En una era en el que el método de enviar currículos a lo 'enviar y rezar' está obsoleto, movilizar las redes con conocimiento de causa es tan crítico como ser capaces de demostrar un conocimiento relevante y habilidades”.

De ahí que, por ejemplo, muchos estudiantes se estén decidiendo por apuntarse a comunidades de apoyo local, ecologista o social, no sólo por convicción sino también por tender puentes: “Parte del crecimiento de estas sociedades debería ser atribuido al aumento de la consciencia social y medioambiental entre los estudiantes, pero también hay pistas cada vez más claras de que los estudiantes toman decisiones estratégicas sobre cómo utilizar su tiempo libre fuera del aprendizaje formal”.

En una era en la que el método de enviar currículos a ciegas está obsoleto, movilizar las redes es de radical importancia

“Los estudiantes están empezando a discernir entre las actividades extracurriculares que dan un empujón a su empleabilidad –generalmente desarrollando habilidades blandas o exponiéndolos a nuevas redes– y aquellas que no”, añade Pathak. Así visto, no cabe duda de que suena, cuando menos, un tanto interesado, puesto que convierte aquellas actividades en teoría pensadas para el desarrollo personal y el apoyo a la comunidad en mero campo de juegos para hacer contactos. Es la laboralización de todo aspecto de la experiencia humana: una afición es buena si nos ayuda a conseguir trabajo, por lo que, si no lo hace, es que estamos malgastando nuestro tiempo y, en definitiva, es culpa nuestra si no hemos sabido mover los hilos adecuados.

El rol de la universidad

Si en el discurso del experto laboral hay una sutil aceptación del “todo vale” a la hora de conseguir trabajo como una competición en la que el mérito no siempre es lo más importante (¿no son al fin y al cabo las notas académicas más objetivas que las habilidades blandas, mucho más abiertas a interpretación?), el síntoma más claro es su opinión acerca del papel que debe jugar la universidaden todo ello: “Para nivelar el campo, las universidades deberían hacer que el desarrollo de las habilidades blandas y la construcción de redes sean parte del currículo”. Aunque Pathak asegura que hay“formas no invasivas y amistosas”, la pregunta es evidente: ¿es esta la única manera de que la universidad satisfaga las demandas laborales de los estudiantes, aunque ello le lleve a renunciar a lo que durante siglos ha sido su esencia?

Es evidente que en los últimos años la actitud de las empresas hacia las contrataciones ha experimentado un cambio de 180 grados. Durante mucho tiempo, especialmente cuando el acceso a la educación superior no se había generalizado, la formación académica era imprescindible si se quería encontrar trabajo. En ella había un elemento esencial que permitía diferenciar a unos estudiantes de otros, aunque tuviesen el mismo título: el expediente académico. Sin embargo, este cada vez es menos importante, hasta el punto de que podía considerarse casi irrelevante.

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