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Pasó de estar gordo a tener un cuerpo 10: este fue el método que siguió
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UNA HISTORIA DE DECISIONES BAJA EN GRASA

Pasó de estar gordo a tener un cuerpo 10: este fue el método que siguió

Duncan Ogilvie era el típico chaval regordete hasta que el rugby y la comida saludable acabaron por hacer de su vida una abdominal eterna. Así lo hizo y sin anabolizantes

Foto: Él sabía qué quería ser de mayor: cachas.
Él sabía qué quería ser de mayor: cachas.

En los últimos años proliferan los programas de televisión de transformaciones físicas extraordinarias que venden la fórmula mágica de que es posible pasar de ser un gordinflón con un trabajo mediocre y pésima suerte con las mujeres a un musculoso, sexy y ambicioso caballero en cuestión de semanas. Los milagros no existen, pero sí las historias en que la fuerza de voluntad de una persona ha movido montañas, en este caso de grasa y michelín.

Duncan Ogilvie era un adolescente británico tipo: rubicundo, talla de camiseta XXL, adicto a los videojuegos, la comida basura y nada exitoso con las mujeres, pero había algo en él que sobresalía del estereotipo (y no nos referimos al ombligo), sino a la convicción de que necesitaba dar un giro saludable a su vida, y así se lo contó a 'The Daily Mail'.

Empezar a jugar a rugby cinco días a la semana e ir dos días más al gimnasio cambiaron totalmente su autoconfianza y su modo de ver la vida

“Me estaba mortificando a mí mismo, tenía la moral por el suelo y tomé la decisión de no seguir compadeciéndome”, dice Duncan, que a partir de ese momento abandonó el joystick y las barritas de chocolate y empezó a alimentarse de forma saludable y a entrenar en una academia de rugby cinco días por semana, además de dos días en los que acudía al gimnasio. “El entrenamiento era bastante duro pero me encontraba mejor conmigo mismo, no solo física sino emocionalmente”, añade.

De peso pesado a pluma

Quien iba a pensar que un joven que había ignorado y sobrealimentado su cuerpo cambiaría en tan poco tiempo su vida; de hecho, la convirtió en músculo, dietas a base de pizzas altas en proteínas y al parecer, muchos espejos: “Dejé el instituto y empecé a estudiar un curso especializado en deportes y excelencia donde pude dedicarme por entero a jugar al rugby y comer sano”. Pero la vida tiene unos muslos enormes y muchas veces es imposible evitar un caderazo: Duncan se lesionó y tuvo que dejar su sueño a un lado, ¿volvería entonces a su viejo estilo de vida? Jamás. Aun sintiéndose devastado, prefirió el gimnasio al sofá, y nadie puede negar que lo suyo no es vocación –una dedicación narcisista y buenorra a sí mismo–. “Me embarqué en un reto de 12 semanas de 12 semanas de transformación y pienso seguir adelante”, concluía.

Somos nuestras decisiones y conseguir aquello que deseamos está en nuestras manos, aunque a veces el resultado pueda ser desmesurado

Ahora Duncan compra toda su comida en una web especializada en alimentación para 'mazas' y dice no preocuparse más por la cantidad de grasa que incorporan sus comidas. “Siempre intento llevar un equilibrio y si salgo a cenar fuera me cuido durante el día. Creo que es algo que todo el mundo puede hacer, consiste en escoger lo que quieres y celebrar las pequeñas conquistas que vayas haciendo”.

¿Una clave para el éxito según este nuevo Adonis rubio? Tanto si quieres ganar músculo como perder peso, el secreto está en tu mente y en marcarte metas paso a paso.

Tal vez la mayoría de nosotros no tengamos el tiempo, el tesón o el interés de hacer de la sala de musculación nuestra segunda casa, pero hay que admitir que la historia de Ogilvie demuestra que somos nuestras decisiones y conseguir aquello que deseamos está en muchas ocasiones en nuestra mano –modelar nuestro cuerpo es solo la prueba más simple de ello–.

En los últimos años proliferan los programas de televisión de transformaciones físicas extraordinarias que venden la fórmula mágica de que es posible pasar de ser un gordinflón con un trabajo mediocre y pésima suerte con las mujeres a un musculoso, sexy y ambicioso caballero en cuestión de semanas. Los milagros no existen, pero sí las historias en que la fuerza de voluntad de una persona ha movido montañas, en este caso de grasa y michelín.

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