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Por qué fracasan los estudiantes en España, según el último informe PISA
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Por qué fracasan los estudiantes en España, según el último informe PISA

Aunque aún nos queda mucho por hacer (entre ello, revertir la tendencia negativa), nuestra puntuación respecto a los estudiantes de bajo rendimiento se encuentra en la media de la OCDE

Foto: ¿Qué separa a aquellos estudiantes que salen adelantes de los que no lo hacen? (iStock)
¿Qué separa a aquellos estudiantes que salen adelantes de los que no lo hacen? (iStock)

A los españoles nos tiemblan las piernas cada vez que la OCDE publica un nuevo informe PISA, ya que sospechamos que no vamos a salir muy bien parado. No hay que temer al que acaba de ver la luz, y que se centra en los estudiantes de bajo rendimiento. Aunque no podemos presumir demasiado (en términos generales, el fracaso escolar, es decir, el abandono de los estudios antes de finalizar la educación secundaria superior, sigue encontrándose en el 24%), en términos relativos nos encontramos en la media de la OCDE, al menos en matemáticas, lectura y ciencia.

Como señala el informe, nos encontramos tan sólo un poco por debajo de la media e inmediatamente por encima de de Rusia, Luxemburgo, Italia, Portugal, Estados Unidos, Lituania y Suecia. Indonesia es el país, seguido por Perú y Colombia, donde un mayor porcentaje de estudiantes son clasificados como de bajo rendimiento. Al otro lado del espectro, Shanghai, seguido por Singapur, Hong Kong y Corea –el clásico Finlandia se encuentra en una digna octava posición– pueden presumir de un menor porcentaje de lo que algunos calificarían de “malos estudiantes”.

En España, más de 95.000 estudiantes de 15 años tuvieron un rendimiento bajo en matemáticas

¿Qué se entiende como “estudiante de bajo rendimiento”? Básicamente, son aquellos que no alcanzan el nivel 2 en las pruebas de matemáticas, lectura y ciencia, el “considerado como el nivel básico de conocimiento que se requiere para participar plenamente en una sociedad moderna”. Por lo general, pueden responder preguntas sencillas, “pero no pueden enfrentarse a la resolución de problemas que requieran razonamientos complejos”.

“Demasiados estudiantes en todo el mundo están atrapados en un círculo vicioso de pobre rendimiento y desmotivación que sólo conduce a resultados aún peores y la desvinculación de la escuela”, señala en la introducción Andres Schleicher, director de Educación y Habilidades de la OCDE. Y los datos son alarmantes, porque incluso en los países más desarrollados uno de cada cuatro de los estudiantes no termina los estudios obligatorios. No se trata únicamente de una cuestión de inversión económica, recuerda Schleicher, sino que “es la política y la práctica educativa lo que puede ayudar a los estudiantes a eliminar este límite”. El director se atreve a ir aún más allá y asegurar que “el rendimiento económico que se echa perder a causa de las malas políticas y prácticas educativas deja a muchos países en lo que parece un permanente estado de recesión económica”.

La barrera social en España

Como es habitual en todos los informes de PISA, cada país es analizado en detalle. En España, más de 95.000 estudiantes de 15 años tuvieron un rendimiento bajo en matemáticas, de los cuales, 42.000 se vieron con problemas en las tres asignaturas que el informe detalla. Más alarmante que los datos absolutos es el aumento de un punto porcentual entre 2003 y el 2012 en España; en otras palabras, retrocedemos en aquello que en teoría deberíamos haber mejorado (y que resulta aún más paradójico en cuanto que en dicha época se vivieron dos gobiernos socialistas, cuya política se centra en la equidad educativa).

Lo más revelador del informe es, no obstante, los factores que determinan por qué fracasan los estudiantes españoles. No tanto porque resulten sorprendentes, sino porque nos permiten entender las diferencias que hay entre nuestra realidad social y la de otros países desarrollados. En España, los estudiantes con más papeletas para tener un bajo rendimiento en matemáticas son las chicas, los estudiantes socioeconómicamente desfavorecidos, los inmigrantes, los que han repetido curso y aquellos que están matriculados en un PCPI (los Programas de Cualificación Profesional Inicial que recoge a los estudiantes que no han sido capaces de aprobar la ESO).

