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Qué es lo que debes hacer cuando alguien flirtea con tu pareja
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El efecto puede ser perturbador

Qué es lo que debes hacer cuando alguien flirtea con tu pareja

Algo tan generalizado como el 'coqueteo', entendido en su sentido más leve, puede sin embargo ser fuente de problemas si es mal procesado. Aprende a entenderlo de forma positiva

Foto: ¿Enfadarse o ser comprensiva? Esa es la cuestión. (iStock)
¿Enfadarse o ser comprensiva? Esa es la cuestión. (iStock)

“Sabes que es ridículo estar celoso, porque lo único que están haciendo es hablar. Y aun así, percibes que tu pareja está sintiéndose halagada por las atenciones de esa persona extraña y te choca. Nadie puede negar que ser tratado como si fueras especial, divertido, sexy e inteligente es un subidón de ego, pero cuando es tu pareja la que recibe la atención, –y no de ti– el efecto puede ser perturbador”. Así describe Susan Krauss Withbourne en su artículo “Qué hacer cuando alguien flirtea con tu compañero, o peor” esa situación tan común por la que casi todos hemos pasado alguna vez, estando en uno u en otro bando.

Es ese momento en el que una persona que siempre ha presumido de no ser celosa y que cree que puede confiar en su pareja se encuentra frente a frente con sus inseguridades, se siente ofendida sin poder expresarlo con claridad (porque podría resultar ridículo y la defensa del otro es sencilla) y se tiene que replantear cosas que creía tener claras sobre sí mismo y sobre su relación: ¿Soy en realidad celoso? ¿Puedo realmente confiar en él/ella? ¿Se ha aburrido de mí? A este respecto, algo tan generalizado como el “flirteo” entendido en su sentido más leve puede sin embargo ser fuente de problemas si es mal procesado. Si se entiende positivamente, en cambio, quizá también pueda proporcionarnos un aprendizaje importante y una mayor comprensión de nosotros mismos.

El coqueteo, algo innato en las personas

Lo cierto es que considerar que algo va mal simplemente porque tu pareja flirtee es como pensar que algo va mal porque la tierra gira en torno al sol. En un reciente estudio titulado 'What Social Science can tell you about flirting and how to do it' ('Qué puede decirte la ciencia sobre el flirteo y sobre como practicarlo') publicado por el SIRC (Social Issues Research Center) se refleja que “flirtear es mucho más que un simple momento de diversión, es un aspecto universal y esencial de la interacción humana. El estudio antropológico muestra que el flirteo se encuentra en todas las sociedades y culturas del mundo: es un instinto básico y parte de la naturaleza: si no iniciásemos contacto y expresáramos interés en los miembros del sexo opuesto, no progresaríamos hacia la reproducción y nos extinguiríamos. De acuerdo con algunos psicólogos evolutivos, el flirteo puede ser el cimiento de la civilización tal como la conocemos”. Así, como indica otro artículo similar, “tras siglos y siglos de practicarlo indiscriminadamente, el flirteo se ha hecho instintivo incluso cuando sus objetivos primarios ya hayan sido satisfechos”.

He tenido miles de escenitas de celos por esa tontería que al final no es más que un rasgo de vitalidad

¿Indica ese comportamiento que la persona que lo practica esté tratando de ser infiel o tenga un problema de adicción al sexo? No necesariamente, aunque, por supuesto, no indica directamente lo contrario. “Recuerdo a mi padre flirteando toda la vida”, recuerda Andrea, periodista, “y a mi madre viéndolo como algo inevitable, que casi le hacía gracia dentro de unos límites. Por supuesto no eran intentos de ligar, sino más bien una cosa leve, juguetona y casi indiscriminada que iba encaminada a reafirmarse, a ser admirado y recoger energía en ese proceso. Y a divertirse, supongo. Él era una persona algo mayor ya, pero tenía un gran atractivo, y supongo que a todo el mundo le gusta recordar de vez en cuando que ese atractivo funciona. Es autoestima en vena. Por lo demás, jamás tuvieron un problema de infidelidades en 40 años de matrimonio, que yo sepa”.

Ese sería el flirteo que los expertos consideran dentro de lo normal, aunque ya desde ese momento, se necesita un partenaire comprensivo. “Es difícil de encontrar”, reflexiona Andrea. “Yo soy como mi padre, y mis parejas nunca han sido tan comprensivas con ese rasgo de carácter como mi madre lo era. He tenido miles de escenitas de celos por esa tontería que al final, para mí, no es más que un rasgo de vitalidad”.

