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Por qué correr mucho en la cinta no sirve de nada si quieres perder peso
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Por qué correr mucho en la cinta no sirve de nada si quieres perder peso

Aunque te mates haciendo ejercicio, habrá un momento en que tu cuerpo no queme ni un gramo de grasa. Esta es la respuesta a por qué un ejecutivo y un cazador africano gastan la misma energía

Foto: Tiene un sueño recurrente en el que corre y corre y siempre está en el mismo peso. (iStock)
Tiene un sueño recurrente en el que corre y corre y siempre está en el mismo peso. (iStock)

Los hadzas de Tanzania Central no deben ser más de cuatrocientos; viven sin normas ni horarios y tampoco celebran rituales, ni tan siquiera funerarios. Sus mujeres recolectan frutos y tubérculos que encuentran en el yermo territorio no ambicionado por ningún pueblo vecino; ellos son cazadores, se alimentan de cualquier animal a excepción de las serpientes. El doctor Herman Pontzer, de la Universidad de Nueva York, había pasado un tiempo estudiando a los miembros de esta etnia, las largas distancias que recorrían diariamente en busca de comida, su capacidad para vencer al cansancio y también al hambre, y había averiguado que, pese a encontrarse en situaciones muy diferentes, su gasto energético no distaba mucho del de cualquiera de nosotros, que vivimos una existencia sedentaria, sentados durante horas delante de un ordenador. “Era realmente sorprendente que a pesar de sus altos niveles de actividad su cuerpo consumiera la misma energía que cualquier persona de Estados Unidos o Europa, con un estilo de vida moderno y acomodado”, le explicó Pontzer a 'The Daily Mail'.

Fue este descubrimiento el que le llevó a investigar la relación que existía entre la actividad física y el gasto energético en nuestra vida diaria, revelando en un estudio que ejercicios gimnásticos como correr en una cinta o incluso en la calle no influían en nuestra pérdida de peso a largo plazo, y la clave estaba en nuestro metabolismo.

Nos acostumbramos a todo

Cuando hacemos ejercicio a un nivel muy alto nuestro metabolismo trata de adaptarse para no gastar tanta energía y por eso quemamos menos calorías

“El ejercicio es muy importante para mantener el cuerpo y la mente sanos, y este trabajo no pretende demostrar lo contrario”, advirtió preocupado de que pudiera malinterpretarse el mensaje, pero también incidió en seguir una pauta de alimentación, que a veces tiende a olvidarse con la excusa de que ya vamos al gimnasio y nos podemos permitir algunas (o muchas) licencias.

Pero, ¿cuál es el motivo de que no perdamos peso a pesar de que la pantalla de las cintas esté marcando el número de calorías que quemamos a medida que corremos? Según los expertos, se queman menos calorías porque nuestro cuerpo, sabiamente, trata de ahorrar energía, de conservarla 'por lo que pudiera ocurrir'. En realidad, nuestro organismo es más previsor que nosotros y actúa también de un modo primitivo; como en el caso de los hadza, nunca se sabe cuándo vamos a tener que salir corriendo detrás de una gacela o huyendo de un animal peligroso y Madrid o Barcelona, aunque de asfalto, son también junglas.

Ejercitándote a un ritmo moderado gastamos unas 200 calorías más al día que una persona que no realiza ningún tipo de deporte

Sudar, ¿para qué?

Entonces, ¿por qué me mato en el gimnasio?, dirán algunos. El ejercicio, como enfatiza el médico, es necesario para tener una buena salud y, a menos que seas un deportista de élite, una actividad moderada es mucho más efectiva para perder peso que llevar tu cuerpo al límite.

Según los expertos, mientras que ejercitarse a buen ritmo te ayuda a quemar unas 200 calorías más al día que las personas sedentarias, si nos excedemos nuestro cuerpo debe hacer unos cambios metabólicos para adaptarse a ese esfuerzo y poder sobrellevarlo. Una función que no es exclusiva de los humanos, ya que según otros estudios, los animales salvajes y aquellos que viven en zoológicos gastan el mismo nivel de energía, a pesar de que los primeros desarrollen una mayor actividad de cara a la supervivencia.

Los hadzas de Tanzania Central no deben ser más de cuatrocientos; viven sin normas ni horarios y tampoco celebran rituales, ni tan siquiera funerarios. Sus mujeres recolectan frutos y tubérculos que encuentran en el yermo territorio no ambicionado por ningún pueblo vecino; ellos son cazadores, se alimentan de cualquier animal a excepción de las serpientes. El doctor Herman Pontzer, de la Universidad de Nueva York, había pasado un tiempo estudiando a los miembros de esta etnia, las largas distancias que recorrían diariamente en busca de comida, su capacidad para vencer al cansancio y también al hambre, y había averiguado que, pese a encontrarse en situaciones muy diferentes, su gasto energético no distaba mucho del de cualquiera de nosotros, que vivimos una existencia sedentaria, sentados durante horas delante de un ordenador. “Era realmente sorprendente que a pesar de sus altos niveles de actividad su cuerpo consumiera la misma energía que cualquier persona de Estados Unidos o Europa, con un estilo de vida moderno y acomodado”, le explicó Pontzer a 'The Daily Mail'.

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