Llama la atención que en este grupo aparecen también los que no han recibido educación preescolar. Como señalaba el Panorama de la Educación, el informe inmediatamente anterior publicado por la OCDE, “los alumnos de quince años que cursaron al menos un año de Educación Infantil obtienen mejores resultados en el PISA que los que no lo hicieron”. Además, el informe tira levemente de las orejas a nuestro país por su política de repeticiones de curso: “Los países en los que es generalizada, incluidos Bélgica, Luxemburgo, Portugal y España, deberían replantear su política”. Los estudiantes repetidores tienen una probabilidad 8,4 mayor de tener un bajo rendimiento que los que nunca lo han hecho.

Los estudiantes –incluso los de bajo rendimiento– pasan mucho tiempo haciendo deberes : 4,7 horas de media a la semana frente a las 3,5 de la OCDE

Además, un 43% de los estudiantes de bajo rendimiento en matemáticas perdieron un día entero de colegio al menos en una ocasión (frente a una media de la OCDE del 23%), un dato que el informe señala que es “uno de llos porcentajes más altos de entre todos los países y economías” y que señala al absentismo escolar como un factor que no deberíamos perder de vista. Y, como señalábamos en un artículo previo, los estudiantes –incluso los de bajo rendimiento– pasan mucho tiempo haciendo deberes pero eso no sirve para demasiado: 4,7 horas de media a la semana frente a las 3,5 de la OCDE.

Después del diagnóstico, la receta

El informe no sólo señala los problemas que sufre la educación española, sino que también sugiere una serie de soluciones. Para empezar, una lección: “Todos los países pueden mejorar el rendimiento de sus estudiantes, siempre y cuando exista la voluntad de poner en práctica las políticas educativas adecuadas”. La OCDE señala a países como Brasil, Alemania, Italia, México, Polonia, Portugal, Rusia, Túnez o Turquía como ejemplos de países en los que el número de estudiantes de bajo rendimiento se ha reducido, a pesar de que sus niveles de inversión han sido muy diferentes. Por ello propone once recetas que son comunes a todos los países:

  • Desmantelar las múltiples barreras de aprendizaje.
  • Crear un entorno de aprendizaje en las escuelas que sea exigente y ofrezca apoyo a los estudiantes.
  • Ofrecer refuerzo escolar tan pronto como sea posible.
  • Animar a los padres y las comunidades locales a involucrarse en la vida escolar.
  • Inspirar a los estudiantes para que saquen el mayor rendimiento posible a las oportunidades educativas.
  • Identificar a los estudiantes de bajo rendimiento y diseñar una estrategia adecuada a su perfil.
  • Ofrecer refuerzo individualizado a los colegios y las familias desfavorecidas.
  • Ofrecer programas de refuerzo especiales para los estudiantes de origen inmigrante, que hablen una lengua minoritaria o que provengan de zonas rurales.
  • Atacar los estereotipos de género y dar apoyo a las familias monoparentales.
  • Reducir las desigualdades en el acceso a la educación preescolar y limitar la separación de los alumnos por nivel académico.
  • Políticos, profesores, padres y los propios estudiantes tienen un papel importante que jugar.

A los españoles nos tiemblan las piernas cada vez que la OCDE publica un nuevo informe PISA, ya que sospechamos que no vamos a salir muy bien parado. No hay que temer al que acaba de ver la luz, y que se centra en los estudiantes de bajo rendimiento. Aunque no podemos presumir demasiado (en términos generales, el fracaso escolar, es decir, el abandono de los estudios antes de finalizar la educación secundaria superior, sigue encontrándose en el 24%), en términos relativos nos encontramos en la media de la OCDE, al menos en matemáticas, lectura y ciencia.

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