Combatir el flirteo

¿Puede un rasgo casi antropológico ser atenuado, modificado o eliminado? Los expertos coinciden en que, en los casos en los que no indica un problema de fondo más grave, como una adicción al sexo, la persona que flirtea debe ser capaz de modificar tal actuación si lo desea o se le requiere que lo haga. “Yo lo hablé con mi mujer”, comenta Juan, abogado, “porque siempre me molestó que lo hiciera, aunque confío plenamente en ella. Era algo visceral. Me molestaba. Ahora lo controla mucho más, pero a veces me siento culpable porque ¿quién soy yo para funcionar de policía en estas cosas? Me gustaría que hubiese salido de ella, que no hubiese tenido que decírselo”.

El artículo de Krauss parece, sin embargo, plantear las cosas en una dinámica de crimen/castigo en la que apenas se considerar que el flirteo pueda no ser una transgresión, y cita un estudio de la Universidad de South Alabama donde la psicóloga Keri Jones se pregunta cómo se puede aprender a superar los sentimientos “de culpa y de haber sido engañados” que pueden venir asociados a esta “variante de la traición”. Dejando para otro momento la discusión sobre hasta qué punto algo tan engranado en nuestra conducta esencial puede o no ser considerado “traición”, es de resaltar que el estudio divide el “necesario” perdón en dos tipos: el positivo y el negativo. En el primero, consigues observar la situación y a tu compañero sin sentirte resentido ni enfadado; en el negativo, buscas venganza y tu vida emocional se llena de confusión. “En otras palabras”, concluye, “el perdón negativo no es perdón en absoluto”.

Una costumbre social autorizada

Es interesante regresar después al estudio del IRC, que trata el tema con un humor más leve y una perspectiva más abierta y que apunta verdades como que “el flirteo es más aceptable socialmente en fiestas, celebraciones y otros eventos de sociedad. En algunos de ellos, un grado de flirteo es no sólo socialmente autorizado, sino incluso esperado”. También hace hincapié en que “como cualquier otra actividad humana, el flirteo está gobernado por un complejo conjunto de leyes no escritas sobre la etiqueta”. Entender esas normas puede, sin duda, ser útil para no provocar en nuestra pareja todas esas sensaciones de inseguridad y duda de las que hablábamos. A este respecto, es interesante saber que, según estos mismos expertos, “los hombres encuentran particularmente difícil interpretar las pistas más sutiles del lenguaje corporal femenino y tienden a confundir un comportamiento amistoso con un interés sexual”.

A veces me siento culpable porque ¿quién soy yo para funcionar de policía en estas cosas?

“Bueno”, reflexiona Andrea, “quizá no haya tanta diferencia entre un comportamiento amistoso y un interés sexual en algunas ocasiones. Lo difícil es saber cuándo sí y cuándo no. Y también saber cuándo, aunque haya un interés sexual, es mejor mantenerlo ahí congelado, al menos durante un tiempo. Hay un cierto placer en eso. El flirteo es en parte sobre eso. ¿Quién no tiene buenas amistades de hace años con las que sabe que siempre ha habido una tensión sexual no resuelta? ”. Probablemente, ella tiene suerte, pese a todo, de haber nacido en un entorno de costumbres refinadas y nada moralista, ya que, como indica el estudio, “otro problema es la mala reputación que el flirteo ha adquirido en algunas culturas especialmente puritanas como la inglesa o la americana, haciendo que algunos estemos tan preocupados por una posible ofensa o por enviar señales equivocadas que hayamos perdido por completo nuestra capacidad para un disfrutable e inocente flirteo”.

“Sabes que es ridículo estar celoso, porque lo único que están haciendo es hablar. Y aun así, percibes que tu pareja está sintiéndose halagada por las atenciones de esa persona extraña y te choca. Nadie puede negar que ser tratado como si fueras especial, divertido, sexy e inteligente es un subidón de ego, pero cuando es tu pareja la que recibe la atención, –y no de ti– el efecto puede ser perturbador”. Así describe Susan Krauss Withbourne en su artículo “Qué hacer cuando alguien flirtea con tu compañero, o peor” esa situación tan común por la que casi todos hemos pasado alguna vez, estando en uno u en otro bando.

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