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"Me caí encima y la penetré sin querer": este acusado evita así la cárcel
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la pruebas de adn lo inculpaban

"Me caí encima y la penetré sin querer": este acusado evita así la cárcel

Un empresario saudí imputado por forzar a una adolescente ha sido absuelto por un jurado londinense gracias a un resbaladizo argumento. Lo que ocurrió durante el juicio indignaría a cualquiera

Foto: En el juicio declaró que ella intentó seducirlo. (iStock)
En el juicio declaró que ella intentó seducirlo. (iStock)

La justicia tiene sus fisuras, pero a veces las coartadas del presunto culpable de un delito resultan tan aberrantes que son hasta graciosas, aunque pierdan todo el sentido de humor cuando un juez las toma en serio. ¿Puede un resbalón acabar en una penetración involuntaria? Un tribunal británico cree que sí.

El millonario Ehsan Abdulaziz salió una noche de copas. Había reservado un apartado en un exclusivo 'nightclub' londinense llamado Cirque le Soir y una mujer de 24 años y su amiga de 18 se unieron a las rondas. Luego les ofreció dar una vuelta en su Aston Martin y acabaron tomando la última copa en su casa. Todo fue muy rápido. La mayor de las muchachas, a quien Abdulaziz llevaba viendo unos cuantos meses, le acompañó a la habitación, mientras que la otra chica dormía en el sofá. Cuando ésta abrió los ojos, según explicó la mujer a la policía y más tarde al tribunal, el acaudalado empresario se encontraba sobre ella y la estaba forzando.

“Ella le preguntó qué es lo que estaba haciendo, a lo que él contestó 'está bien', indicando que su amiga estaba dormida”, había explicado el fiscal Jonathan Davis durante el juicio. Para cuando la chica logró desembarazarse de él y al no poder despertar a la amiga, escapó de la casa tan rápido como pudo, llamó a la policía y el hombre fue arrestado. “¡Tendrá que probarlo!”, dijo cuando supo que comparecería ante un tribunal.

Durante el juicio se produjeron anomalías, como que el juez concedió al acusado 20 minutos de comparecencia privada para que explicase su posición

De nada sirvió que durante el juicio se presentasen pruebas de ADN del saudí encontradas en la vagina de la mujer. Según el empresario y su abogado, Abdulaziz tenía las manos manchadas de semen de su anterior encuentro sexual con la amiga y debió, también accidentalmente, introducirlo dentro de la chica, o bien la manchó al penetrarla involuntariamente. A eso se llama dar en la diana. “Salí a beber un vaso de agua y la vi durmiendo en el sofá en una postura bastante incómoda, me acerqué para ofrecerle una camiseta y ella me rodeó con sus piernas y caí encima suyo. Soy frágil, por eso perdí el equilibrio, pero no hubo nada entre nosotros”, argumentó. Él y el jurista tenían muy claro a qué se debía el “numerito” de la muchacha: no pudo soportar sentirse rechazada por Abdulaziz.

Piezas que no encajan

Además de las extrañas elucubraciones del supuesto violador sobre cómo su pene se coló dentro de una mujer que estaba vestida, hubo durante el juicio otras muchas anomalías. Por ejemplo, según publicó 'The Daily Mail', el juez Martin Griffiths fue sospechosamente comprensivo con él y le permitió contarle su versión de los hechos durante 20 minutos y en privado.

Cuando el abogado defensor Jason Bartfeld le preguntó si era frecuente que llevase a casa a mujeres que acababa de conocer en un club, Ehsan Abdulaziz replicó: “No ha ocurrido en mi vida. Siempre he respetado a las mujeres y tengo una hermana”. Y añadió que era la primera vez en 20 años, los que hacía que vivía en Londres, que salía de juerga. Sin embargo, su testimonio no resultaba del todo coherente, porque conocía hace tiempo a la mujer de 24 años: “Es una chica muy dulce, la veo bastante a menudo. Sale mucho”.

Más tarde se recreó en algunos detalles, como lo maravilladas que estaban las chicas cuando vieron su coche, tanto que insistieron en montar delante. Al rato lo invitaron a su apartamento, pero él prefirió que fueran a su casa. “Una de ellas me preguntó: '¿Tienes algún amigo?' También puede venir', a lo que le contesté honestamente que no tenía ningún amigo al que pudiese llamar a las cuatro de la madrugada”.

Y luego continuó con la historia de la camiseta, porque le preocupaba que la chica de 18 años estuviese incómoda, y relató con toda suerte de detalles cómo, al acercarse al sofá, ella se despertó y lo besó. “Yo le devolví el beso… No es que me sienta orgulloso, no debí hacerlo”. Entonces, enroscando sus piernas en torno a él y agarrándole de la cabeza, lo hizo caer. Por el contrario, la joven declaró haberle apartado con todas sus fuerzas, a lo que el millonario alegó que si se hubiese producido de tal forma, él habría caído sobre la mesita de centro y habría acabado en el hospital, y que si no la zarandeó o ejerció fuerza para apartarla fue porque, a su juicio, un hombre que agrede a una mujer no es un hombre. ¿Y el que la penetra?

El abogado alegó que la mujer se lo había inventado todo porque se sentía rechazada, ya que Abduziz no quiso mantener sexo con ella, pero sí con su amiga

Porque el saudí tal vez fuera a beber agua, pero lo hizo, según él mismo declaró, en ropa interior y con su pene erecto. Un argumento que el fiscal Davis aprovechó para contraatacar: “¿Un hombre de 45 años que sabe que una adolescente duerme en su salón camina por la casa enseñando el pene?”. Incluso para esta cuestión Abdulaziz tenía respuesta: no pensaba despertarla y estaba en su casa. Sólo se había acercado a apagar la televisión.

¿Y en cuanto a la versión de la muchacha? Si bien ella trató de despertar a la amiga y, al no conseguirlo, entró en pánico y pensó que estaba muerta, no llamó a la policía de inmediato para no agravar la situación. “¿En serio pensó que no quería agravar la situación cuando creía que su amiga había muerto?”, contestó Bartfeld, y concluyó: “La realidad es que él nunca te penetró, ni siquiera intentó tener sexo contigo”.

Y al juez Griffiths le pareció razonable. La sentencia: absuelto por penetración accidental.

Ocurrió en Londres hace un par de semanas. A veces la realidad supera a la ficción.

La justicia tiene sus fisuras, pero a veces las coartadas del presunto culpable de un delito resultan tan aberrantes que son hasta graciosas, aunque pierdan todo el sentido de humor cuando un juez las toma en serio. ¿Puede un resbalón acabar en una penetración involuntaria? Un tribunal británico cree que sí.

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