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Lo que nunca llegaste a saber sobre la vida de Adolf Hitler en prisión
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sus ideas ENTUSIASMABAn A LOS GUARDAS

Lo que nunca llegaste a saber sobre la vida de Adolf Hitler en prisión

El año que pasó en la cárcel de Landsberg, tras el fallido Golpe de Estado de 1923, el dictador alemán recibió un trato de privilegio con visitas y alcohol a voluntad

Foto: Adolf Hitler acabó sus "vacaciones" en Landsberg en diciembre de 1924.
Adolf Hitler acabó sus "vacaciones" en Landsberg en diciembre de 1924.

Si viajases al pasado y te encontrases con el joven Adolf Hitler mucho antes de que la idea del nazismo naciera de su enferma cabeza, ¿lo matarías? Desde publicaciones como el 'New York Times' hasta películas ('La Última Cena', Stacy Title, 1996) han ahondado en el dilema moral de si un criminal lo es incluso antes de cometer atrocidades, si las personas “se hacen” o “nacen" ya con un germen de maldad.

Lo cierto es que personajes como el dictador alemán apuntaban maneras desde jóvenes y que su meteórico ascenso al poder y la hipnótica fascinación que causaba en hordas de alemanes pueden explicarse tan solo echando una mirada a la historia.

Según el historiador Peter Fleischmann, encargado de los archivos estatales de Bavaria en Nuremberg (Alemania), Adolf Hitler se las arregló –y muy bien– para recibir un trato preferente en prisión. Ocurrió en 1923, cuando acusado de haber encabezado un intento de Golpe de Estado fallido en Múnich, el llamado Putch de Múnich o Putch de la Cervecería –la idea se gestó en la taberna Bürgerbräukeller, donde se reunían los primeros afiliados del Partido Nazi– fue encarcelado en la Prisión de Landsbergs, en la que solo pasó un año por "buena conducta".

Durante su encierro llegó a recibir hasta 330 visitas y durante el mes de julio de 1923 compró unas 62 botellas de cerveza, algo que convirtió en hábito

De acuerdo a los documentos revisados por Fleischmann, Hitler y otros de sus colaboradores, como Rudolf Hess, “tuvieron una vida fácil” entre rejas, al menos mucho más que socialistas y comunistas también apresados por sendos intentos de tomar el poder. Al parecer, los guardas simpatizaban con su ideología extremista y, en tanto los otros recibían un trato abusivo, el Führer pudo escribir con suma tranquilidad el primer volumen del 'Mein Kampf' y recibir hasta 330 visitantes aquel año que pasó en prisión, de acuerdo a los documentos recabados.

El historiador alemán también ha revelado otros privilegios secretos “a voces” del líder Nazi.

Un testículo y litros de cerveza

Aunque había afirmado que era abstemio, durante su estancia en Landsberg compró 62 botellas de medio litro de cerveza en julio de 1924, y siguió haciéndolo los siguientes meses. Aunque si tenemos en cuenta la cantidad de visitas que recibió, tal vez no bebiera solo, incluso puede que ni siquiera lo hiciera. Lo que sí parece confirmarse es cierto rumor que durante años se creyó que era una broma de los soldados británicos durante la Segunda Guerra Mundial: Adolf Hitler, el hombre que lideró uno de los mayores holocaustos de la historia que segó la vida de millones de personas, solo tenía un testículo.

Al menos eso revelan los exámenes médicos de su estancia en Landsberg, que lo describen como un escritor y artista de 35 años, nacido en Braunau, al que, aunque estaba “sano y fuerte”, le faltaba un testículo. Al parecer, el hombre del que cuentan gritaba en sus mítines porque solo elevando la voz se excitaba, sufría de testículo no descendido o criptorcidismo lateral, es decir, ausencia del huevo derecho, que elevaba las posibilidades de que no fuera fértil. Aunque otros estudios concluyen que no siempre fue así y lo perdió durante la Primera Guerra Mundial.

No es el único dictador con problemas viriles: Franco también perdió un escroto en una batalla y el líder chino Mao Zedong padecía hipertrofia testicular

Esto nos recuerda su obsesión inseminadora: los programas nazis para la expansión de la raza aria, concretamente, la Sociedad Lebensborn. Traducido como 'fuente de vida', esta organización nacida en 1935 pretendía incentivar a los alemanes, sobre todo los oficiales de las SS, para que tuvieran más hijos, pero acabó convirtiéndose en un atroz proyecto de 'criadero' de arios. La primera de estas granjas se estableció en Noruega tras la invasión alemana, en 1940, donde cerca de 14.000 mujeres rubias –ejemplo de pureza– fueron obligadas a mantener relaciones sexuales con oficiales alemanes. Unos 10.000 niños nacieron dentro de estas granjas y al acabar la guerra, tuvieron que arrostrar este estigma de por vida.

Hay una curiosa coincidencia entre la carencia de un escroto en los dictadores y su ansia de poder y exterminio: según el periodista José María Zavala, Francisco Franco también perdió un testículo en una batalla, en 1916. Y otras fuentes señalan que Mao Zedong sufrió hipertrofia testicular.

Hitler, al contrario que los dictadores antes citados, no tuvo descendencia, y eso que, según cuentan Henrik Eberle y Hans-Joachim Neumann en el libro 'Was Hitler III?', en su intento desesperado por inseminar a Eva Braun, fue pionero en probar la primera Viagra que existió en el mercado.

Aun artista frustrado, impotente y de un solo huevo, Adolf Hitler enamoró a las féminas alemanas que se desmayaban en sus mítines y cegó a millones de alemanes que cerraron los ojos ante el horror deslumbrados por su carisma, al igual que les sucedió a los guardas de la prisión de Landsberg.

Si viajases al pasado y te encontrases con el joven Adolf Hitler mucho antes de que la idea del nazismo naciera de su enferma cabeza, ¿lo matarías? Desde publicaciones como el 'New York Times' hasta películas ('La Última Cena', Stacy Title, 1996) han ahondado en el dilema moral de si un criminal lo es incluso antes de cometer atrocidades, si las personas “se hacen” o “nacen" ya con un germen de maldad.

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