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"Necesito gente que esté dispuesta a trabajar, me da igual que hayas tenido un aborto"
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mal jefe, peor persona

"Necesito gente que esté dispuesta a trabajar, me da igual que hayas tenido un aborto"

Hay motivos de despido tan mezquinos que nos hacen perder la esperanza en el ser humano. Lo que le ocurrió a esta camarera británica es prueba de ello. Esta no es otra historia de bares

Foto: ¿Sabes qué clase de persona te sirve las copas? (iStock)
¿Sabes qué clase de persona te sirve las copas? (iStock)

No deja de ser curioso que Welwyn Garden City, este pueblo al sur del condado de Hertfordshire, en Inglaterra, fuera una de las ciudades jardín diseñadas por el urbanista Ebenezer Howard, un hombre que siempre se preocupó por mejorar la calidad de la vida de la gente. Y decimos que es “curioso” cuando podríamos decir “paradójico” o, claramente indignante, pues en el popularmente conocido como WGC por sus vecinos vive Adam Groves, propietario de un bar del pueblo y, como verán, un aspirante a Donald Trump del año. Al menos eso es lo que suscribe todo el que conoce la historia de Amy Larman y cómo fue despedida sin contemplaciones por ausentarse de su empleo de camarera un día. El motivo: había sufrido un aborto involuntario. Así lo relató su protagonista, todavía en estado de shock por la dolorosa pérdida, a 'The Daily Mail'.

Llevaba trabajando tres meses como camarera en The Hollybush, un típico pub inglés en uno no menos típico pueblo cercano a Londres. Estaba embarazada y necesitaba dinero para criar al bebé, cosa que jamás, explica, le ocultó a su jefe. “Él lo sabía –recalca–, por eso yo tenía una jornada parcial”. Hasta entonces jamás había tenido ningún problema con Adam.

Ella le dijo que había perdido a su bebé, pero a él solo le importaba que sus camareros "no le dejasen tirado" y, además, no iba a estar concentrada para trabajar

El 15 de enero, una fecha que recordará siempre, volvió al hospital Queen Elizabeth para realizarse un escáner y los médicos le dieron la noticia: su bebé estaba muerto, su pequeño corazón había dejado de latir hacía 15 semanas. “Estaba en shock”, dijo. “Todavía lo estoy”. Su vida había dado un giro amargo, el fallecimiento de un hijo que jamás llegaría a conocer.

Llamó a su madre y fue a visitarla y antes de volver a Liston para que le realizasen más pruebas, envió un mensaje de texto a Adam Groves para informarle de que no podría acudir al trabajo y los trágicos motivos.

–No te preocupes, cariño, hablamos un día de estos. Te deseo mucha suerte…

–¿Eso quiere decir que he perdido mi trabajo? –contestó ella sorprendida.

He sido bastante generoso contigo desde el primer día. No puedo sacar adelante mi negocio con un personal que me escribe a las nueve de la noche para avisarme de que no van a venir. Además, no creo que tengas la cabeza donde deberías después de esta triste noticia. Lo siento.

El propietario alegó que la mujer le había dado problemas en varias ocasiones y que jamás le habló del aborto. Los mensajes de texto prueban lo contrario

Y la conversación continuó brevemente, en tanto Amy, devastada y todavía en shock, intentaba conservar su empleo. Tenía siete hermanos y en su casa necesitaban el dinero: “Le detallé la situación y le dije que no estaba demostrando ninguna empatía, a lo que él me contestó que me despedía porque no podía tolerar que sus camareros le dejasen tirado”, contó al diario.

La reacción de la familia no se hizo esperar. El señor Larman, el padre de Amy, amenazó con ir al pub y romperle la cabeza a Groves. “Debería haberle dejado ir”, se lamenta ella. Fue su hermana quien se acercó a recoger las propinas, aunque no cruzó casi ninguna palabra con el propietario. “Le dijo que esperaba que estuviese bien y que me enviaría el documento de final de contrato”, contó. Tan solo eso.

Al otro lado de la barra

Adam Groves tenía su propia teoría de lo que ocurrió. Según el barman, la joven ya le había fallado en varias ocasiones, pero no fue desagradable con ella. También negó que Amy le explicase que había perdido un bebé y que únicamente le escribió a las nueve, cuando se suponía que debía estar trabajando, para decirle que tenía problemas; nunca que había sufrido un aborto espontáneo. “He sido muy indulgente con esa chica. Justo la semana anterior habíamos firmado un contrato temporal porque ella declinó el anterior”, sostuvo. Y añadió que ella le pidió dinero.

No obstante, los mensajes que ambos intercambiaron y que la joven inglesa ha cedido a 'The Daily Mail' demuestran lo contrario. “No podía parar de llorar mientras le escribía que me tenían que quitar al bebé”, recuerda con dolor.

El nombre del pub es The Hollybush, en Welwyn Garden City, al sur de Inglaterra. Recuérdenlo si alguna vez conducen cerca de allí y les apetece parar a tomar una pinta. Obviamente, acudan al pub de al lado.

No deja de ser curioso que Welwyn Garden City, este pueblo al sur del condado de Hertfordshire, en Inglaterra, fuera una de las ciudades jardín diseñadas por el urbanista Ebenezer Howard, un hombre que siempre se preocupó por mejorar la calidad de la vida de la gente. Y decimos que es “curioso” cuando podríamos decir “paradójico” o, claramente indignante, pues en el popularmente conocido como WGC por sus vecinos vive Adam Groves, propietario de un bar del pueblo y, como verán, un aspirante a Donald Trump del año. Al menos eso es lo que suscribe todo el que conoce la historia de Amy Larman y cómo fue despedida sin contemplaciones por ausentarse de su empleo de camarera un día. El motivo: había sufrido un aborto involuntario. Así lo relató su protagonista, todavía en estado de shock por la dolorosa pérdida, a 'The Daily Mail'.

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